LA ENTREVISTA Wilfredo Méndez: «crecí en un ambiente de violencia doméstica muy fuerte»

Wilfredo Méndez

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Wilfredo Méndez

TEGUCIGALPA, HONDURAS. El reconocido defensor de los derechos humanos, y director del Centro de Investigación y Promoción de Derechos Humanos (CIPRODEH), Wilfredo Méndez, hoy cumple 47 años y contó a Diario Tiempo aspectos sobre su niñez y adolescencia.

Wilfredo Méndez es apasionado de la lectura y con apenas 11 años ya había leído la Biblia completa. Por otra parte, señala que su inclinación por los derechos humanos nace de vivir de cerca el conflicto armado nicaragüense. Además, añade que en su hogar sufrió situaciones de violencia domestica, lo que lo llevó a ser defensor de las mujeres.

El abogado, también dio a conocer los sacrificios que tuvo que hacer para poder estudiar y convertirse en la persona que es hoy, un referente en la protección de los derechos humanos en el país.

Desde ir a las montañas a cortar café hasta no comer durante todo el día y aplacar su hambre con agua de la llave puntean la lista de esos sacrificios.

Conozca una parte más personal del defensor a través de cada una de sus respuestas.

¿Dónde y cuándo nació?

Yo nací el 9 de septiembre de 1951. Estoy registrado en la ciudad de paraíso, pero yo nací en un pueblo cerca de San Antonio de Flores; en una comunidad y así se llama Comunidad. Entonces mis papás se trasladaron al paraíso cuando yo estaba pequeñito y me inscribieron en la ciudad de El Paraíso.

¿Cómo recuerda su infancia?

Mi infancia tengo que verla desde estos momentos:

El momento en el que yo estando muy pequeño En Comunidad, en San Antonio de Flores, mis padres se vienen a las tabacaleras a trabajar en Danlí; como su familia está en la ciudad de El Paraíso ellos se trasladan a la ciudad de El Paraíso. Yo me quedo con mi abuela allá en comunidad y luego me llevan para la ciudad de El Paraíso.

Mis recuerdos en esa comunidad son lógicamente bastante agradables, pues estoy bajo el cuidado de mi abuela y mi familia es muy cariñosa, muy cuidadosa.

Luego me trasladan a la ciudad del paraíso donde crezco en un ambiente de paz, de mucha tranquilidad. De muy pequeñito yo quería ser científico así que coleccionaba botes para poner ranas y otros animalitos dentro; para poder, según yo, ir experimentando.

Allá uno quería entrar a la escuela como de 5 años pero como no había kinder, en ese tiempo hasta los 7 años me aceptaron en la escuela. Así es que entré a la escuela y en el ámbito de la escuela era un niño como aparte, como con la actitud de ermitaño; pero era más que estaba concentrado.

Comienza su pasión por la lectura

Aprendí a leer con la Biblia, le cuento. A los 11 años ya había leído la biblia completamente.

Trataba de leer lo más que pudiera, era un pueblo muy pequeño y habían muy pocos libros.

En mi casa el único libro que había era la biblia por lo tanto había que leerla completamente. Pero fui teniendo otras lecturas, como José Ingenieros con El hombre Mediocre que fue una lectura muy impactante para mi.

Y luego, voy teniendo recuerdos gratos de Diario Tiempo. Como a otra cosa que podíamos tener acceso era a los periódicos, yo me iba a la sección de historia y de literatura que tenían los periódicos. Y Diario Tiempo tenía una sección de literatura y una sección de historia muy buenas y eso como niño fue muy agradable para mí estar leyendo esas cosas.

Vivir en zona de conflicto armado

Otra cosa que marcó mi vida, y que creo que por ahí los derechos humanos se van formando en mi; es que El Paraíso al ser una zona fronteriza con Nicaragua el conflicto armado se siente fuertemente. Uno podía despertarse en la noche y escuchar las bombas que se lanzaban de un lado a otro

Ver como el cielo se iluminaba, por ejemplo, con las bengalas que tiraban. O ver los tanques que iban por el pueblo. Incluso mi casa amanecía en algunas mañanas llena de gente; refugiados que venían de Nicaragua y así yo voy creciendo en un ambiente de esa naturaleza donde voy viendo este tiempo de situaciones.

Entro a ser voluntario de la cruz roja a los once o doce años. Allí es uno de los primeros pasos en el derecho internacional humanitario.

A los 17 años vine a Tegucigalpa  a un seminario internacional sobre derecho internacional humanitario.

 

¿Quiénes son o quiénes fueron sus padres?

Ahí hay una historia bonita y una historia triste. La historia bonita es mi mamá; mi mamá se llama, como todas las mujeres de este tiempo, María. María de Jesús González. Mi mamá es una persona muy hacendosa, probablemente lo que yo soy se lo debo a ella.

A veces se he llegado a esta conclusión, que lo que este país es, lo bueno que este país es, es por las mujeres. Por la lucha de las mujeres y por la violencia que las mujeres han sufrido y siguen sufriendo.

Víctima de violencia doméstica

Yo crecí en un ambiente de violencia doméstica muy fuerte. Mi papá golpeaba muy fuerte a mi mamá. Había mañanas en las que amanecía con el rostro inflamado, Yo ví muchas veces como trato a mis hermanos a mí también.

