REDACCIÓN. La investidura de Donald Trump este lunes no solo ha sido una de las más comentadas por su regreso a la Casa Blanca cuatro años después, sino también por el hecho histórico de celebrarse en el interior del Capitolio, algo que no ocurría en décadas.
Este evento de gran trascendencia ha acaparado la atención de los medios, que no dejaron de captar cada instante de la ceremonia.
En particular, la imagen de Trump y su esposa, Melania, llegando a la iglesia episcopal de St. John, situada frente a la Casa Blanca, fue una de las más fotografiadas.
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Sobriedad
Melania Trump sorprendió con un estilismo sobrio que contrastó con la elección de su atuendo en la primera investidura de su marido. En esta ocasión, optó por un vestido abrigo abotonado en azul oscuro, con cuello de chaqueta y solapas de pico. Este, lo combinó con una camisa blanca visible por el cuello.
Para complementar el conjunto, eligió unos guantes negros de cuero y un sombrero de ala ancha del mismo tono, adornado con un ribete blanco.
El color azul oscuro elegido por la primera dama transmitió una sensación de frialdad y seriedad. Expertos en el color asociaron este tono con el aislamiento. Esto, en contraste con el color celeste que Melania había lucido en la investidura de 2017, un tono que evocaba inspiración y tranquilidad.
El sombrero de ala ancha, que le cubría gran parte del rostro, también jugó un papel importante en la transmisión de la imagen.
Al ocultar su expresión, el accesorio generó una sensación de desconfianza e incertidumbre, una elección estilística que no pasó desapercibida y que se aleja del estilo más accesible que en otras ocasiones la primera dama ha mostrado.
