Patricia Murillo Gutiérrez
Haga el o la lectora una rápida encuesta donde se encuentre. Pregunte al pueblo, no importa su nivel económico, académico, su raza, religión y equipo deportivo, inquiera como se siente el hondureño, la hondureña y comprobara que al menos un 80 por ciento aplaza, exige a gritos la liquidación forzosa y que este régimen sea borrado del mapa histórico de la Patria.
Aquí no hay una senda, un proyecto, un ministerio de este gobierno azul que no se marcado por el mal olor de lo podrido. Ya es sinónimo de hediondez todo lo que por el supura. Esta putrefacto, no hay forma de maquillarlo, ni perfumándolo con gardenias o con agua de tocador de fina marca francesa, El mal es de raíz y han llevado a Honduras a la injusticia mayor que jamás nunca conocido la Patria.
Es una liquidación forzada, demandada y ordenada por la inmensa mayoría del pueblo, lo que se receta a este gobierno, al anterior y no digamos al que inicio la debacle con el golpe de Estadio.
Vea usted como los que hacen apología del odio como norma, los que han derrochado por millones el patrimonio de todos, dividiendo, echando cieno a la oposición, vituperando a los dignos diputados de oposición que se le ponen enfrente para desnudar sus fechorías, son blanco de los peores escarnios. Ellos si son auténticos promotores del odio y de la desnacionalización de Honduras.
Estos que venden el país, que traicionan mil veces a la Patria, promoviendo la reelección, creando ciudades modelos, atentando contra la soberanía nacional y entregando nuestros hospitales bajo el disfraz de la descentralización a manos privadas para que manejen los fondos públicos, creen que el agua bendita que les echan en sus maquiavélicas cabezas, purpurados y cúpulas religiosas, les evitara llegar a los peores infiernos que Dante jamás imagino.
El pueblo hondureño, en medio del mar de sangre y desesperanza en que los han sometido, porque aquí no hay concepto de lo que es seguridad humana y vigencia de los derechos humanos, sabe muy bien, que este régimen le roba todo atisbo de felicidad y que hace de la vida en Honduras sea un escenario cercano al infierno.
Pero con su sabiduría ancestral, este pueblo resiste porque también sabe que tarde o temprano se caerá la pantomima usurpadora que está en el poder.
Cada minuto trascurrido, cada oprobio recibido, cada falsedad proclamada, los ciudadanos aprenden a leer cada día con más sabiduría, el gran engaño que es la vida aquí.
Y ahora más que nunca, cuando se les cayeron las caretas a los de la Comisión Nacional de Banca y Seguros que desde Vilma Morales y ahora con Ether Deras, no fueron capaces de detectar las supuestas irregularidades cometidas por un banco nacional y que hoy alardean van a sanar. Bien sabemos lo que van hacer, los sacrosantos interventores nacionalistas.
Y a propósito ¿qué paso con el IHSS y los 7 mil millones defraudados? Y con muchas más instituciones saqueadas. Por los 3 mil compatriotas que murieron por no contar con el medicamento y la atención merecida. Por tanta maldad, el pueblo ya hablo y con su pulgar derecho vuelto hacia abajo, pide la liquidación inmediata de un régimen que nació muerto.
