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miércoles, julio 17, 2024

Maíz itinerante

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El cálculo oficial de la pérdida en el cultivo del maíz a causa de la sequía oscila entre 1,2 y 1,7 millones de quintales, pero probablemente sea mayor, tomando en cuenta la tendencia gubernamental a endulzar las estadísticas.

No se ha dado un estimado acerca de las cosechas de frijol, cuya disminución sería también impactante, pero, en ambos casos, el gobierno ha asegurado que esto no redundará en escasez ni hambruna, sin necesidad de recurrir al cómodo expediente de las importaciones.

De ser así, estamos ante un milagro de producción alimentaria en las peores condiciones posibles. De la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG) informan sobre el procedimiento para garantizar el abastecimiento oportuno de los granos de primera necesidad: trasladarán los granos de los lugares donde la producción fue óptima a los de mayor fracaso, y asunto arreglado.

En el ínterin, los precios del maíz,  de los frijoles y el arroz van en escalada, de conformidad con la maldita ley de la oferta y la demanda. En lo que corresponde al maíz, se dice que el consumo anual es de 18 millones de quintales para alimentación humana y la agroindustria, y que este año la producción será de 11,5 millones, o sea con un déficit de 6,5 millones de quintales.

Parece ser que el milagro de la producción de maíz deberá atribuírsele a la corporación transnacional Cargill, pues su representante ha manifestado, respecto a Honduras: “mantenemos nuestro compromiso con nuestros consumidores, llevándoles las mejores marcas, así como con la comunidad hondureña, a través de nuestros programas de responsabilidad social”.

Los consumidores son, en este caso, los productores agroindustriales que, dicho sea de paso, forman parte del mismo círculo corporativo, incluyendo la industria de harina de maíz y la avícola (pollos y huevos), mediante variedades transgénicas generalmente prohibidas por diferentes razones de daño genético a las variedades naturales y también a la salud.

Pero ese es otro tema. Lo principal es su efecto sobre la producción propiamente nacional, independientemente de las calamidades del cambio climático, pues los productores locales no tienen ninguna posibilidad de competir con el maíz transnacional subsidiado.

De manera tal que, aparte de la sequía, el abandono del cultivo del maíz en Honduras viene de muy atrás, con el desmantelamiento, vía privatización, de la red de almacenamiento y el “dumping” sistemático para favorecer la importación de granos de primera necesidad. Eso indica, asimismo, que los supuestos proyectos para impulsar la producción alimentaria, no únicamente de granos básicos sino que de carnes y lácteos, es más propaganda que realización concreta y práctica.

La cuestión es, entonces, que la forma de enfrentar el desafío alimentario y de la producción exportable requiere de una política integral, de cambio radical de enfoque, como lo están haciendo en otros países, incluyendo algunos del entorno centroamericano.

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