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martes 2 diciembre 2025

Las vacas sagradas y los nuevos ídolos

Por Carmelo Rizzo

En la India, las vacas sagradas caminan entre el tráfico, indiferentes al caos, respetadas por costumbre, no por mérito. Nadie las toca, pero tampoco las siguen. Son monumentos vivos de una fe que se volvió rutina.

En Honduras, las vacas sagradas políticas se pasean igual: sin rumbo, sin propósito, pero con privilegio. Son los mismos rostros de hace treinta años, los mismos discursos de siempre, los mismos apellidos que pastan entre ministerios, embajadas y candidaturas recicladas. No gobiernan: pero rumian el poder.

Y como si eso no bastara, ahora el país se divide entre los viejos santos del poder y los nuevos profetas digitales: tiktokers patrióticos, influencers electorales y opinadores de WhatsApp que confunden ironía con ideología. Unos viven del pasado, los otros del algoritmo. Ambos se alimentan de la ignorancia colectiva.

La llamada “refundación” también se volvió una finca de sumisos. Y los jóvenes, que deberían ser la semilla de la renovación, terminan atrapados entre la burla y la apatía, viendo cómo la política se degrada en un reality show donde gana el que grita o insulta más, no el que piensa mejor.

La meritocracia es hoy el animal en extinción del corral político. Los que estudian, los que se preparan, los que proponen con argumentos y no con hashtags, parecen los verdaderos exiliados de la vida pública. Mientras tanto, los mediocres se reparten cargos y los audaces se marchan del país.

La democracia no muere cuando manda el malo; muere cuando manda el ineficaz. Esa es la enfermedad de este tiempo: el culto a lo superficial, la sustitución del mérito por la farándula. Nos estamos convirtiendo en espectadores del desastre. Y mientras discutimos memes, el país se desangra en silencio.

Pero aún no estamos condenados. Mientras existan ciudadanos que piensen, maestros que enseñen sin miedo y jóvenes que decidan votar con conciencia, el mérito puede resucitar. No será viral, pero será verdadero. No tendrá millones de vistas, pero tendrá valor.

Este 30 de noviembre no se decidirá solo quién gobernará, sino si Honduras seguirá siendo un rebaño o volverá a ser una República. Porque esta vez, los que voten con conciencia valen más que los que ladren con rabia.

Y ojo con el viento del sur: Bolivia acaba de dar una lección sin discursos. El pueblo, cansado de la mentira organizada, le dio la espalda a su propio oficialismo. Nadie lo vio venir, ni siquiera los profetas del poder. Fue la masa silenciosa la que habló —la que siempre llega sin anunciarse y lo cambia todo. “Entre vacas sagradas y becerros digitales, el mérito sigue siendo el único animal digno de respeto.”

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