AFP.- En Miami el español se oye en todas partes. En las tiendas, los bares y los restaurantes. En la consulta del médico o en el banco. Una omnipresencia que está cambiando la forma en la que se habla el inglés en la ciudad estadounidense.
Un estudio liderado por Phillip Carter, un profesor de Lingüística y de Inglés de la Florida International University (FIU), ha descubierto la existencia de un dialecto de ese idioma en el sur del estado de Florida.
Esta variedad del inglés incorpora calcos del español, esto es, expresiones traducidas literalmente desde esa lengua.
Así, en Miami una persona puede decir «get down from the car» en lugar de «get out of the car» por influencia de «bajarse del carro», o «put the light» en vez de «turn on the light» por «pon la luz».
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También se dice «make the line» (hacer cola) en sustitución del habitual «get in line» o «make a party» (hacer una fiesta) en lugar de «throw a party».
El inglés resultante suena extraño para los demás hablantes del país.
El uso de calcos es habitual entre los inmigrantes cuando aprenden el idioma de su país de acogida, pero suele desaparecer con las generaciones siguientes, explica a la AFP Carter, de 43 años.
Su estudio, realizado con entrevistas a ciudadanos de origen latinoamericano, demostró que en el sur de Florida no siempre es así.
«Nos sorprendió comprobar que muchas de estas expresiones no desaparecen con la generación de los inmigrantes«, dice el profesor. «Fue interesante ver que algunas se transmitían a sus hijos y a sus nietos. No todas, pero algunas permanecen. Por eso nos referimos a esto como un dialecto, algo que la gente aprende como primera lengua y que incluye algunos de estos rasgos influenciados por el español».
Fruto de la convivencia
Según el censo estadounidense, el 69,1% de la población del condado de Miami-Dade es hispana. La convivencia del inglés y el español es, por tanto, una realidad diaria para numerosos habitantes de la zona. Un fenómeno provocado por la llegada de cientos de miles de cubanos tras la revolución de 1959 en la isla y reforzado por movimientos migratorios desde otros países latinoamericanos como Colombia y Venezuela.
Esa cercanía entre idiomas, ese pasar constantemente de uno a otro, a veces en la misma frase, ya había creado el llamado «spanglish», una variedad del español llena de anglicismos y calcos del inglés, que se habla en varios lugares de Estados Unidos.
«No hay una sola lengua que no tenga palabras prestadas de otra», asegura Carter. «El préstamo es una realidad ineludible de las lenguas del mundo. Cuando hay dos lenguas habladas por la mayoría de la población, se producen muchos contactos lingüísticos interesantes».
Para Ody Feinberg los resultados del estudio de la FIU no son sorprendentes. «Lo veo mucho todos los días, porque la gente empieza a hablarme en inglés y, de repente, me dicen: ‘tú hablas español’. Y luego lo mezclan una y otra vez. Es bastante cómico», dice esta mujer de 62 años, asesora de clientes para Louis Vuitton en Miami.
Camilo Mejía, de 47 años, celebra la diversidad cultural de Miami, donde trabaja en una oenegé.
«Aquí no sólo aprendes sobre otras culturas, sino que también aprendes sobre una cultura que es fruto de que muchas personas de diferentes orígenes se hayan reunido, convivan y creen nuevas cosas juntas».