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miércoles, febrero 12, 2025

Motocicletas robadas: un creciente delito que transita sin frenos en Honduras

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Tegucigalpa, Honduras. Hoy en día, la motocicleta es uno de los medios de transporte más utilizados por los hondureños; sin embargo, miles de motociclistas viven sumidos en el miedo y la desesperación debido a la creciente ola de robos de estos vehículos que azota diversas zonas del país.

Estos actos delictivos se han transformado en un lucrativo negocio para las organizaciones dedicadas al sicariato y al crimen organizado que operan, en muchos casos, con total impunidad.

Diario Tiempo logró verificar que los robos de motocicletas en Honduras se ha convertido con el pasar de los años en una industria criminal bien organizada, que va mucho más allá del simple hurto para la reventa de partes.

Motocicletas robadas: un negocio rentable para el crimen en Honduras
Motociclistas temen por su seguridad mientras el robo de motocicletas se convierte en un negocio lucrativo para las organizaciones criminales.

Detrás de cada moto robada hay redes que alimentan el sicariato, talleres clandestinos y el tráfico ilegal de vehículos. A pesar de los esfuerzos de las autoridades, los índices de recuperación son bajos y las víctimas quedan desprotegidas, enfrentando no solo la pérdida de su bien material, sino también el riesgo de seguridad personal al intentar recuperarlas por cuenta propia.

Motocicletas más robadas

Para informar a la población hondureña sobre los modelos de motocicletas más robados en el país, Diario Tiempo se abocó a la Dirección Policial de Investigaciones (DPI), la entidad responsable de recibir las denuncias y llevar a cabo las investigaciones correspondientes en casos de robos de vehículos.

Gisela Santos, portavoz de la DPI, compartió las estadísticas de vehículos recuperados durante este año. Sin embargo, no reveló la cantidad de denuncias ni los modelos más robados en Honduras, debido a restricciones relacionadas con las investigaciones en curso.

«Hasta la fecha se han recuperado más de 200 vehículos en todo Honduras solo en el mes de enero. La DPI mantiene varias investigaciones en curso que tienen que ver con el hurto de vehículos tanto en Tegucigalpa como en otras zonas de Honduras», detalló Santos.

Gisela Santos: «La DPI está implementando mecanismos para recuperar las motocicletas robadas y también para capturar a los delincuentes».

La portavoz de la DPI aclaró que no se puede proporcionar información sobre los vehículos robados, ya que hacerlo podría poner en riesgo tanto a los propietarios como al desarrollo de las investigaciones.

No obstante, admitió que la cantidad de motocicletas robadas en Honduras es alarmante, aunque no brindó cifras exactas.

Para comprender mejor la situación, se llevó a cabo una encuesta entre más de 50 motociclistas, pertenecientes a grupos de amantes de las motocicletas de la capital, denominados stunt, y a colectivos de repartidores en el país. Los resultados revelan cuáles son los modelos más vulnerables al robo según los usuarios.

Las motocicletas se dividen en marcas tales como:

1- Yamaha (35 % de incidencia en la encuesta):
  • FZ 250 (50 %)
  • XTZ (20 %)
  • Crux y YBR (20 %)
  • DT 175 (10 %)
2- Bajaj (30 %):
  • NS 200 (75 %)
  • Dominar (15 %)
  • N250 (5 %)
  • NS125 (5 %)
3- Honda (15 %):
  • CB190 (50 %)
  • XBlade (30 %)
  • XR150 (10 %)
  • Navi (10 %)
Alguna marcas antes mencionada han sido recuperadas por la DPI.
4- KMF/Genesis (10 %):
  • KMF 200 (65 %)
  • KMF 150 (15 %)
  • GXT 250 (15 %)
  • Rally 250 (5 %)
5- TVS (5 %):
  • Apache RTR 200 (80 %)
  • Raider (10 %)
  • Apache 160 (5 %)
  • HLX 150 (5 %)
6- Itálica (5 %):
  • Zmoto 150 (50 %)
  • DM 200 (20 %)
  • FT 150 (20 %)
  • Vortex 200 (10 %).

Entre todas estas marcas, hay algunas que se repiten con frecuencia en las recuperaciones de la DPI: NS 200, KMF 200, GSR 250, FZ 250/200, las Crux y YBR de Yamaha. Estos modelos son los más populares entre los motociclistas y también entre los delincuentes, debido a su alta demanda en el mercado negro.

Historias de frustración

Detrás de cada estadística hay historias reales, como la de José Manzanares, quien ha sido víctima de robo en tres ocasiones en Tegucigalpa.

“De las tres motos que me robaron, solo pude recuperar una. Lo más frustrante es que encontré una de ellas en Marketplace, vendida por un perfil falso. Avisé a la DPI, pero nunca hicieron nada. La publicación desapareció al poco tiempo y nunca supe más de mi moto”, relató.

