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martes, abril 23, 2024

Land Cruiser «Fusión», una «máquina» del 1977 rejuvenecida en taller de La Ceiba, Honduras

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ATLÁNTIDA. Lo bautizaron como ‘Fusión’, una poderosa bestia creada en un taller automotriz de La Ceiba, que combina lo mejor de dos vehículos icónicos del anterior y del presente siglo: armazón de un Toyota Land Cruiser FJ45 de 1977 y el corazón de un joven y ágil Toyota Hilux 2.5 2KD 2015.

El resultado fue una obra de arte única en Honduras que ahora recorre las carreteras de Roatán, Islas de la Bahía. Es la envidia de muchos.

Por supuesto que, si ‘Fusión’ fue hecho aquí, detrás de tan majestuoso ejemplar hay mano de obra hondureña. Sus creadores trabajaron durante más de dos años hasta afinar cada mínimo detalle, pues, rejuvenecer a un veterano de mil batallas no es tarea sencilla. Los acabados perfectos del auto son la evidencia inequívoca del empeño que pusieron en el proyecto.

Uno de los mayores desafíos fue la búsqueda de piezas del Toyota de 1977, porque hallar un motor de 2015 es fácil, pero, ¿Cómo y dónde se encuentran partes de un carro descontinuado y que tiene más de cuatro décadas de existencia? Ni modo, hubo repuestos que debieron ser fabricados, primero en diseños de computadora y posteriormente a mano, y quedaron tan bien hechos que, si usted se acerca al auto, ni siquiera se da cuenta.

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Genios

TIEMPO Digital se contactó como Humberto Cárcamo, uno de los más de 20 genios detrás de la magna obra, heredero, junto a su hermano mayor, del taller El Olanchano, cuna de ‘Fusión’ y legado de su padre. Gustosamente, él reveló más detalles acerca del proceso de creación.

«La idea surgió por un cliente, un cliente que andaba buscando restaurar el Land Cruiser pero, a su vez, anhelaba disfrutarlo, o sea, poder conducirlo, pasear, ir de un lado a otro sin ningún problema, sin sentir lo incómodo que son los carros de esos años, es decir, con suspensión dura, tecnología ahora obsoleta», dijo Cárcamo en primera instancia.

Un enorme desafío, sin duda, y aunque al principio las ideas de cómo lograrlo eran un tanto confusas, poco a poco todo fue tomando forma, la mente se aclaró y el proyecto avanzaba a pasos agigantados.

«Lo que hicimos fue conseguir un Hilux 2015 y de él usamos el chasis, incluyendo la suspensión y la dirección, y también el motor. Para incorporarlos al carro viejo tuvimos que hacer modificaciones, pues, los Land Cruiser sólo salen de cabina sencilla, pero las dimensiones del chasis del Hilux eran para una cabina y media, de modo que le fabricamos esa parte extra de cabina al FJ45. La gente quedó asombrada por cómo pudimos hacer tal anexo, pero fue que surgió la necesidad y lo hicimos», comentó Humberto.

Piezas difíciles de encontrar

Solventada la situación del chasis y la cabina, ahora, los restauradores se enfrentaban a un «tema más difícil», y fue la «cuestión de los repuestos», dijo Cárcamo. Las piezas del FJ prácticamente ya no se encuentran. Tratando de procurar que la mayoría fuese original, varios meses transcurrieron sin poder avanzar como querían. El interior del ‘Fusión’ es el mismo de hace más de 40 años. Sus tonalidades grises le dan un espectacular toque de elegancia.

«Fue bien difícil, porque esos carros ya no salen. Las partes se mandaron a traer de Estados Unidos, y las que no encontramos, tuvimos que fabricarlas, por eso fue que demoró un poco la restauración«, dio a conocer el entrevistado.

A partir de ahí, el resto, ensamblado, sistema eléctrico, enderezado y pintura, etcétera, fue cosa fácil. ‘Fusión’ quedó funcional al 100 %, y su dueño, fascinado con el resultado, pues el trabajo de los muchachos superó sus expectativas. Lo bueno se hace esperar, y dos años, valieron completamente la pena.

«Fue un cliente muy bueno, porque sólo nos dio la idea y nosotros nos encargamos de lo demás, o sea, no nos estaba presionando cuándo lo íbamos a terminar ni nada. Fue puro ingenio de nosotros, creatividad nuestra. Teníamos un perfil del dueño, entonces buscamos hacer cosas que creíamos que eran de su gusto», señaló Humberto.

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Honor a quienes honor merecen

Lo mejor de todo es que ‘Fusión’ fue un proyecto de familia, que tuvo la destacada colaboración de otras personas apasionadas por el automovilismo, que hicieron de este oficio un arte.

Los orgullosos directores de El Olanchano son padre e hijos: don Humberto Cárcamo, quien es el fundador del taller y pionero de la metalurgia, soldadura y mecánica automotriz en La Ceiba, Eliuth Cárcamo, primogénito de don Humberto, conocido como Eliuth’s Designy y «maestro detrás de la obra», según Humberto Cárcamo Jr., encargado del diseño de piezas en programas tridimensionales.

Junto a este trío, hay un fantástico equipo de trabajo, conformado por Ramón Hernández; Juan Oliva; Arnaldo Calidonio; Arturo Rivas; Fernando López; Luis Oseguera; Cristian Cárcamo; Marel Seballez; Orlando Martínez; y Denis Guerrero, quienes fueron fundamentales en el proyecto.

De derecha a izquierda: Eliuth Cárcamo (camiseta azul), Humberto Cárcamo Jr. (Camisa blanca) y Don Humberto Cárcamo (camiseta gris). 

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