Santa Bárbara: Nueve reos llegan para quedarse en «El Pozo»

0
1940
nuevos reos en El Pozo
Reos que fueron llevados a Santa Bàrbara

SANTA BÁRBARA. Este jueves la Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional (FUSINA) realizó el traslado de nueve reos más a la cárcel «El Pozo».

Los privados de libertad que fueron enviados a la cárcel de Ilama son miembros de la Mara Salvatrucha (MS-13).

Hasta el momento las autoridades no han dado a conocer el nombre de los antisociales aislados en el nuevo recinto.

Esta acción confirma lo que adelantó hace unos días el presidente Juan Orlando Hernández, como parte de la la reestructuración del sistema penitenciario en el país.

Con los nueve reos trasladados, ya suman 56 los cabecillas de maras que permanecen en «El Pozo».

En la penitenciaria de Ilama, Santa Bárbara hay 84 celdas de máxima seguridad, lo que significa que en las próximas semanas serán trasladados más reos a El Pozo.

Cada celda de dos por dos metros permanece a oscuras. El recluso deambula de un lado a otro, entre la pared y la cama de cemento, han informado autoridades penitenciarias.

Cárcel ‘El Pozo’ es un infierno para mareros

Entre tanto, dentro de “El Pozo”, los reos de alta peligrosidad pierden, hasta la noción del tiempo. Al menos, eso es lo que se ha logrado observar en las primeras 48 horas, desde que 97 “Toros” (cabecillas de pandillas y paisas) fueron trasladados a una cárcel de máxima seguridad, para impedirles que sigan ordenando sus fechorías en la calle.

Encerrados en una celda de dos por dos metros, los segundos, minutos y horas pasan lentamente. Para quienes purgarán años de sentencia, “El Pozo” ya es un infierno. Se encuentran aislados inclusive de sus familiares, de sus apoderados legales e incluso entre ellos. Su recurso es gritar entre sí para comunicarse en un extraño lenguaje en clave, pero más no pueden hacer.

Asimismo, estos cabecillas de pandillas ya no tienen control sobre lo que pasa en el exterior de la prisión, donde apenas han transcurrido 48 horas, desde que el Presidente de la República, Juan Orlando Hernández, ordenó el aislamiento de 37 jefes de maras y pandillas al nuevo centro penal.

Puertas blindadas

Cada celda permanece a oscuras y sin aire acondicionado. Una pesada puerta, blindada, con cuatro mecanismos de cerrojo y un candado, son el primero de muchos obstáculos hacia la libertad de los presos.

Un agente penitenciario vigila cada módulo, desde una cabina especial, construida en el segundo nivel. Desde ahí todo se ve y todo se controla digitalmente.

Una pesada puerta blindada, con cuatro cerrojos y un candado, son el primer obstáculo hacia la libertad.

Una pesada puerta blindada, con cuatro cerrojos y un candado, son el primer obstáculo hacia la libertad.

Auxiliado por un moderno sistema de video, el agente es asistido por una veintena de cámaras de última generación. A sus espaldas, los controles de luces para celdas, pasillos y duchas.

En la puerta de cada celda, solo una ventana blindada de 10 por 10 pulgadas permite ver lo que pasa en el interior.

El aire solo entra a través de una ventana rectangular, reforzada con gruesos barrotes y una rejilla de hierro. Por momentos, el recluso no sabe si reír o llorar.

Se mueven inquietos de un lado a otro, confinados en el pequeño espacio que hay entre la pared, una cama de cemento y un urinario de aluminio reforzado.

No hay espejos de vidrio, no hay televisión, no hay radio, no hay libros que leer. El infierno es poca cosa.

Por la pequeña ventana, solo se puede observar el infierno, que también viven los 10 reos aislados en las celdas de los pasillos de enfrente.

Una jerga a gritos

Desde una cabina especial ubicada en el segundo nivel y blindada, un agente penitenciario observa todo lo que ocurre en los dos módulos de máxima seguridad.

Desde una cabina especial ubicada en el segundo nivel y blindada, un agente penitenciario observa todo lo que ocurre en los dos módulos de máxima seguridad.

Los “torones”, como se les denomina a los jefes, gritan una y otra vez, pero poco se entiende lo que dicen. La acústica del módulo lo impide.

“Queremos hablar con el director”, gritan desesperados. “Hace calor hermano, hace mucho calor”, “Esto es un infierno, sáquennos de aquí”, responden de otro lado.

Reos en El Pozo

“El Pozo” tiene dos módulos con una capacidad para albergar a 80 reos. En el módulo 1 están los cabecillas de la mara “18”, en el módulo 2, los cabecillas de la Mara Salvatrucha, Los Chirizos y uno que otro paisa.

Hay que cruzar cuatro puertas blindadas para acceder a cada módulo de máxima seguridad, desde el recinto para reos comunes.

Comida en carretones

La comida llega a “El Pozo”, a través de carretones. Los cocineros las conducen por un pasillo y dejan los carretones frente a dos ventanas especiales.

Cada día, el reo de máxima peligrosidad solo recibe los tres tiempos de comida y cuatro bolsas de agua.

