Félix Cesario
Por convicción civilista fui, soy y seré antimilitarista. El poder castrense se origina en la vieja Grecia y según relata la historia puesta en boca de Platón, este afanado filósofo, con uno que otros bemoles, aconsejaba que “el poder militar era una casta indispensable para la democracia”. La historia ya ajusto cuentas con ARISTOCLES, que en realidad era el nombre verdadero del Platón…el apodo es historia.
Ubicándonos en nuestro patio, desde niño, he visto a los militares como enemigos jurados contra el humilde habitante hondureño, flagelo contra los campesinos y contra los que se les denominaban “cheles o colorados” hablo concretamente de las postrimerías de la DICTADURA CARIISTA, que alcance a vivir en mis años de escuela, allá en aquel pueblito de San Francisco de la Paz, corazón del departamento de Olancho, el viejo. En esa comarca mire con cierto asco, como hombres vestidos de militares golpeaban y amarraban como garrobos a humildes y pudientes y horrados hombres de mi pueblo solo por ser liberales.
Allá en ese pueblito que les digo, cada quince de setiembre miraba como lo observo hoy, a los alumnos haciendo maniobras de marchas militaristas. Tendría yo unos 8 años cuando fui castigado ese 15 de setiembre, por el solo hecho de no haber doblado mis rodillas frente a los sospechosos personajes que estaban en una tarima en la cual se encontraba el señor director de la Escuela Mixta Lux, el venerable maestro Félix Alvarenga Miralda, mi abuelo materno y furibundo seguidor del presidente y dictador Tiburcio Carias. Ese fue mi primer rechazo al comportamiento militar escolar.
Hoy por hoy, veo sin asombro de cómo las y los niños desde la preparatoria, escuelas y colegios son idiotizados con sus payasadas, propias del ejército nacional. Es decir, copian hasta la perfección las maniobras castrenses de cómo ser aparentemente dócil al poder civil gubernamental, y de cómo se deben humillar los estudiantes doblando sus rodillas ante la tribuna de honor misma que, como la viví en mis años escolares, los desfiles son humillantes sus actitudes serviles al hacerle reverencia al Calígula del momento y a una banda de sospechosos personajes.
Hemos visto sin asombro de cómo se desagradan las señoritas colegialas al obligarlas a usar prendas en miniaturas que dejan verles su partes íntimas y esto hace que los proxenetas, en su mayoría los mismos Secretarios de Estado las contacte y las prostituyan; ejemplos ahorita está en la palestra pública, una ex palillona en el ojo del huracán de la corrupción estatal.-Y esta es una de las tantas que los enfermos sexuales escogen como víctimas para sus bajos instintos.
Esa conducta, ese comportamiento de conmemorar y de honrar a la patria, cada 15 de setiembre, con el supuesto que celebramos el cumple años patrio con la falsedad de una falsa independencia, no es la mejor manera de venerar a la república, con despliegue de armamentismo, con maniobras como si se fuera a una supuesta guerra; con jovencitas mostrando las nalgas y algo más; con niñas y niños ejecutando maniobras estrictamente y anulativas a la soldadesca hondureña es censurable y dañina, por lo mismo Francisco Morazán, el mártir de la unión fallida en Centro América, los increpa así: “y con esto actos celebran mi muerte y el cumple años de la patria”.
No nos queda ninguna duda de que el acondicionamiento conductual militarista está bien cimentada en la mente de las y los hondureños. Quizás a eso se deba, no hay otra explicación, que nuestras y nuestros compatriotas sean indiferentes ante el poder y el deber de la insubordinación popular, de que nos manda el artículo 3, de nuestra constitución. Somos un país en donde los habitantes, desde los años escolares, nos castraron mentalmente con las nocivas maniobras militares. A ello es que se deba, y no hay duda que no protestamos cuando así lo demanda el abuso gubernamental. les recordamos a nuestros compatriotas que “las ballonetas sirven para todo menos para enseñar a leer o para sentarse en ellas”.
