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viernes, abril 19, 2024

La mendicidad, otra de las secuelas del Coronavirus

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TEGUCIGALPA, HONDURAS. Emerson Ariel Valladares, es un hondureño de 29 años de edad, esposo y padre de familia, que lucha diariamente para llevar el sustento a su hogar.

Aunque para hacerlo ha tenido que recurrir a la mendicidad, un problema social que crece y crece en Honduras.

Trigueño y de estatura promedio, Emerson Ariel era dueño de su propio negocio. Pero relata que tuvo que recurrir a pedir limosna en la calle, ya que producto de la pandemia del Covid-19 no pudo seguir con su pequeña empresa y perdió su fuente de ingreso estable.

Él cuenta que cuando su taller y negocio de lavado de carros dejó de operar, empezó a subsistir con los ahorros que había obtenido de su trabajo.

Pero dijo que era consciente de que ese dinero “tarde o temprano se iba a acabar” y llegó el día que eso sucedió.

El joven narra que tras quedarse sin dinero para subsistir buscó la forma de obtenerlo y a través de amigos lograba tener trabajos temporales que le permitieran salir adelante por unos días. Pero eso no alcanzaba para alimentar a su familia y mucho menos para pagar alquiler, servicios públicos y que sus hijos recibieran educación de calidad.

Emerson Ariel manifiesta que antes de la pandemia del Covid-19 la situación del país era difícil y que actualmente es mucho peor porque los empleos están escasos, las empresas redujeron al personal y el desempleo aumentó más en Honduras.

Valladares relata que durante su búsqueda laboral encontró una oportunidad de empleo en un supermercado de la capital hondureña, en el cual trabajó por varios días.

Pero cuando laboraba en dicha empresa se enfermó de Coronavirus y los jefes decidieron despedirlo sin ninguna consideración posible. El desempleo se había apoderado nuevamente de su vida.

Él dice que después de ser despedido injustamente, tuvo que volver a iniciar la búsqueda de un empleo que le diera lo necesario para llevar alimento a su hogar.

Pero la situación cada día se empeoraba al no encontrar ningún trabajo que le diera una fuente de ingreso para vivir y pagar las deudas que con el tiempo iban en aumento.

En esas circunstancias, Emerson detalló que recurrió a pedir limosna en la calle. Y como él mismo expresa: “Nunca pensé verme pidiendo trabajo y comida en la calle. Pero la situación me orilló a eso y nunca pierdo la esperanza en que Dios me va a ayudar a salir de este mal momento”.

mendicidad en Honduras
Emerson Ariel Valladares, padre de familia que tuvo que recurrir a la mendicidad para subsistir y llevar alimento a su hogar.

Emerson Ariel describe que cuando se encuentra en la calle con su respectivo cartel, algunas personas lo insultan y le dicen “vago sin oficio, busca a trabajar”; ninguno sabe realmente que la necesidad y la falta de un empleo lo impulsó a esa situación. En otras ocasiones, los conductores de vehículos “me tiran el carro encima, como si ser méndigo fuera un delito”, expresó con dolor el joven.

Este padre de familia dice que lo único que desea es un empleo para tener una fuente de ingreso y poder llevar alimento a su hogar.

Por lo que pide que alguien le brinde una oportunidad de trabajo y “dejar de ser un méndigo en un país donde la vida no vale nada”.

Cifras alarmantes

Lo que vive Emerson Ariel Valladares es solo uno de los muchos casos de pobreza y falta de empleo que hay en Honduras que aumentan los índices de desempleo en el país.

El Boletín Económico N°15 de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), indicó que a raíz de la crisis sanitaria provocada por la pandemia del Covid-19 y de los fenómenos naturales Eta e Iota, la tasa de pobreza de los hogares hondureños, medida a través del Método de la Línea de Pobreza, mostró un incremento sin precedentes al pasar del 59.3 % de los hogares pobres en 2019 a una estimación aproximada del 70.0 % en 2020.

Así mismo, el documento señaló que el comportamiento promedio del crecimiento económico del país durante el periodo 2001 a 2020 fue de 3.3 %. Ese promedio resultó ser insuficiente para reducir significativamente los niveles de pobreza e impulsar el desarrollo económico, generando únicamente una falsa ilusión de bienestar.

Este problema ha permanecido en las últimas décadas, agravándose cada vez más, pese al importante gasto social ejecutado por los diferentes gobiernos y la fallida Estrategia de Reducción de la Pobreza, reza el boletín de la UNAH.

Además, el documento manifestó que la pobreza extrema, que incluye los hogares cuyos ingresos son insuficientes para cubrir al menos el costo de la canasta básica alimentaria, ha mantenido un comportamiento más fluctuante agravando su situación con la actual crisis económica, con la cual se han visto afectados el 53.4 % de los hogares.

Por otra parte, el Boletín Económico N°14 de la UNAH, mostró de manera científica la precarización del empleo en el país; la cantidad de ocupados pasó de 4 millones en el 2019 a 3 millones 655 mil en el 2020.

