Redacción. El microbioma oral, compuesto por bacterias, virus, hongos y otros microorganismos, desempeña un papel esencial no solo en la salud bucal, sino en el bienestar general del cuerpo humano.
Aunque en el pasado se le consideraba un ecosistema relativamente inofensivo, investigaciones recientes han revelado su influencia en diversas enfermedades sistémicas, incluyendo trastornos metabólicos, enfermedades cardiovasculares y patologías neurodegenerativas como el Alzheimer.
Un ecosistema microbiano con siglos de historia
El microbioma oral fue documentado por primera vez en 1670 por Antonie van Leeuwenhoek, un científico neerlandés que, con sus propios microscopios, observó lo que denominó “animalculos” en su boca. Hoy se sabe que estas diminutas criaturas incluyen una enorme variedad de bacterias, virus y hongos que interactúan constantemente con el sistema inmunológico del huésped.
Cada persona alberga cientos de especies bacterianas en su boca, conformando un ecosistema único. Sin embargo, cuando el equilibrio entre estos organismos se ve afectado, puede ocurrir la disbiosis, un trastorno que altera la composición microbiana y que ha sido vinculado a enfermedades orales como la caries y la periodontitis, así como a afecciones sistémicas como la diabetes y la artritis reumatoide.
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La conexión con enfermedades sistémicas
Las consecuencias de la disbiosis van más allá de la cavidad bucal. Se ha descubierto, por ejemplo, que la bacteria Fusobacterium nucleatum, común en la boca, está relacionada con enfermedades inflamatorias intestinales y cáncer colorrectal. Asimismo, la presencia de Porphyromonas gingivalis, una bacteria asociada con la periodontitis crónica, se ha detectado en los cerebros de personas con Alzheimer, sugiriendo un posible vínculo entre la salud bucal y la neurodegeneración.
Según la profesora Pamela Yelick, de la Universidad de Tufts, los microbios orales podrían viajar desde la boca hasta el cerebro, contribuyendo al desarrollo de trastornos neurológicos. Una de las teorías más intrigantes es la llamada “hipótesis del caballo de Troya”. Esta sugiere que estos microorganismos pueden ocultarse dentro de los glóbulos blancos para alcanzar distintas partes del cuerpo, incluyendo el cerebro.
El futuro de la odontología
El creciente conocimiento sobre el microbioma oral ha impulsado innovaciones en el campo de la odontología. Hasta ahora, los implantes dentales de titanio han sido la solución más común para reemplazar dientes perdidos. Pero presentan limitaciones, como la posibilidad de infecciones e inflamación en aproximadamente el 20 % de los casos.
Para abordar este desafío, científicos de la Universidad de Tufts, liderados por Pamela Yelick, están desarrollando una alternativa revolucionaria: dientes vivos cultivados en laboratorio. Esta tecnología podría ofrecer una opción más natural y biocompatible en comparación con los implantes metálicos tradicionales. Los dientes cultivados se integrarían mejor con el hueso y las encías, reduciendo el riesgo de rechazo o complicaciones a largo plazo.
A medida que la investigación avanza, estos descubrimientos están redefiniendo la relación entre la salud bucal y el bienestar general, abriendo nuevas puertas para tratamientos más eficaces y personalizados. La odontología del futuro podría no solo enfocarse en la reparación de dientes, sino también en la prevención de enfermedades sistémicas mediante el control del microbioma oral.
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