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viernes, marzo 29, 2024

«No lo pongo más en riesgo», dice madre hondureña tras emotivo reencuentro

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CORTÉS, HONDURAS. La joven madre hondureña de un niño de dos años encontrado abandonado y semidesnudo en una apartada carretera de México, lo recibió feliz, ayer viernes, y con la promesa de no permitir que caiga de nuevo en la peligrosa ruta hacia Estados Unidos que toman miles migrantes huyendo de la violencia y la pobreza.

Lorena García, una campesina de 23 años, abrazó emocionada a su hijo Wilder en la ciudad de San Pedro Sula, donde arribó el menor en un avión procedente de México, luego de estar 20 días bajo custodia de autoridades aztecas.

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Al niño lo encontraron solo y llorando junto a un camión de carga abandonado en una despoblada vía del estado Veracruz.

«Estoy feliz de ver de nuevo a Wilder. He sufrido bastante con lo que pasó. A mi niño ya no lo dejo irse, no lo pongo más en riesgo», contó a Reuters en una entrevista telefónica la mujer.

Se conoció que la hondureña tuvo que viajar seis horas desde su poblado en una zona montañosa en el occidente de Honduras para finalmente recibir a su pequeño hijo.

Imágenes divulgadas por autoridades migratorias de México mostraron a Wilder en los brazos de una oficial, mientras esperaba para reunirse con su madre, junto a otro grupo de menores que también fueron retornados a Honduras.

El niño partió junto a su padre Noel Ladino de la aldea San José Miramar, en el departamento Copán, fronterizo con Guatemala.

«Le tenemos una sopita de pollo»…

Según relató Lorena García, ellos iban guiados por un «coyote», huyendo de la falta de oportunidades en la comunidad rural. Ahí, la población sobrevive con dificultades en tareas de agricultura y el corte de café, contó.

Aún no está claro cómo fue que el menor fue abandonado a su suerte en la carretera mexicana. Mientras tanto, el padre de Wilder se encuentra detenido en una estación migratoria, de acuerdo con García.

La madre del menor regresó por la noche a San José Miramar, parte del municipio Cabañas, de unos 15,441 habitantes, de los cuales un 94 % vive en condiciones de pobreza, según reportes oficiales de Honduras.

«Le tenemos una sopita de pollo para que coma, a él le encanta», mencionó la mujer.

Asimismo, aseguró que en su casa, con paredes de adobe, piso de tierra y techo de láminas, al pequeño lo esperaban una hermana de seis años y decenas más de parientes, entre abuelos y tíos del niño, para celebrar su regreso a la aldea.


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