Por Dennis Starkman. –Gran parte de las discusiones relacionadas con la efemérides de hoy (Día Internacional de la Mujer) se refieren a la igualdad, al reconocimiento y con alguna frecuencia, felicitaciones por doquier y algunas conversaciones acerca de las dificultades que tantas mujeres enfrentan todos los días.
Las historias de mujeres exitosas, esforzadas, sacrificadas y heroicas nos hacen mucho bien. Nos restauran la fe en la humanidad y nos inspiran a ser valientes ante la adversidad; a soñar en grande y a aspirar a ser lo mejor que podemos ser.
Aun así, la igualdad parece una meta lejana, difícil de alcanzar y sigue siendo tema de debates que revelan tantas opiniones acerca de lo que significa que la mujer tenga igualdad de derechos respecto del hombre.
Es un hecho que muchas mujeres, demasiadas, enfrentan desigualdad salarial y de oportunidades. Precisamente es por eso que tantas mujeres merecen tanto reconocimiento, no tan solo por ser mujeres, sino porque enfrentan con tanta decisión y empeño las injusticias que las reprimen. Sus éxitos, cuando los logran, son a pesar de los hombres y de la sociedad, y no gracias a ella.
Mucho han logrado. Se expresan con muchas libertades, con mucha profundidad y a menudo con el respaldo de cada vez más hombres y mujeres que comprenden la justicia de sus posturas ante los temas que les interesan.
Es la educación y las oportunidades de crecimiento patrimonial, de movilidad social ascendente, lo que puede permitir a las mujeres ser iguales a los hombres respecto de las posibilidades que tienen para realizar sus sueños.
La igualdad artificial, como la de cuotas para cargos que deben ser ocupados por mujeres son, a mi ver, un error muy grande. No es posible establecer que la mitad o cualquier proporción de los cargos de elección popular sean disputados por candidatas.
Las mujeres que elijan presentar sus candidaturas requieren la misma posibilidad, la misma oportunidad que los hombres y no deberían enfrentar ni un tan solo obstáculo por el solo hecho de ser mujeres. No debe reprochárseles de manera condescendientes si incurren en responsabilidad, ni promoverlas porque son mujeres. Tienen que ser capaces de disputar sus cargos por sus méritos personales, su capacidad y por la confianza que inspiren como persona.
Que las mujeres que luchan por sobrevivir encuentren el apoyo de la sociedad, de sus familias, de los hombres de sus vidas y sobre todo de los esfuerzos de gobiernos que estando encabezados por hombres o por mujeres, tengan la decencia de hacer bien su trabajo, conforme a visiones inteligentes, planificaciones a conciencia con ejecución impecable de tal manera que las mujeres y sus hijos, que es por quienes tantas de ellas se levantan por la mañana o a media noche, puedan enfrentar la vida con confianza y con las herramientas que necesitan.
El mundo y la vida no es fácil para los hombres, pero es muchísimo más difícil para las mujeres y mal haremos quienes nos limitemos a recordar esta fecha con un simple y superficial “¡Felicidades!”
Las mujeres en mi familia y mi entorno merecen muchísimo más que eso.