Realmente para mí mi papá es una de las figuras que trató de no acordarme mucho; porque el daño que causó a mi familia por la violencia doméstica fue un asunto que repercutió mucho mi vida.

Por eso yo después me vuelvo defensor de las mujeres; al grado tal que el Movimiento de Mujeres por la Paz Visitación Padilla me entregó un premio nacional años después como defensor de los derechos de las mujeres.

¿Qué le hace reír?

ccreo que me hacen reír las cosas bondadosas de la gente. Creo que me conmueve también la gente pensar que aún en la adversidad tiene esperanza y tiene una actitud positiva ante la vida.

En el ámbito familiar me hace ser feliz mi hijo Y mi hija. También me hace reír una buena película.

¿Cuál es su película favorita?

Tengo 2 películas favoritas, una es El Gran Pez y la otra Lo que Queda del Día son de las que más recuerdo.

¿Cuál es su libro favorito?

No puedo negar que la Biblia tiene un gran peso para mí, por el antecedente que le conté. Sin embargo recuerdo mucho un libro de Mario Vargas Llosa que se llama la guerra del fin del mundo, Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez. De los libros del país no puedo olvidar, sin ninguna duda, los libros de Ramón Amaya Amador como Prisión Verde o como Angelina que es la primer novela que yo leí y la primer novela escrita en Honduras.

¿Dónde realizó sus estudios?

Mi escuela es la escuela María Garay y el Instituto Alejandro Flores. Ahí lógicamente tengo agradables recuerdos por el compromiso de los maestros que son extraordinarios.

Yo estudié ahí en el colegio Ciencias y Letras y como yo venía de una familia extremadamente pobre, de muy escasos recursos, entonces un día una profesora fue bastante grosera. Porque dijo «Bueno yo no sé porque la gente pobre estudia esto si no va a tener dinero para ir a la universidad. Y en efecto, yo no tenía un centavo para ir a la universidad y eso era contra mí porque era el único pobre dentro de la clase; de ahí los demás tenían recursos. Realmente la universidad era un desafío.

De por si mi colegio estudié con mucha dificultad, porque no quería que mi papá me diera dinero. Entonces me iba a las montañas a trabajar de cortador de café para ahorrar dinero y luego ayudar a comprar mis cuadernos y mi uniforme.

Estudió en la UNAH

Cuando vine a la universidad también fue un desafío tremendo porque no tenía dónde vivir. Traté de buscar un trabajo que me permitiera ayudar para pagar la universidad, no era fácil, quería dedicarme a estudiar.

Con los ahorros que había hecho de las cortas de café en las montañas pude venir acá y en un motelito de mala muerte que todavía los pasos cuando que todavía los veo cuando pasó pude estar una semana y un día que llama mi mamá sorprendentemente me doy cuenta que ellos también se había venido para Tegucigalpa. Entonces los busco.

En la universidad mi mamá me ayudaba y yo tenía para el bus pero no tenía para comer. Así es que durante el día tenía que soportar hambre, tomar agua de los grifos de la universidad ya se imagina el estómago qué terrible; pero mis ansias del conocimiento y mis ansias de poder conocer y saber más eran más fuertes y más poderosas que todo esto. Así que me quedaba universidad desde las 6 de la mañana y me regresaba en el último bús.

¿Le gusta algún deporte?

No, los deportes los deportes llegaron a ser un problema incluso para mí. Porque la escuela no me gustaban en el colegio tampoco a grado tal que yo me inscribí en la escuela nocturna para no llevar educación física.

¿Es religioso?

Yo visité toda la iglesia de mi pueblo iba todas católicas y evangélicas pero la que la que más influenció en mi vida fue la iglesia católica. Yo tengo un nivel de espiritualidad muy grande; lógicamente tengo mi crítica fuertisima a la institucionalidad pero mi creencia también es muy grande.

¿Cuál es su mayor miedo?

Mi mayor miedo lo escribí hace poco para con uno de mis libros. Mi mayor miedo es sentirme perdido. Pero también es sentirme perdido en creer que sé algo y ese algo sea una mentira y ese algo que crea cauce daño y yo creyendo que hace bien, eso me da mucho miedo.

¿Cuál es su color preferido?

Me gusta mucho el blanco y el azul. Aunque ideológicamente me gusta el rojo.

¿A qué personaje admira?

Lógicamente a Jesucristo, a Gandhi. Yo crecí leyendo sobre su lucha y me parece increíble. Nelson Mandela, Martin Luther King, entre otros. A nivel de Honduras mi enorme admiración por Francisco Morazán, Cabañas lógicamente estos próceres nuestros extraordinarios. También mi admiración profunda a visitación Padilla esta mujer que luchó por los derechos políticos de la mujer en el país. De igual manera Gladys Lanza. En la actualidad a Juan Almendares Bonilla y el Doctor Carlos Sosa.

¿Cuál es su sueño más grande?

Mi mayor sueño es realmente, se lo voy a decir aunque es bastante arrogante de pronto, quisiera que la historia me recordará como un estadista. Quisiera hacerlo, ese es mi mayor sueño.

Y qué siendo estadista cauce el mayor bien posible de forma tal que contribuya a la paz a la felicidad del pueblo Hondureño.

¿Si pudiera cambiar algo en el mundo qué sería?

Cambiaría el odio por el amor, eso cambiaría.

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