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martes, abril 23, 2024

Opinión de Dennis Starkman: ¿Porqué está de Moda la Corrupción?

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Por Dennis Starkman. –Hay momentos, como hoy, cuando el tema de la corrupción nos agobia. Percibimos el fenómeno como la causa de todas nuestras desgracias y en el más grande obstáculo para una vida plena, pacífica y prometedora.

De hecho, así es. Pocas cosas en la vida de un estado-nación pueden parecerse más a enfermedades como el cáncer que atacan a los individuos. Desde adentro, el propio organismo se vuelca contra nosotros y se destruye a sí mismo. Una vez que alcanza cierto grado de extensión, es muy difícil e improbable revertirlo y curarlo.

Sin embargo, los hondureños no nos hemos preocupado por entender la corrupción. Los académicos no han hecho un esfuerzo intenso por escudriñarla. Los intelectuales se contentan con escribir piezas de opinión sobre el tema, pero no se han dedicado a hacer un diagnóstico que permita encontrar el tratamiento adecuado.

El caso es que la corrupción parece haber mutado en Honduras de manera increíble. Acá trascienden los escándalos y todos nos indignamos. Renegamos, pataleamos, a veces hasta salimos a las calles, encendemos algún fueguito y gritamos, mostramos nuestras pancartas y después de unos cuántos días, las aguas retornan a su cauce.

¿Será que ya el cáncer hizo metástasis y Honduras está comenzando su estado terminal y agónico? Es posible. Muchos abusos parecen seguir cometiéndose porque no hay nadie que evite que se cometan, pero también podría ser que se cometen porque son cometidos por todo el mundo y opera una especie de liberalismo negativo, “dejar hacer y dejar pasar” para que los demás roben porque después robaremos nosotros.

Las cosas que con muy pocas y escasas excepciones hacen los políticos hondureños harían caer gobiernos enteros. Destruirían las carreras y las familias de los funcionarios señalados, y los partidos políticos a los que pertenecen pueden iniciar una acelerada caída hacia el olvido y el repudio general.

En Honduras no. Aquí nadie se desprestigia. Ni por tener amantes, ni por ser ladrón. Si no abusa de su poder, pierde su prestigio. Nos roban la democracia, la institucionalidad, las garantías de paz y libertad, los fondos de jubilación, el acceso a la salud y a la justicia, pero nosotros nos enojamos y nos peleamos tomando partido entre Jiménez Mayor y Almagro.

¿Quién es el malo? Pues el malo sigue siendo el que lejos de frenar el deterioro de la salud de Honduras, la empeora. No son Almagro ni Jiménez Mayor, ni siquiera el sustituto de éste, quienes tienen que resolver los problemas de Honduras. Somos usted y yo. No nos distraigamos con la Maccih. Apoyémosla, pero no antepongamos a la Selección, al precio del combustible y a lo ladrones que somos. Y reconozcamos que ellos roban porque lo toleramos nosotros.

El primer paso para cambiar eso que nos disgusta es retornar a la democracia. A arrancarle el poder al traidor que ya no es presidente sino que es apenas un jefe de gobierno.

Después de todo, el imperio de la ley es lo que impide que eso que hoy llamamos “corrupción” siga siendo la norma general en sociedades degeneradas y subdesarrolladas.

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