LA ENTREVISTA | Josué Orellana, el defensor ad honorem de la enfermería

0
2355
Orellana
El presidente de la ANEEAH apartó un espacio de sus innumerables quehaceres para conversar con TIEMPO. Es presidente de la asociación de enfermería, pero, ¿sabía que tiene otra profesión?

HONDURAS. Sólo ocho añitos… rodeado de lo más rústico y en medio de una escena de pobreza. ¿Juguetes? ¡Qué va! Tiempo para andar «correteando» es lo que menos había.

Además, a lo que nos remontamos es a la década de los ochentas en el occidente del país. De manera precisa, al pequeño municipio de Concepción Sur, Santa Bárbara. Nada de energía eléctrica y la televisión mucho menos. La necesidad imperaba.

Josué Jeremías Orellana Muñoz se encontró aquel panorama siendo sólo un «chiquillo». Entonces, bajo la guía de su padre, José Serapio, se enfundó en un rol de cooperación para su familia. Ni una década de existencia y sí, ya trabajaba.

¿Qué tipo de labores? La carencia de tecnificación dejaba un único rumbo: adentrarse en las posibilidades agrícolas. Desde entonces, no paró de trabajar; y, aunque sí dejó el estudio por un par de años, ahora tiene un vasto currículum académico que continuará ampliando.

Hoy en día se le conoce como el presidente de la Asociación de Enfermeros y Enfermeras Auxiliares de Honduras (ANEEAH). Sin embargo, hay mucho más allá que contar en sus 40 años de vida; ah, sí, nació el 20 de julio de 1980.

Pero, ¿para qué hablar de fechas? Él pasa tan ocupado que ni siente cuando pasan. ¿Cómo es su vida? ¿Qué le apasiona? Pese a su apretadísima agenda -que él mismo dice que es muy cambiante- se colocó a disposición para conversar «a cualquier hora» en exclusiva con Diario TIEMPO Digital.

¡Qué amabilidad! Intentando tomar esa cortesía como ejemplo, lo invitamos muy cordialmente a usted para que conozca más sobre él. Tal vez ya le dijimos mucho: es alguien trabajador desde pequeño que ahora es enfermero y también dirigente. No obstante, alto ahí. Su obra de vida es más extensa y continúa escribiéndose…

De igual interés – LA ENTREVISTA | Mario Fu: «Hay personas que han olvidado que hay alguien allá arriba»

Infancia: «¡En cintura!»

Victorina Muñoz le dio a luz. Desde aquellos primeros años, Josué Orellana se crió en un hogar con tintes religiosos. Su papá era un pastor, muy dedicado a las actividades eclesiásticas y predicaba con frecuencia.

Por supuesto que su progenitor tenía todas las aptitudes de su quehacer. El entrevistado lo describe como un señor honorable y reconocido por su alto nivel moral y espiritual. Igualmente, asegura que esa misma descripción tienen sobre él todos los lugareños de su pueblo.

Esa influencia paternal marcó la dirección de la infancia de Orellana. «Fue una etapa muy bonita y edificadora; con principios y valores enseñados a cabalidad. No sólo en teoría, sino que demostrados en la práctica por mi papá que goza del cariño y respeto de la gente», detalló.

En virtud de ello, no había espacio para travesuras. Además, cabe hacer hincapié en que no tenía siquiera tiempo para «desviarse» en su andar. Su papá es un técnico en agricultura orgánica, y eso ciñó su período de infancia.

«Trabajamos con él en la tierra; en las siembras de hortalizas, maíz y frijoles. A eso nos dedicábamos; desde mis ocho años ya andaba con él en eso», recordó Orellana.

Lunes a viernes la situación era así. Pero, en el fin de semana le daba un descanso a su mente en algo que siempre le encantó: el fútbol. Era lo único que lo distraía entre las responsabilidades que tenía a su corta edad.

«La niñez mía no fue la común, sino que una separada de todos esos temas (juegos y demás)», admitió Orellana.

Comienza «la academia»

Mientras tanto también iba a un centro educativo local. Mas, entre los 12 y 13 años, justo diciéndola ‘hola’ a la adolescencia, dejó sus estudios. Decidió, por su propia cuenta, que quería dedicarse completamente a apoyar a su padre en el campo; eso terminó siendo efímero.

