Marcos Paulo da Silva es un criminal de origen brasileño, a quien le apodan “Lucifer”, fue condenado por un delito menor de robo a la cárcel, pero nadie se imaginaria que ahí dentro él cometería la mayoría de sus barbaries.
Silva fue encarcelado hace más de 20 años atrás, en 1995, pero en ese momento solo lo capturaron por un delito de robo.
En ese entonces apenas tenía 18 años, pero ya era la reencarnación de la maldad en el mundo el brasileño.
Crímenes tras las rejas
Se creería que una vez un delincuente ingrese a una cárcel, evitaría hacer algo ilegal, con el propósito de salir rápido de prisión.
Pero Marcos Paulo da Silva, no es un criminal normal ni nada que se le parezca.
El preso brasileño ha dejado una estela de miedo y horror durante sus 25 años tras las rejas, según el portal Infobae, en su tiempo en la prisión, el perverso hombre le ha quitado la vida a 48 reos, entre los cuales muchos han sido sus compañeros de celda.
Le da felicidad matar
De acuerdo con información del periodista brasileño Josmar Jozino, del portal UOL, fue “Lucifer” fue diagnosticado con psicosis.
Una enfermedad mental grave que se caracteriza por una alteración global de la personalidad acompañada de un trastorno grave del sentido de la realidad.
Además en varias ocasiones ha hecho público su orgullo por haber matado a esas personas, y a quienes llega a considerar enemigos.
El psicópata se encuentra recluido en la Penitenciaria de Sao Paulo, tiene una condena de 217 años de prisión, que van aumentado con cada crimen.
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Ni la cárcel lo detiene
En el 2009, “Lucifer” fundó la hermandad Resgate do Bonde Cerol Fininho, una agrupación criminal creada en el epicentro del sistema penitenciario de Sao Paulo, Brasil.
El objetivo de esa hermanada es asesinar integrantes del grupo Primer Comando de la Capital (PCC)
Esa asociación delictiva es considerada una de las más grandes y sangrientas de Sudamérica.
Aunque informes policiales han revelado que también, la Resgate do Bonde Cerol Fininho, quieren una cárcel exclusivamente parar sus integrantes.
Entre los “mandamientos” de la hermandad, está que cada vez que alguien asesine a otra persona debe también decapitarla y arrancarles las vísceras.
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