REDACCIÓN. En las últimas semanas, las deportaciones de migrantes centroamericanos se han intensificado, y las voces de los hondureños retornados revelan la crudeza de la realidad que enfrentan a su regreso.
Testimonios de migrantes hondureños deportados dan cuenta del sufrimiento, la desesperación y la incertidumbre de miles de migrantes que, después de arriesgarlo todo por un futuro mejor en Estados Unidos, se ven obligados a regresar a un país que, lamentan, está marcado por la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades.
Alberto, Alex y Henry relataron a Diario Tiempo las duras circunstancias a las que se enfrentan tras ver frustrado su deseo de establecerse en suelo estadounidense.
«Un golpe muy fuerte»
Alberto, uno de los miles de hondureños deportados, relata su experiencia con una voz cargada de dolor. «Fue un golpe muy fuerte«, confiesa. «Salí de Honduras buscando un futuro mejor para mis hijos. Quería brindarles la oportunidad de tener una vida más digna, algo que aquí, en mi país, no podía ofrecerles. No fue una decisión fácil, pero sabía que si me quedaba, no haría nada aquí. Decidí arriesgarme y salir rumbo a Estados Unidos, donde viven mis hermanos y donde creí que podría empezar de nuevo».
Sin embargo, su sueño se desvaneció cuando fue detenido en la frontera y pasó más de 40 meses en prisión. «La experiencia fue dura«, recuerda. «Al final, en noviembre de 2024, me mandaron de vuelta a mi país. Ahora me encuentro aquí, pero la realidad es que no tengo nada. No tengo dinero, no tengo trabajo, no tengo las oportunidades que soñaba».
Alberto había intentado emprender en su país, pero las organizaciones criminales lo obligaron a abandonar sus esfuerzos. «Me extorsionaron, me amenazaron de muerte, estuve a punto de perder la vida. Aquí, en Honduras, es imposible vivir en paz cuando tienes que lidiar con ese tipo de amenazas».
Su única opción es volver a intentar cruzar la frontera. «Sé que en Estados Unidos tendría una oportunidad, aunque sea pequeña. Aquí, en Honduras, la vida no tiene futuro para alguien como yo. Las oportunidades se acaban, las amenazas persisten y no queda otro camino más que intentar lo imposible para darle a mis hijos una vida mejor».
«Todo pasó tan rápido»
El testimonio de Alex también refleja la tragedia que atraviesan muchos migrantes deportados. «Todo pasó tan rápido. Recuerdo que era un día cualquiera, salía de mi casa para ir a trabajar por Alexandria, Virginia, como siempre, sin imaginar lo que me esperaba. Cuando llegué a la calle, me detuvieron por un ticket. Luego, me dijeron que tenía una orden de deportación. En ese momento no podía creerlo, sentí que el mundo se me venía abajo».
Alex llevaba siete años viviendo en Estados Unidos, donde formó una familia, compró sus carros, un techo y había forjado una vida estable. «Tengo una esposa y dos hijas, que quedaron en el país (USA). De repente, tuve que dejarlas atrás, y eso fue lo más difícil. Aquí no tengo absolutamente nada. Me duele mucho no poder estar cerca de ellas, no poder verlas crecer. Cada día me lamento y me pregunto cómo están. Siempre pienso en si ese día no hubiese salido de mi casa, seguiría allá».
La incertidumbre consume a Alex desde que llegó a territorio hondureño en los primeros días de enero de este año. «Mi vida estaba allá, con ellas, pero ahora todo está en el aire. Sólo sé que lo que más quiero es reunirme con mi familia, pero no tengo idea de cuándo o cómo le podré hacer».
«Aquí en este país lo único que tenemos son deudas y aunque quiera salir adelante, todo es obstáculo, pero aquí estoy, me deportaron y no tengo nada», dijo uno de los hondureños muy afligido.
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«Me fui por la pobreza extrema»
Henry Pineda, quién salió de Chamelecón, San Pedro Sula, es otro hondureño deportado, que compartió cómo la desesperación lo llevó a abandonar su país. «Me fui de Honduras porque la situación era horrible. Vivía en pobreza extrema, no había trabajo y quería darle algo mejor a mi familia. Me prometí que en Estados Unidos sería diferente, que conseguiría trabajo. Estaba decidido a luchar por una vida mejor pero después de todo este tiempo me encontré aquí, deportado y con muchas deudas».
Henry estuvo detenido durante 6 meses antes de ser deportado. «Aunque no logré todo lo que quería, mi familia está allá. Tengo pareja en Estados Unidos y gran parte de mi familia también está allá. Mi objetivo sigue siendo regresar. No me voy a rendir. Sé que algún día volveré, porque allá tengo mi vida, he vivido 4 años ahí. Aunque todo se ha complicado, nada me va a detener. Volveré, aunque me cueste».
Futuro incierto bajo mandato de Trump
Estos testimonios son solo un reflejo de una compleja realidad, que podría empeorar si se materializan las promesas de deportaciones masivas bajo el liderazgo de Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos. Según estimaciones, más de 11 millones de personas viven en suelo estadounidense sin documentos.
Con su regreso a la política migratoria en Estados Unidos, el temor a nuevas deportaciones masivas se extiende entre los migrantes hondureños, muchos de los cuales viven con la angustia de perder lo que han logrado en el país norteamericano.
En un escenario de endurecimiento de las políticas migratorias, el sueño americano para muchos se convierte en una pesadilla, con la posibilidad de regresar a un país donde aseguran que las oportunidades escasean y la violencia sigue acechando.
De acuerdo con datos proporcionados por la Organización Internacional de Migración (OIM) a Diario TIEMPO, solo en el 2024 más de 40 mil hondureños regresaron deportados de México y Estados Unidos. Asimismo, revelaron que en los primeros días de enero ya se han registrado 10 vuelos con hondureños retornados.