«Al final entendí que así (dedicándose nada más al trabajo en el agro) no iba a poder lograr algunos objetivos futuros. Entonces me animó mi papá a estudiar y terminé la educación básica a los 17», contó.

En aquel momento, dado que su familia era bastante pobre económicamente, le fue imposible optar por una carrera universitaria. Empero, en 1999, se mostró firme en sus ideales y se marchó a San Pedro Sula; allá se agenció otro logro educativo: se graduó de enfermero.

Volvió a su natal Santa Bárbara para hacer su servicio social. Después, entre el 2000 y 2003 trabajó en el Hospital Santa Bárbara Integrado, aunque bajo contrato. Eso sí, algo cambió y giró su vida en 2004.

Inicios laborales y más educación

2004 fue el año donde se sintió realizado porque obtuvo su plaza; es decir, su permanencia en el recinto asistencial previamente mencionado. Sin embargo, no se sentía satisfecho; comenzó a ver cosas que no le parecían. Es así que inició otra faceta de su vida.

«Uno va entendiendo que, así como yo obtuve la plaza, otros compañeros también deberían tener su nombramiento. Me empecé a involucrar directamente en la dirigencia local», historió Orellana.

Seguido, especificó que en 2008 despidieron a 14 de sus compañeros. Eso detonó la «espinita» que ya traía. «Ahí entendí cuánto era necesario como dirigente que tuviera muchísimos conocimientos en Derecho para poder defender a mis compañeros que estaban siendo violentados», apuntó.

Si usted sacó la conclusión de que eso provocó que se convirtiera en un abogado, déjenos decirle que esa vocecita en su cabeza está repleta de razón. En 2010 emprendió su nueva ruta, ahora hacia la abogacía. Lo que quería era una única cosa, un acto muy noble: apoyar a sus colegas.

Con el tiempo llegó al escalón más alto de la jefatura gremial. Se le nombró como presidente de la ANEEAH. Una responsabilidad de tal magnitud lo llevó a decidir que debía ampliar sus conocimientos en beneficio de su gente.

Por ahora está sacando dos maestrías, una en Derecho Procesal Penal y otra en Derecho de Trabajo y Seguridad Social. «Consideré que cuan más conocimiento tuviera de eso, más podría defender a mi gente», acotó.

Josué Orellana
El presidente del personal de enfermería también se viste «de gala». Es un abogado y pronto tendrá dos maestrías en esa profesión.

Un trabajo desinteresado

Léalo muy bien: hasta este día (sí, está permitido que revise la fecha en su teléfono), Josué Orellana no percibe un sólo centavo por servir como abogado a su organización y a sus compañeros. Así lo aseguró a TIEMPO.

«Ha sido una situación completa de voluntariado. Mi responsabilidad va encaminada como un líder gremial, pero yo he mezclado la función administrativa con el conocimiento jurídico para poder llevarlo a la defensa de los derechos de los compañeros», expresó.

«Me siento orgulloso que a mucha gente se la ha podido ayudar; se ha podido impedir que se vulneren sus derechos de forma arbitraria. Es de las satisfacciones más bellas que yo tengo», agregó.

Es más, afirmó que su labor sin ningún tipo de lucro persistirá. Dijo que fijó la meta de que, mientras continúe al cargo en ANEEAH, la defensa de los derechos será una situación sin condición alguna.

Y no crea que se avizora el fin de su preparación intelectual para desarrollar su papel a plenitud. Confesó a TIEMPO que tiene el objetivo de sacar un doctorado en Derecho Laboral. Desde ya está analizando opciones para que, en 2022, cuando termine sus maestrías, comience el trayecto de su nuevo cometido.

Una gran responsabilidad

Josué es el «mandamás» en cuanto a personal de enfermería. Tiene bajo su supervisión a más de siete mil trabajadores; él mismo externó que se trata del gremio de Salud más grande de una misma clase. Eso le demanda mucho compromiso.

