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lunes 15 diciembre 2025

De la eliminatoria para el mundial de futbol a las preguntas sobre el sistema

Francisco Tosi

El domingo pasado, bajo la lluvia y el fresco del final del otoño en Milán, Italia, junto a otros setenta mil espectadores fui al estadio de San Siro, célebre en la ciudad. El partido pretendía ser la última oportunidad para Italia, el anfitrión, para poder clasificarse directamente al mundial del 2026. Ya pasaron dos mundiales sin poder ingresar por no haber ganado el grupo y luego no haber podido ganar en el repechaje. La parada era difícil porque enfrentaría al rival que punteaba la zona con tres unidades de ventaja y una gran diferencial de goles. Era una épica del heroísmo moderno y lúdico. No solo debía ganar sino convertir nueve goles a los nórdicos de Noruega, que desde nada menos que 28 años no participan de un mundial.

El técnico local, un experimentado y rudo antes volante central prometía una entrega total y casi salvaje para poder, si no cumplir la hazaña, al menos demostrar superioridad, buen juego y capacidad para generar oportunidades.

Durante los himnos, el público local en un 90%, entonó con entusiasmo las estrofas vibrantes del himno italiano, una marcha elegíaca escrita en plena juventud por Goffredo Mameli, que sin llegar a cumplir 22 años, a pesar de su prematura muerte pasó a la inmortalidad por esta magistral composición. “Hermanos de Italia”, justamente llamada, pues era previa a la misma unidad del entonces reino.

A los pocos minutos, diez, el local, Italia, se puso en ventaja, bajo la lluvia tímida de ese momento.

Pero no fue más que un fuego fatuo. El partido de ida, había terminado tres a cero a favor de Noruega y la diferencia no varió. Al pitazo final, Haaland y sus compañeros marcaron el cuarto gol en el descuento, cerrando el marcador en uno para Italia y cuatro para Noruega.

Pregunté algún comentario a los especialistas en el periodismo deportivo de alta competencia, leí los diarios de aquí y es unánime la crítica y el desaliento. Un equipo que en el segundo tiempo fue arrollado por los esquemáticos y atléticos noruegos, casi sin resistencia. Efectivamente no hubo lesionados, aunque si se considera que el repechaje será en Marzo del año entrante, por lo que la conservación del físico parece más para sus proprios equipos que otra cosa.

Esta nueva decepción solo fue interrumpida en la década por ganar la Eurocopa de 2020 a por penales a Inglaterra.

Es entonces que hay algo que afecta la selección de Italia que corre el riesgo de quedar afuera de tres mundiales consecutivos. Por supuesto que se podría desarrollar la historia de los cambios de módulos y esquemas, del “catenaccio” al juego por todo el campo, pero esto no es mi tema y acudo a los especialistas. Pero puedo observar algunas cuestiones.

Los primeros cuatro equipos del torneo de primera división italiana, Inter, Roma, Milan, Napoli, tienen en sus alineaciones normales en el campeonato menos del 40% de italianos, en algunos de ellos incluso menos del 20% según el momento. En segundo lugar, se observa que, si bien los jugadores de los clubes del campeonato italiano que no son italianos, en su mayoría tienen ciudadanía de países de la Unión Europea, pero ninguno juega para Italia. De hecho, contra Noruega solo jugó el italo argentino Retegui que tuvo una sola temporada destacada en el equipo de Atalanta, donde fue goleador del torneo con 25 goles y luego se marchó al futbol de Arabia Saudita. En Argentina jugaba en el club Tigre de la primera división. En tercer lugar, el seleccionador no logra juntar jugadores que habitualmente tengan nivel de competencia jugando juntos, porque los jugadores italianos no tienen mucho lugar en los equipos italianos de primera línea. Por último, el público que es habitualmente muy entusiasta, en este caso parecía resignado, en contraste con los pocos miles de noruegos que aun bajo la lluvia y perdiendo todo el primer tiempo no paraban de hacer coros y alentar.

Esta sucesión de frustraciones parece mostrar, junto a estas modestas observaciones, a una crisis del sistema de los seleccionados nacionales italianos. Cosa que se repite también en los juveniles que han sido también recientemente eliminados.

Italia luce cuatro estrellas en su gloriosa camisa nacional. La que lleva los colores de los Saboya, “azzurro”, ya que dos de estas copas mudniales fueron obtenidas durante la monarquia. Solo Brasil tiene cinco. Pero para poder ganar un mundial, primero hay que poder jugarlo.

Quedan pocos meses, apenas comienza la primavera italiana, el 26 de marzo de 2026 habrá que sortear el primer escollo. Italia ha dado muchas demostraciones en su historia que en situaciones extremas aparece el genio, la creatividad, lo inesperado.

El tiempo dirá, “tempus loquitur” decían los antiguos romanos, especialistas en ganar finales.

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