Así mismo, el documento oficial de la máxima casa de estudios señaló que el desempleo abierto pasó de una tasa del 5.7 % en el 2019 a un 10.9 % en el 2020. Esta última cifra indica que unas 400 mil personas actualmente carecen de un puesto de trabajo.

Sumado a ello, el número de desalentados (personas que se cansaron de buscar un empleo) se incrementó a más de 600 mil personas. Esta situación agrava las condiciones de empleabilidad en el mercado del trabajo.

Además, el boletín indicó que el subempleo afectó a siete de cada diez trabajadores ocupados, incidiendo negativamente en sus ingresos. En gran parte explicado por qué las empresas han tenido que optar por modalidades de empleo temporal y a tiempo parcial para compensar los desajustes en su producción y ventas.

De la misma manera, presentó que la situación de los ocupados (los que tienen empleo) no es favorable; apenas el 29.9 % de estos se encuentran en condiciones de empleo adecuado y el 70.1 % en situación de subempleo. El subempleo visible se ha vuelto mucho más notorio y se duplicó en el último año, mientras que el invisible se redujo en un 20.2 % mostrando así una situación de precariedad en términos de tiempo e ingresos para los trabajadores hondureños.

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Fenómeno social

Y Emerson Ariel Valladares es solo uno de los muchos rostros que tiene la pobreza, el desempleo y la mendicidad en Honduras.

Según el sociólogo, Julio Navarro, la mendicidad es una situación de carácter social, familiar o individual a la que se ven obligadas las personas cuando pierden el empleo y pierden los mecanismos de sobrevivencia para adquirir los bienes esenciales que necesitan para sobrevivir, ya sea comida, vestuario o medicamentos.

Navarro opinó que la mendicidad es un fenómeno social de carácter humanitario; es inherente al ser humano por el instinto de sobrevivencia que tiene porque las personas no nacen méndigos ni escogen la mendicidad como una ocupación más.

Por lo general, aseguró Navarro, los que andan en la mendicidad han sido empujados por alguna condición social, económica o de marginamiento; por lo que buscan las calles para adquirir los bienes que les garantizarían sobrevivir.

Además, el sociólogo dijo que el fenómeno del Covid-19 permitió que una gran cantidad de hondureños perdieran sus empleos, su sustento diario y tuvieran que gastar sus ahorros; por lo que fueron motivados, de forma involuntaria, a recurrir a la mendicidad como una forma de subsistir.

El fenómeno del Coronavirus golpeó más a los países donde su población es muy pobre y no tienen beneficios sociales del Estado, agregó.

Del mismo modo, manifestó que muchos hondureños que nunca se imaginaron que iban a adquirir la condición de mendicidad han tenido que salir a pedir limosna a las calles. Se puede observar que muchas personas que piden se tapan su rostro, ya sea con carteles, gorras o con las manos.

Esta forma de cubrirse demuestra que no son méndigos habituales, sino que es una mendicidad producto de las condiciones sociales y económicas que vive Honduras, derivado de la pandemia del Coronavirus, concluyó Navarro.

Mendicidad catalogada como delito

Mucho se habla de la mendicidad que viven muchas personas en el país a causa de la falta de empleo; se habla poco de la mendicidad forzada que realizan muchos individuos para explotar a personas vulnerables y obtener dinero por medio de la limosna.

Según el abogado penalista, Marlon Duarte, la mendicidad forzada es cuando se aprovecha de menores de edad, adultos mayores o de una falsa discapacidad física para obtener dinero por medio de la limosna.

Pero en Honduras no podría aplicarse la mendicidad forzada como delito, porque en realidad existe una causa o justificación legal del porque las personas andan pidiendo dinero en las calles, tomando en cuenta que Honduras es uno de los países más pobres del mundo.

Sin embargo, Duarte recalcó que en Honduras, quienes utilicen de forma forzada niños, niñas, jóvenes, mujeres y adultos mayores para obtener dinero por medio de la limosna, sí pueden ser acusados ante la ley y en ese caso la mendicidad se considera delito.

Por otra parte, la defensora de Derechos Humanos, Itsmania Platero, indicó que la mendicidad va aumentando y las personas que ya no tienen trabajo recurren a pedir limosna en las calles, debido a que no hay opciones de trabajo en el país.

Platero opinó que los políticos no están interesados en darle empleo a los hondureños, no hay opciones de prevenir la violencia y el hambre, ni siquiera la mínima intención por parte del Estado de generar fuentes o recursos para subsanar esa problemática social.

Así mismo, manifestó que es obligación del Estado, de las instituciones y de los funcionarios públicos velar por los derechos humanos de todas las personas que se encuentran en las calles pidiendo limosna para subsistir en Honduras. Los méndigos son motivados por el hambre y por ello recurren a la mendicidad, recalcó Platero.

Y así como Emerson Ariel Valladares existen miles de hondureños que impulsados por el desempleo tuvieron que recurrir a la mendicidad para llevar alimento a sus hogares y buscar la forma de subsistir, en un país donde nadie es empático con el sufrir ajeno.


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