TEGUCIGALPA, HONDURAS. Este día, en audiencia de declaración de imputado el Juzgado de Letras Penal con Jurisdicción Nacional resolvió imponer la medida cautelar de la detención judicial a uno de los supuestos integrantes de la banda «Mito Padilla».
Al imputado, Benito Josué Cerrato Martínez, de 32 años de edad, se le supone responsable del delito de asociación ilícita en perjuicio de la seguridad interior del Estado de Honduras.
Asimismo, durante la audiencia al imputado se le leyeron sus derechos y la Fiscalía informó sobre los hechos del requerimiento. Cabe recordar que ante la naturaleza del delito y la gravedad de la pena existe imposibilidad de otorgar medidas cautelares distintas a la detención judicial.
En ese sentido, el juez de Letras Penal remitió a Cerrato Martínez a la Penitenciaría Nacional de máxima seguridad en «La Tolva», Morocelí, El Paraíso. La audiencia inicial se estableció para las 9:30 a.m. del próximo miércoles 13 de marzo.
Benito Josué Cerrato asegura que es inocente
Cabe recordar que la mañana de ayer, la vivienda de Benito Josué Cerrato fue allanada por la Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional (FUSINA).
Por su parte, tras ser acusado de delincuente, Cerrato Martínez se entregó a la Policía Nacional, y afirmó que es inocente.
Según las autoridades, una fotografía lo relaciona con la banda criminal. En la misma se observa a Cerrato Martínez junto a otros presuntos miembros de dicha banda. El imputado tiene un arma de fuego en su cintura.
Sin embargo, el apoderado legal del detenido aseguró que esa imagen se tomó hace tres años. Y que su defendido no tiene vínculos con delincuentes.
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Esclavitud moderna practicaba banda «Mito Padilla», según TIGRES
Una especie de esclavitud moderna ejercían los miembros de la estructura criminal “Mito Padilla” en la comunidad de La Cumbre y sus alrededores, según informaron autoridades de la Tropa de Inteligencia y Grupos de Respuesta Especial de Seguridad (TIGRES).
Javier Díaz Herrera, jefe de TIGRES, la banda delictiva raptaba a niñas menores de edad de esa comunidad. Luego las llevaban a casas lejanas ubicadas en las montañas que les servían como refugio.
En ese lugar las abusadas y sometían a sus antojos.
“Los padres no volvían a saber de sus hijas. Además, raptaban obreros y hombres productivos que trabajan en labores de labranza, que cuidaban ganado», reveló Herrera.
