Las vacaciones de verano de Lionel Messi se han convertido en una pesadilla de la que parecería no poder despertarse. Cuando pensaba que lo peor había pasado con la derrota de la final de la Copa América Centenario, Hacienda le sorprendió con una condena de dos años(excarcelable) por defraudar algunos de los muchos millones que ganó a golpe de puntapiés y carreras meteóricas en zigzag. Para colmo, su mundo, el del fútbol argentino, se hunde en la peor de las crisis.
Así no hay quien levante cabeza y mucho menos en Argentina, donde las masas le persiguen por medio de las redes sociales y los medios de comunicación para que «Lío vuelva» a la selección. Se lo pidió hasta el presidente Mauricio Macri, los campeones del Mundial 86 e incluso Pelé, que trató de echarle un capote al reconocer que «todos fallamos un penalti alguna vez».
Pero ahora, aunque quisiera, lo más lejos que llegaría Messi sería a decir que se pone a disposición de un ente fantasma porque Argentina no tiene director técnico, no existe un «plantel» definido para la selección nacional y la AFA (Asociación de Fútbol Argentino) está descabezada y bajo la lupa, en simultáneo, de la justicia y del Gobierno.
Todo le está saliendo mal a Messi que, cuando apenas puso un pie en su Rosario natal, colocó el otro en el avión y se fue volando con su familia rumbo a las Bahamas. El «quilombo» (follón en lunfardo) lo dejó tras de sí y la amargura del verano más triste de su carrera le acompañó con un equipaje de todo menos ligero.
En la blanca arena de las islas que sobreviven gracias al turismo y los bancos, «la pulga», según los medios locales, analiza tomarse un año sabático para recuperar fuerzas (y adquirir fortaleza mental) que le permitan volver con un regreso apoteósico a los próximos mundiales de Rusia 2017.
Junto a su mujer, Antonella Rocuzzo, y a sus hijos Thiego y Mateo, el de momento exnúmero 10 de la selección argentina descansa en un hotel clásico modelo «all inclusive» y se deja crecer, aún más, la barba con la que últimamente se dejaba ver. Imposible pasar desapercibido, el crack argentino, como se refieren al jugador del Barcelona, firma de cuando en cuando autógrafos y se hace fotografías con sus seguidores.
Argentina con y sin él, arde ante un escenario insólito que la deja, virtualmente, fuera de los Juegos Olímpicos de Brasil del mes que viene. Mientras, el capitán de esa selección imaginaria medita su futuro entre las olas y la brisa caliente. Quizás, pueda olvidar los momentos vividos y, de paso, las palabras del fiscal española cuando se refirió a él como a un «capo de una estructura criminal».