El agente se auxilia de un moderno sistema de vigilancia. Más de una veintena de cámaras vigilan todo lo que pasa en “El Pozo”.

El agente se auxilia de un moderno sistema de vigilancia. Más de una veintena de cámaras vigilan todo lo que pasa en “El Pozo”.

Toda la comida se sirve en platos y vasos desechables. Antes de recibir un tiempo de comida, el reo debe devolver el vaso, el plato y la bolsa plástica de agua.

El desayuno se sirve a las 7:00 de la mañana y no es más que frijoles parados, mantequilla, una rodaja de mortadela, un vaso de café y una bolsa de agua.

El almuerzo se sirve a las 12:00 del día y es arroz o espagueti, un vaso de refresco, cuatro tortillas y una bolsa de agua.

La cena se sirve a las 5:00 de la tarde con una porción de arroz, frijoles parados, un pedazo de queso, un vaso de café y una bolsa de agua.

Higiene diaria

Cada reo de máxima peligrosidad tiene derecho a bañarse una vez al día. Las duchas están frente a las celdas y por su condición de peligrosidad, cada ducha es en sí una celda.

Al entrar a la ducha, se cierra la puerta blindada con cuatro cerrojos y se coloca el candado. Los reos sacan sus manos por una ventana para que el agente penitenciario retire los aros de presión.

Una ventana blindada de 10 por 10 pulgadas es todo lo que permite ver lo que pasa al interior de la celda.

Una ventana blindada de 10 por 10 pulgadas es todo lo que permite ver lo que pasa al interior de la celda.

Cinco minutos más tarde, el reo vuelve a sacar sus manos por la ventana para que le vuelvan a colocar los aros de presión y retorna a su celda.

Dentro de la celda, cada recluso solo tiene un retrete o servicio y un espejo de aluminio pulido fijado a la pared.

El cepillo dental, un tubo pequeño de pasta de dientes y un jabón, es todo lo que se asigna al recluso. Estos utensilios de aseo están en una caja plástica fuera de la celda.

Para sus necesidades fisiológicas, cada recluso recibe un rollo de papel higiénico a la semana.

Imposible asolearse

En el interior de los módulos es imposible acceder a la luz solar. Desde la cabina de controles, el agente penitenciario enciende y apaga las luces artificiales.

En el patio central de cada módulo la luz se enciende a las 6:00 de la mañana y se apaga a las 9:00 de la noche. Las celdas permanecen a oscuras y se encienden solo si un agente penitenciario debe ingresar a la misma.

Una ventana rectangular, reforzada con barrotes y rejilla de hierro, permite el ingreso de aire. Desde ahí muchos gritan pero poco se entiende. Sus palabras rebotan de una pared a otra.

Una ventana rectangular, reforzada con barrotes y rejilla de hierro, permite el ingreso de aire. Desde ahí muchos gritan pero poco se entiende. Sus palabras rebotan de una pared a otra.

Para recibir una hora de luz solar, el reo de máxima peligrosidad debe sacar sus manos, a través de una ventanilla para colocarle los aros de presión. Acto seguido, la celda se abre y el reo debe colocarse a la izquierda, en un punto fijo ya determinado, para que se le coloquen grilletes.

Con aros de presión en sus manos y grilletes en sus pies, el reo camina por el pasillo unos 10 metros hasta otra celda llamada patio de sol, que se ubica en el segundo piso del módulo.

El patio de sol no es más que otro infierno. Esta es una celda de cuatro por cuatro metros donde no se ven más que paredes y barrotes. Sobre sus cabezas se observa una rejilla de hierro y encima de ella el techo con láminas traslucidas.

De esta forma, el reo de alta peligrosidad no puede ni siquiera ver el cielo azul y despejado en verano o el cielo negro y nublado del invierno.

Atención médica disponible

Cada reo tiene un expediente médico y sus medicinas se encuentran sobre una mesa de cemento ubicada en el patio central de cada módulo.

En caso de enfermedad, el reo puede solicitar la asistencia de uno de los cuatro médicos que prestan su servicio en el lugar.

Cero privilegios en prisión

Cada ducha es una celda. Se entra con grilletes y los aros de presión se retiran de las manos hasta que la puerta está cerrada. El baño es de cinco minutos.

Cada ducha es una celda. Se entra con grilletes y los aros de presión se retiran de las manos hasta que la puerta está cerrada. El baño es de cinco minutos.

Por orden del Presidente Juan Orlando Hernández, todos los privilegios que tenían aún estando en prisión se les quitaron. Cada reo solo viste un overol anaranjado y su pelo es cortado al ras como medida de higiene. Lucir sus peinados extravagantes es un privilegio del que no gozarán más.

10 bolsas con ropa de “Cholos”

En la celda 102 del módulo 1, 10 bolsas con sus pertenencias parecen correr mejor suerte que sus propietarios. En cada bolsa hay ropa de cholos, anillos, cordones de oro con dijes de la mara 18, dinero en efectivo envuelto en rollos, libros (uno de ellos sobre Pablo Escobar), biblias, rosarios con una imagen de la muerte, billeteras, en fin.