Redacción. Estados Unidos ejecutó el sábado 21 de junio una operación militar aérea de gran escala contra el programa nuclear de Irán, en lo que se ha descrito como el mayor despliegue de bombarderos furtivos B-2 Spirit desde 2001.
La ofensiva, denominada Operación Martillo de Medianoche, tuvo como objetivo tres instalaciones nucleares iraníes en Fordow, Natanz e Isfahán, y marcó el primer uso en combate de las bombas antibúnkeres GBU-57A/B, también conocidas como MOP (Massive Ordnance Penetrator).
Detalles del ataque
Según el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Dan Caine, los bombarderos estadounidenses lanzaron un total de 14 bombas MOP, cada una con un peso aproximado de 15 toneladas, diseñadas específicamente para penetrar objetivos altamente fortificados. Estas municiones fueron dirigidas a instalaciones subterráneas asociadas al enriquecimiento de uranio.
La operación comenzó a las 18:40 (hora del este de EE. UU.) con el lanzamiento de las primeras bombas sobre Fordow. A lo largo de 25 minutos, los bombarderos impactaron también objetivos en Natanz e Isfahán. De manera simultánea, un submarino estadounidense desplegado en el área del Comando Central (CENTCOM) disparó más de dos docenas de misiles Tomahawk contra infraestructura estratégica en superficie.
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Procedencia de los bombarderos
El grupo de ataque estuvo compuesto por siete bombarderos B-2 Spirit, que despegaron desde la Base Aérea Whiteman, en Misuri, recorriendo una distancia de más de 11,000 kilómetros hasta Irán. Cada aeronave realizó múltiples reabastecimientos en vuelo, con comunicaciones mínimas, a fin de evitar detección.
Los B-2 se integraron en la fase final con escoltas aéreas y aviones de apoyo, en una maniobra descrita por el Pentágono como de “sincronización exacta” y “alta complejidad operativa”.
Sin respuesta iraní
Las autoridades estadounidenses afirmaron que Irán no respondió militarmente al ataque. No hubo intercepciones ni disparos por parte de sus sistemas de defensa aérea. Tampoco despegaron cazas iraníes, lo que sugiere que el factor sorpresa se mantuvo durante toda la operación.
“No tenemos conocimiento de ningún disparo contra el paquete de ataque durante su llegada ni durante su salida”, dijo el general Caine en una conferencia de prensa en el Pentágono junto al secretario de Defensa, Pete Hegseth.
Tácticas empleadas
Para proteger a los bombarderos y asegurar el éxito de la operación, EE. UU. desplegó tácticas de supresión y engaño. Cazas F-22, F-35 y F-16 volaron por delante del paquete de ataque para identificar amenazas aéreas y de misiles tierra-aire. También se utilizaron señuelos electrónicos y fuegos de supresión preventiva contra posibles sistemas de defensa iraníes.
Primera misión de combate con bombas MOP
La operación marcó el primer uso operativo de la GBU-57A/B, considerada una de las armas antibúnkeres más potentes del arsenal estadounidense. Asimismo, fue la segunda misión más larga jamás realizada por bombarderos B-2, superada únicamente por las de los días posteriores al 11 de septiembre de 2001.
“Este ataque representa un hito operacional por el uso combinado de tecnología furtiva, precisión de largo alcance y potencia penetrante sin precedentes”, destacó Hegseth.
Preparación ante posibles represalias
Aunque el ataque concluyó sin confrontación directa, las fuerzas estadounidenses en la región permanecen en alerta máxima ante posibles represalias por parte de Irán o de grupos aliados en Irak, Siria y el Golfo Pérsico.
“Estamos completamente preparados para responder a cualquier represalia o acción indirecta por parte de Irán”, advirtió el general Caine.
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