Otro caso es el de Luis Rodríguez, quien confió en la tecnología para proteger su motocicleta, instalando un GPS de rastreo.

Las motocicletas robadas alimentan un mercado negro controlado por grupos criminales, según la DPI.

“Cuando me la robaron, pude rastrearla hasta una colonia peligrosa. Fui con la esperanza de recuperarla, pero cuando llegué, me amenazaron de muerte si no me iba. Ahí me di cuenta de que no eran ladrones comunes; era una red organizada que operaba sin miedo a la ley”, contó con evidente frustración.

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Estos testimonios reflejan una triste realidad: las víctimas no solo deben enfrentar la pérdida de su vehículo, además deben lidiar con la indiferencia de las autoridades y el riesgo de sufrir violencia si deciden actuar por cuenta propia.

Talleres clandestinos, el corazón del mercado negro

Las motocicletas robadas no suelen permanecer mucho tiempo en su estado original. Muchas son desmanteladas en talleres clandestinos, donde las piezas son vendidas por separado en el mercado negro.

Otras son “gemeleadas”, es decir, pasan por un proceso a través del cual les cambian el número de chasis y motor para hacerlas pasar por legales.

Estos talleres funcionan como el eslabón principal de una cadena delictiva que incluye a ladrones, mecánicos corruptos y compradores que, en muchos casos, saben que están adquiriendo productos robados.

Las víctimas de robos enfrentan la difícil realidad de ver cómo su única fuente de ingresos es arrebatada de la noche a la mañana.

La falta de control y la corrupción en algunas instituciones facilitan que estas operaciones continúen sin mayores consecuencias.

Motocicletas al servicio del crimen organizado

Otro aspecto alarmante es el uso de motocicletas en actividades delictivas más graves, como el sicariato. Debido a su maniobrabilidad y velocidad, las motos son ideales para cometer asesinatos y huir rápidamente del lugar del crimen.

Las autoridades han confirmado que varios casos de homicidios están relacionados con motocicletas robadas, lo que demuestra cómo estos vehículos se convierten en herramientas para delitos de alto impacto.

Además, las motos permiten a los delincuentes moverse con facilidad en zonas urbanas congestionadas y en áreas rurales de difícil acceso, lo que dificulta aún más el trabajo de las fuerzas de seguridad.

Modus operandi 

Según investigaciones realizadas por la DPI, el modus operandi de este grupo delictivo organizado consiste en identificar el objetivo. Posteriormente, los miembros de la pandilla o mara seleccionan motocicletas que consideran vulnerables o de fácil acceso para su robo.

Luego, observan zonas de las diferentes colonias y barrios en busca de vehículos y motocicletas estacionados en lugares poco transitados o con medidas de seguridad insuficientes.

taller desmantelamiento motos robadas
Las motocicletas robadas suelen desmantelarse para vender sus piezas en el mercado ilegal.

Una vez seleccionado el objetivo, los delincuentes proceden a robar la motocicleta, utilizando diferentes técnicas, como la manipulación de cerraduras o el uso de herramientas para forzar el encendido.

En algunos casos, pueden amenazar o atacar físicamente a los propietarios de los vehículos. Además, estos criminales dejan las motocicletas robadas estacionadas en diferentes sectores de la capital, con el objetivo de evitar su pronta detección.

¿Qué está fallando?

La falta de resultados contundentes por parte de la DPI genera una sensación de desprotección entre la población. Aunque se realizan operativos y se anuncian recuperaciones de motocicletas, la realidad es que la mayoría de los casos quedan impunes.

Muchas de las víctimas sienten que deben luchar solas contra un sistema que parece estar diseñado para no funcionar. «Estamos solos, la verdad. Las autoridades brillan por su ausencia, hoy en días solo nos atendemos a la suerte para poder recuperar una motocicleta robada», expresó un miembro de stunt.

Cada día, más hondureños se ven obligados a vivir con el temor de ser víctimas de un robo.

Las motocicletas aseguran que las autoridades necesita tener un enfoque integral que, además de persiguir a los ladrones, desmantele las redes criminales que operan detrás de cada vehículo robado.

Situación agravante

Tras varios días de investigación, Diario Tiempo llegó a la conclusión de que el robo de motocicletas en Honduras pasó de convertirse en un delito menor a un problema estructural que afecta la seguridad, la economía y la confianza de la población en las autoridades.

Mientras los delincuentes operen con impunidad y las instituciones no actúen de manera efectiva, el miedo y la frustración seguirán siendo parte de la vida diaria de miles de motociclistas hondureños.

Las motocicletas robadas no son solo números en un informe policial, también son el reflejo de un país que necesita urgentemente soluciones reales para un problema que afecta a todos.

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