Redacción. La líder opositora venezolana María Corina Machado completó una extraordinaria y peligrosa fuga del control del régimen de Nicolás Maduro. El escape, que involucró meses de planificación, le permitió llegar a Oslo este miércoles para recibir el Premio Nobel de la Paz, un galardón que reconoce su firme resistencia. Machado, considerada la dirigente más importante de la oposición, llevaba más de un año oculta en un suburbio de Caracas.
Según reportó The Wall Street Journal, el régimen había prohibido a Machado inscribirse como candidata presidencial y la acusó de conspiración y terrorismo, cargos que organizaciones internacionales condenaron como políticamente motivados. A pesar de que el fiscal general de Venezuela advirtió que la declararían prófuga si intentaba viajar a Noruega, su plan de escape ya estaba en marcha.
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Poco antes del amanecer del lunes 8 de diciembre, una red venezolana con experiencia en evacuaciones clandestinas sacó a Machado de su refugio. La líder usó una peluca y un disfraz. Un vehículo la trasladó rumbo a la costa. El trayecto de 75 millas hasta un pequeño pueblo pesquero, donde una lancha la esperaba, tomó casi 10 horas. Machado y dos colaboradores pasaron por diez puestos de control militar. Cada punto de revisión representó un riesgo potencialmente mortal de arresto, pero lograron sortear todos los puntos sin ser detectados.
Peligroso
Machado abordó una lancha de madera para realizar un peligroso viaje a través del Caribe hasta Curazao. El diario detalló que fuertes vientos y el mar picado ralentizaron el trayecto.
Debido a que ataques aéreos estadounidenses han impactado más de 20 embarcaciones pequeñas en la región durante meses, el equipo hizo una llamada crucial a las fuerzas armadas de Estados Unidos. Alertaron a las unidades estadounidenses estacionadas en el Caribe sobre la identidad y los ocupantes de la embarcación para evitar un malentendido fatal. La fase más peligrosa de su fuga terminó cuando Machado arribó a Curazao.

El secreto se mantuvo imprescindible. Incluso el Instituto Nobel no sabía su paradero ni si llegaría a tiempo para la ceremonia; por ello, su hija, Ana Corina Sosa, aceptó el premio en su nombre. Horas después de aterrizar en Noruega, Machado apareció en el balcón del Grand Hotel de Oslo. Exiliados venezolanos la recibieron con banderas y el himno nacional, viéndola en público por primera vez en 16 meses.
«Durante más de 16 meses no he podido abrazar ni tocar a nadie», comentó Machado a la BBC al día siguiente. «De repente, en cuestión de horas, he podido ver a las personas que más amo, tocarlas, llorar y rezar juntas».
Hablando con periodistas el jueves, Machado dijo que el viaje a Oslo había sido «largo y peligroso». Afirmó que el premio les pertenece a las decenas de personas que arriesgaron sus vidas para ayudarla y al pueblo venezolano. El presidente del Parlamento de Noruega, Masud Gharahkhani, la recibió con un abrazo y dijo que el premio honra la lucha de Machado y «la voluntad del pueblo venezolano».
Acusaciones
En sus apariciones públicas, Machado reiteró sus acusaciones de larga data. Señaló que Maduro preside una «estructura criminal» financiada por el narcotráfico y el tráfico de personas, acusaciones que el gobierno niega vehementemente. Llamó a la comunidad internacional a ayudar a «cortar esos flujos» y presionar al régimen hacia una transición democrática.

Consultada sobre las operaciones estadounidenses que amenazaron su ruta de escape, Machado evitó respaldar acciones militares extranjeras. En su lugar, acusó al gobierno de Maduro de «entregar nuestra soberanía a organizaciones criminales».
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A pesar de su alto perfil internacional y de las amenazas que la esperan en Venezuela, Machado se mantiene firme en su decisión. «Por supuesto que voy a regresar», dijo a la BBC. «Sé exactamente los riesgos que estoy tomando. Estaré donde sea más útil para nuestra causa». Su estancia en el extranjero será breve. «Este reconocimiento le pertenece a mi país. Y pronto, muy pronto, lo llevaré de vuelta a casa».



