Redacción. La sensación térmica no es igual para todos: varios estudios confirman que las mujeres tienden a sentir más frío que los hombres, incluso cuando la temperatura ambiental es la misma. Esta diferencia tiene causas fisiológicas y hormonales que afectan la producción y conservación del calor corporal.
Un reciente metaanálisis publicado en Science Direct recopiló 83 estudios realizados en Europa y Asia, con participantes de entre 20 y 30 años. Los resultados muestran que las mujeres reportan mayor incomodidad térmica y temperaturas más bajas en la piel, especialmente en manos y pies, mientras que la temperatura central del cuerpo se mantiene relativamente más alta.

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Factores fisiológicos que influyen
Las diferencias se deben a características corporales: las mujeres tienen menor masa muscular, mayor porcentaje de grasa, menor tasa metabólica y volumen sanguíneo reducido. Esto limita la generación de calor y facilita su pérdida.
Además, su cuerpo responde rápidamente al frío estrechando los vasos sanguíneos de las extremidades para proteger los órganos internos, lo que aumenta la sensación de frío en manos y pies.
El papel de las hormonas
Los cambios hormonales también modifican la percepción térmica femenina. Durante la segunda mitad del ciclo menstrual, la progesterona eleva la temperatura interna hasta 0,8 °C, alterando cómo se siente el frío. Durante el embarazo, tanto la temperatura central como la de la piel aumentan, mientras que en la menopausia los sofocos y escalofríos provocan fluctuaciones térmicas.
Consecuencias en el confort y la eficiencia energética
Pese a la evidencia científica, los estándares de confort térmico siguen basándose en modelos de “hombre promedio”. Esto provoca que las mujeres ajusten más la calefacción en oficinas y hogares compartidos, aumentando el consumo energético y generando molestias frecuentes. Factores individuales como el índice de masa corporal, la genética y la aclimatación también influyen en la percepción del frío.
Hacia soluciones más justas
Adaptar la climatización a las diferencias fisiológicas y hormonales puede mejorar el bienestar de todos y optimizar la eficiencia energética. Entender cómo perciben el frío mujeres y hombres permite diseñar espacios interiores más confortables y saludables, donde nadie tenga que sacrificar su comodidad.
En definitiva, la ciencia confirma que las mujeres sienten más frío que los hombres, y esta realidad tiene bases biológicas y hormonales claras. Reconocerlo es clave para crear ambientes inclusivos y eficientes.

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