Adelantábamos que su agenda pasa bastante llena. Encima, no sólo es eso. También sus días como dirigente son bastante inestables. Aunque programa un itinerario para una, dos, o hasta tres semanas, es raro que se pueda cumplir como estaba previsto. Siempre surgen eventualidades.

No obstante, al final de cada día el ideal se mantiene como el mismo: estar pendiente de todo lo que necesiten sus compañeros a nivel nacional. Mas, tanta labor no fatiga su mente; es algo que realiza con mucho placer.

«El día a día demanda una situación bastante apretada; pero, no podría decir que es estrés porque cuando vine a este cargo yo podía decir que me encantaba. Hoy, me fascina lo que hago y me apasiona. Nunca lo veo como una sobrecarga», manifestó.

Le dejamos un dato: ésta nota se publicó un domingo. En ese sentido, le podemos garantizar que éste día Orellana no descansó, sino que se mantuvo al pendiente de su teléfono y todo lo que ocurría en su gremio. Él asegura que hay días en los que duerme nada más entre cuatro y cinco horas.

Enfermería en plena pandemia

Claro, teníamos que platicar de aquella problemática que aqueja actualmente al país. Esa crisis sanitaria por la COVID-19 que está causando estragos. El personal de enfermería, aún ante las dificultades no se ha apartado.

«Vivimos una escena de terror en este momento. Lastimosamente tuvo que venir una pandemia para que quedara visibilizado el trabajo que hemos hecho siempre», comentó Orellana.

Asimismo, brindó un ejemplo de lo difícil que puede ser para ellos seguir trabajando cuando pueden provocar perjuicios hasta fatídicos en su propia familia.

«No es fácil haber visto morir al compañero de su misma sala, mismo centro de Salud, o le ha tocado enterrar a su padre, a su hermano, a su hijo, o esposa, porque usted mismo lo contagió», lamentó.

Al respecto, también mencionó que muchos de sus compañeros no tienen un techo propio y algunos hasta viven «amontonados», por lo que las posibilidades de tragedias con números altos son muy probables.

«Es una tortura, pero, como hacemos lo que nos apasiona, el compañero nunca dice no. A veces hacen 16 o hasta 24 horas de turno continuo. Les doy 10 de 10, se lo han ganado; Dios me bendijo al representar un gremio tan noble como éste que sabe servir al pueblo hondureño», expuso con evidente orgullo.

Josué Orellana
Cada día y a cualquier hora, Josué Orellana trabaja por su sector, o, al menos, está al pendiente de sus necesidades.

¿Sólo hay tiempo para trabajar?

Respondamos la pregunta directamente. Para Josué Orellana *casi* sólo hay tiempo para dedicarla a la «chamba». Claro, su trabajo es muy valioso y no lo puede dejar aparte totalmente en ningún momento.

Él mismo dice que ¡nunca! apaga el teléfono. Las 24 horas del día, durante toda la semana, tiene encendido su móvil. «Eso porque siempre hay algún compañero queriendo que atendamos para resolver un asunto», mencionó, sin desagrado; él disfruta de ayudar a sus colegas.

Mas, sí tiene algunos «chancecitos» que lo distraen de su trabajo (aunque siempre esté pendiente del celular).

En su tiempo libre le gusta estudiar bastante; lee de muchos temas. Por otra parte, realiza reuniones virtuales con otras asociaciones de enfermería en el mundo, especialmente en Latinoamérica.

Del mismo modo, no podría olvidarse de su núcleo más importante, su familia. Reconoció que quisiera darles más de su tiempo, y por eso les pide comprensión.

«Pero el poco tiempo que les doy sí trato de que sea de la mayor calidad posible; el problema que yo tengo es no poder apagar el teléfono un sólo minuto. Para la ociosidad no hay tiempo», describió.

Cabe decir que él tiene dos hijos, una niña y un varón; ambos ya adquirieron la ciudadanía. Y, como usted esperaría -con el perfil que tiene nuestro personaje- está casado. Su esposa se llama Julia Raquel Raudales.

¿Don Juan?

Dicen por ahí que en los pueblos se dejan varios noviazgos. ¿Fue un mujeriego Josué? Ni por cerca, según dio a conocer en su historia de amor.

