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jueves, marzo 28, 2024

Nuevos liderazgos políticos

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Raúl Peña

Toda la corrupción que está apareciendo y de la cual los políticos y empresarios son los actores principales, refleja una emergencia nacional en todos los niveles de la sociedad, pues los robos y corruptelas repercuten en la estabilidad de todas las instituciones y golpean severamente a la clase media, dejándonos con una sociedad que se conforma por dos grandes grupos económicos: los muy ricos y los que les servimos o somos sus cómplices; salvo raras excepciones de hombres y mujeres honestos que viven en las sombras para no enfrentar la situación, conformándose algunos con mantener sus ingresos y estatus.

La actual coyuntura política ha dejado al descubierto que hasta las personas que más creemos correctas, podrían ser corruptos. Hemos visto morir empresarios, presidenciables, alcaldes, diputados, periodistas, abogados, fiscales y otros a causa de problemas relacionados con el involucramiento en actividades ilícitas, dejándonos claros que la descomposición social no ha dejado ningún espacio de la sociedad que no haya dañado; el miedo se ha apoderado de gran parte de la nación y el 60% ha dicho que prefiere emigrar a otro país y el cinismo de los gobernantes ha llegado a la cúspide a tal grado que al ser consultados sobre su involucramiento, el presidente de la república dice desconocer la noticia y el presidente del congreso – molesto – dice que no lo involucren en chambres, volteando la cara ante las interrogantes de algunos periodistas valientes que se atreven a preguntar y digo algunos, porque las grandes cadenas de radio, televisión y prensa han sido seducidos por el aroma a contrato de publicidad.

Los indignados, símbolo del reclamo de un pueblo, han sido minimizados – y tal vez, vencidos – por la escalada del gobierno para vender una solución unilateral que ignora la petición de la masa y por los grupos adyacentes al gobierno que disfrazados de sociedad civil, grupos empresariales, iglesias, ejército, policía, fiscalía, universidades y colegios de profesionales, se han prestado al juego de mantener las cosas como están. Los partidos políticos han venido a mostrar la radiografía del político actual, que no responde ni a intereses de partido, ni a intereses de país y que en algunos casos simplemente se conforman con participar en la agenda que se les presenta y esperar a que le den sus porciones de bolsas solidarias.

Los líderes de los partidos políticos, de la oposición, han sido arrastrados por las jugadas maquiavélicas que se han dado en el pleito LIBRE – PN y simplemente han ido apagando fuegos ante la falta de creatividad para presentar propuestas serias de nación y ante su propio egoísmo al no ceder su posición – salvo el caso de Villeda – han visto como se distorsionan sus bancadas, se asaltan posiciones y hasta se forman nuevas bancadas de disidentes que nunca tuvieron un arraigo a nada y que están cautivados por las ofertas que proporciona el apretar el botoncito que tienen en su curul.

Con ese panorama político a los hondureños solo nos quedan tres opciones: luchar, soportar o emigrar; la lucha, solo puede ser política, ya que con la nueva sociedad que hemos formado, la lucha armada con elementos del pueblo la ganarían TIGO y CLARO pues a nosotros lo único que nos interesa es estar viendo el celular y además, probablemente tendríamos que comprar gallinas chapinas para producir huevos de guerrero; por lo que la lucha que se avizora más factible es la política, pero con nuevos líderes que no estén contaminados por el día a día capitalino, donde calentar el asiento de un expresso, puede ser fácilmente llamado de trabajo.

La formación de nuevos movimientos políticos o partidos con gente honesta es urgente y el exterminio de las clases que se apoderaron de los partidos y los corrompieron es un imperativo, el abandono de la zona de confort por parte de los que tenemos algo es vital para garantizarle futuro a la Patria, el aparecimiento de grupos, asociaciones, frentes y comisiones internacionales de vigilancia como la CICIH u otras que de verdad pongan a los corruptos en las cárceles y no en sus casa u hospitales.Emigrar, es una solución, siempre y cuando se esté dispuesto ser un nómada sin Patria  y el terror nos haya doblado. Soportar es perder la dignidad por siempre y  graduarnos en la universidad de la humillación con el título de cobardes.
Aquí les dejo mi reflexión a los que pretendan emprender nuevos liderazgos.

raulpena@hotmail.com

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