Messi, al borde del abismo en el Mundial

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La magia del «gol del siglo», que Diego Armando Maradona firmó el 22 de junio de 1986 en los cuartos de final del último Mundial que encumbró a la Albiceleste, fue correspondida por el relato de Víctor Hugo Morales:

«¡En una corrida memorable! ¡En la jugada de todos los tiempos! Barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés, para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina?», relató.

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La era de Maradona vs la era de Messi.

El locutor de origen uruguayo cerró el festejo agradecido a Dios por el fútbol; por Maradona, por aquellas lágrimas y por aquel memorable Argentina-Inglaterra.

Este viernes regresó a la mente de quienes habitan Buenos Aires; Rosario, Córdoba, Mendoza, Concordia, Lanús o Santa Fe.

Treinta y dos años más tarde de aquel eslalon icónico. El combinado argentino coquetea con el adiós en el Mundial de Rusia.

El ídolo de entonces asoma desde la grada reclamando «huevo» a un grupo de futbolistas descuidados en lo táctico. Hundidos por el desasosiego de las tres finales perdidas en los cuatro últimos años.

El grupo que capitanea Lionel Messi cedió en la prórroga en el Mundial de Brasil 2014. En la Copa América de 2015; y en la edición Centenario, celebrada en Estados Unidos un año después, la Albiceleste retrasó su desgracia hasta la tanda de penaltis.

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El grupo que capitanea Lionel Messi cedió en la prórroga en el Mundial de Brasil 2014. En la Copa América de 2015.

Esa última derrota acabó por descomponer al fútbol argentino. La AFA se sumió en una grave crisis institucional. Por desmembrar a un equipo incapaz de seguir girando alrededor del ’10’. 

Ni con Edgardo Bauza, tras la renuncia de Tata Martino; ni con Jorge Sampaoli, después de que Claudio Tapia tomara la presidencia.

Ganador de cinco Balones de Oro vestido de azulgrana, Messi sufre como ninguno esta desdicha de Argentina. «Si lo vieran como lo vimos sufrir y llorar», contó su madre, Celia, a Canal 13. «Él más que nadie daría cualquier cosa para que éste sea su Mundial», dijo.

La creencia de que sería «ahora o nunca», tal y como repitió en la antesala del certamen, consumió a Messi. Dudó desde los once metros ante Islandia (1-1) y se presentó abatido al choque ante la selección croata.

Sin ánimo pareció aceptar la derrota (0-3). Se marchó de Nizhni Novgorod con un solo tiro, en la segunda mitad, y escasa participación -dio 27 pases, recibió 29-. 

En 90 minutos no se despegó de la flaqueza mostrada segundos antes del comienzo del envite, cuando tapó su mirada taciturna con sus manos. 

Esa imagen que resume su presente en Argentina encuentra su contrapunto en Barcelona, en enero de 2011, cuando recogió exultante otro balón de oro.

Lo hizo especial verse arropado por Andrés Iniesta y Xavi Hernández, los mayores promotores del ‘estilo Barça’ y los mayores impulsores de la genialidad de Messi. Argentina, sin embargo, no supo o no quiso replicar ni al 8 ni al 6.

Javier Mascherano y Lucas Biglia formaron en el estreno de la Albiceleste ante Islandia. Ante Croacia, el Jefecito resistió en el ‘once’ para formar esta vez junto a Enzo Pérez. 

El centrocampista de River Plate, fuera de la primera lista mundialista, fue el elegido en detrimento de Giovani Lo Celso, Ever Banega, Cristian Pavón o Paulo Dybala, quien se había ofrecido a Sampaoli para «jugar en cualquier lugar del medio en adelante».

Al preparador argentino le queda un partido, ante la escuadra nigeriana, para despedir el Grupo D. «Hay que buscar la posibilidad de que Argentina esté en la segunda fase.

Esperábamos que fuese muchísimo más sencillo, pero estamos como en la clasificación, a último momento, con mucha presión», recordó. Entonces Messi resolvió en Quito. Ahora vuelve a ser él o el abismo.

EFE