«Me enamoré a los 17 años, cuando aún estudiaba. Conocí a mi esposa porque éramos compañeros. Desde ese momento hasta el día de hoy hemos estado juntos como pareja», narró.

Julia fue, es, y será su único amor (de pareja). Aunque, siendo realista, Josué dijo que tienen algunas dificultades como todos los esposos, pero que no pasa a una situación más grave. Aseguró que no son de los que pasan discutiendo o peleando a diario.

Josué Orellana
Orellana en compañía de su esposa Julia y sus dos vástagos.

Gustos y disgustos

Todos tenemos bien marcado algo que amamos de la vida y algo que simplemente no lo soportamos. En el caso del líder de la ANEEAH, lo que le más le disgusta es la injusticia y la desigualdad.

En la contraparte, lo que ama de la vida es su relación cercana con Dios, a quien le pide sabiduría todos los días y asevera que es él quien guía sus pasos.

Es más, lamenta haberse alejado del creador. Se mostró enfático en que eso es de lo que se arrepiente, pues considera que hubo un tiempo donde pudo estar mucho más apegado a él. ¿En qué etapa de su vida fue? Lo dilucidó.

«La juventud es la etapa más dura. Hay muchas amistades -o al menos uno cree que lo son- y yo creo que esa parte lo envuelve a uno en una burbuja en la que muchas personas se vuelven muy dañinas», explicó.

Pese a ello, declaró que nunca «imitó ejemplos» y que por eso nunca ha tenido ningún vicio. Es más, nunca fumó un solo cigarrillo y jamás probó una cerveza. A eso aportó el hecho de que tuvo amigos que respetaban sus decisiones; comentó que no es ningún santo, pero sí trata de llevar la vida de la manera más correcta posible.

Otra pasión que envuelve su mundo es el fútbol. Es algo que le «encanta». Es un motagüense de corazón que siempre está al pendiente de las águilas azules. En el plano internacional sigue al Barcelona. «Trato de ir a ver los partidos de la sele al estadio. El fútbol me apasiona, es algo bonito», agregó.

¿Se lanza a la política?

Algo más que usted debe saber de él es que, no le atrae la política. Es probable que tendría muchas chances de éxito en ese ámbito dado su indiscutible liderazgo, pero realmente no es algo en lo que quiere verse envuelto.

Ejemplificó su negación diciendo que él no sería capaz de ir a una comunidad y mentirle a un grupo de la población sólo para que le den el voto. «La mayoría no sirven, se sirven; es la parte más sucia, mentir para lograr aspiraciones particulares y eso no va conmigo», enfatizó.

Aclaró que no todos los políticos son corruptos ni mentirosos; mas, cree que el país está carente de líderes. Mencionó que no cree en los colores políticos, sino en votar por las capacidades individuales.

Más sobre Josué Orellana

Una actividad que también degusta es viajar. Antes de que se le eligiera para dirigir la ANEEAH, Orellana iba todos los años a Estados Unidos. Ahora se le complica por su falta de tiempo, pero eso no quiere decir que perdió el placer por visitar lugares.

Un recorrido que continúa haciendo con frecuencia es viajar desde su natal Santa Bárbara hacia Gracias, Lempira o a La Entrada, Copán. Cubre las distancias sólo porque le fascina la sopa de gallina india y la venden en esos sitios.

Eso sí, aún cuando su familia consume el manjar, no está seguro si es porque les deleita o por hacerlo sentir bien a él. Así que ya sabe, si algún día quiere charlar con el abogado y enfermero, no habría un mejor escenario que con una buena sopita.

No se preocupe, tenga la certeza de que convivir con él será una experiencia grata y memorable, como lo fue para TIEMPO. Él mismo lo dice -y con mucha razón- que es una persona tranquila, agradable y prudente.

Josué Orellana es muy análitico y siempre piensa y luego actúa. No por nada ha logrado tanto y seguirá dando de qué hablar, mientras persiste en el litigio en favor del personal de enfermería que «se faja» en primera línea. Desde niño trabaja y nunca paró. ¡Qué gustazo, Josué!


? Suscríbete gratis a más información en nuestro WhatsApp haciendo clic en el enlace: https://bit.ly/tiempodigitalhn