Redacción. La manzana (Malus domestica) ha sido objeto de creciente interés en el ámbito nutricional y médico por sus efectos sobre la salud cardiovascular. Aunque es conocida principalmente por su sabor y facilidad de consumo, diversos estudios han identificado componentes bioactivos en esta fruta que pueden incidir directamente en la regulación de la presión arterial, un factor de riesgo crítico en enfermedades cardiovasculares.
Flavonoides: acción antioxidante y vasodilatadora
Entre los compuestos más estudiados presentes en la manzana destacan los flavonoides, especialmente la quercetina, la epicatequina y la procianidina B2. Estas sustancias tienen efectos antioxidantes y antiinflamatorios que pueden influir positivamente en la función endotelial.
Un estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition evidenció que una ingesta diaria de 100 a 150 mg de flavonoides, presentes en dos manzanas medianas, está asociada con una mejora de la función vascular y una reducción de la presión arterial sistólica en adultos con riesgo cardiovascular elevado.
La quercetina, en particular, actúa sobre la óxido nítrico sintasa endotelial, promoviendo la vasodilatación y reduciendo la rigidez arterial. Factores clave en el control de la hipertensión.

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Potasio: equilibrio del sodio y efecto hipotensor
Una manzana mediana (aproximadamente 200 g) contiene entre 170 y 195 mg de potasio, un mineral que favorece la excreción urinaria de sodio. Además, contribuye a la relajación de los vasos sanguíneos.
Según la American Heart Association, una dieta con un adecuado balance potasio/sodio puede reducir significativamente la presión arterial en personas con prehipertensión e hipertensión estadio 1. El efecto se potencia cuando se acompaña de la reducción del consumo de sodio a menos de 2,300 mg diarios.
Pectina: fibra soluble con impacto cardiovascular
Las manzanas contienen un tipo de fibra soluble llamada pectina, que forma un gel viscoso en el tracto digestivo y contribuye a disminuir la absorción de colesterol LDL. Aunque su efecto sobre la presión arterial es indirecto, la mejora del perfil lipídico se asocia con una menor incidencia de hipertensión y enfermedad cardiovascular.
Cada manzana mediana proporciona aproximadamente 4 gramos de fibra, lo que representa el 14% del requerimiento diario para adultos.
Índice glucémico, control del peso y resistencia a la insulina
La manzana posee un índice glucémico bajo (entre 36 y 40), lo que evita picos de glucosa e insulina en sangre. Este factor es relevante ya que la resistencia a la insulina y el sobrepeso se relacionan con un mayor riesgo de desarrollar hipertensión arterial.
Adicionalmente, su contenido de fibra y agua (alrededor del 85%) favorece la sensación de saciedad, contribuyendo a la regulación del apetito y al mantenimiento del peso corporal, un componente fundamental en el control de la presión arterial.
Evidencia clínica y recomendaciones dietéticas
Organismos como el Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre (NHLBI) y la Academia de Nutrición y Dietética de EE. UU. promueven el consumo de frutas enteras, como la manzana, en el marco de la dieta DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension), diseñada específicamente para prevenir y tratar la hipertensión.
Esta pauta alimentaria sugiere incluir entre 4 y 5 porciones de frutas al día, priorizando opciones con bajo contenido de sodio y grasas, y alto contenido de fibra y micronutrientes como el potasio y el magnesio. La manzana cumple ampliamente con estos criterios.

Conclusión
La evidencia científica respalda que el consumo habitual de manzanas, particularmente con cáscara, puede formar parte de una estrategia dietética efectiva para el manejo y prevención de la hipertensión arterial. Sus beneficios se deben a una acción sinérgica entre flavonoides, potasio, fibra soluble y bajo impacto glucémico.
Si bien no sustituye tratamientos médicos, su incorporación regular en la alimentación aporta efectos vasoprotectores, ayuda a equilibrar el sodio, favorece la función endotelial y contribuye al control del peso corporal, todo lo cual resulta esencial en la prevención de enfermedades cardiovasculares.
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