Redacción.- Considerado el mejor atleta de la historia de Honduras, Kevin Mejía Castillo ha logrado poner el nombre del país en lo alto, representando a la nación en el ámbito deportivo internacional, y este año su presencia en los Juegos Olímpicos de París 2024 representó una esperanza y orgullo en todo el territorio hondureño.
Originario de la aldea garífuna Triunfo de la Cruz, en Tela, Atlántida, a sus 29 años el hondureño ha logrado convertirse en un medallista en la disciplina lucha grecorromana, la cual empezó a entrenar a una corta edad.
Su constancia y disciplina lo han hecho merecedor de dos medallas mundiales, múltiples preseas en Panamericanos desde la sub-20 para abajo, tres medallas en Panamericanos mayores, cuatro medallas de oro en Juegos Centroamericanos y una de plata, así como cuatro distinciones en Juegos Centroamericanos y del Caribe (una de plata y tres de bronce).
Y este 2024, tras competir en las eliminatorias olímpicas, el luchador logró clasificar a los Juegos Olímpicos, celebrados en agosto de este año, donde llegó con el sueño de traerle una medalla olímpica a Honduras.
Kevin Mejía reveló a DIARIO TIEMPO su experiencia al competir en uno de los eventos deportivos más importantes a nivel mundial, así como varios aspectos de su vida personal.
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Un sueño hecho realidad
Desde muy joven, el hondureño practicó diferentes deportes, desde fútbol, basquetbol y hasta un poco de voleibol. Sin embargo, gracias a su hermano y también atleta, Jefrin Mejía, incursionó en la lucha grecorromana, un deporte en el cual cada participante intenta derrotar a su rival con llaves y proyecciones utilizando solo la parte superior del cuerpo.
“Mi hermano mayor, Jefrin Mejía, estuvo en el deporte de lucha antes que mí, entonces él fue quien me incluyó en el ámbito del deporte. Él me enseñó mis primeras técnicas, todas las posturas del deporte, entonces me gustó mucho, hice pruebas para poder entrar al equipo y empecé a los 12 años, casi 13”, contó.
Actualmente, Kevin se dedica 100 % al deporte; sin embargo, asegura que de no haber escogido este camino se hubiese dedicado a estudiar ingeniería electrónica. No obstante, asegura que en algún momento de su vida espera poder retomar sus estudios en la universidad, obteniendo así un título universitario.
Pero por ahora planea continuar dedicándose al deporte, mismo que lo ha llevado a lograr grandes sueños, entre ellos, su clasificación a los Juegos Olímpicos de París, para lo cual tuvo una preparación demasiado intensa.
“Clasificar a los Juegos Olímpicos fue algo muy emocionante para mí, se me cumplió un sueño grande. Gracias a Dios pude clasificar, pude estar en los juegos olímpicos y fue un sentimiento indescriptible, muy emocionante”, expresó.
Una nueva meta
Mejía expresó que su ilusión más grande era ganar una medalla olímpica, pero no pudo avanzar en la competencia tras ser derrotado por el uzbeko, Rustam Assakalov.
Con tristeza, aseguró que la derrota fue un golpe fuerte, como “un balde de agua fría” que aún no termina de aceptar.
“Yo iba con mucha ilusión, me preparé de la mejor manera posible para los juegos olímpicos. Fue una preparación fuerte, lastimosamente no pude avanzar en los torneos, porque así como yo me preparé fuerte los demás también se prepararon. Al momento de perder fue un golpe muy duro para mí, era una pelea muy fundamental para seguir avanzando”, dijo.
No obstante, afirmó que, pese a la derrota, seguirá adelante y continuará preparándose de la mejor manera, para no volver a cometer los mismos errores y en los próximos Juegos Olímpicos obtener mejores resultados.
Como meta futura asegura que espera colgar en su cuello otra medalla mundial. Es por ello que actualmente se encuentra enfocado en su entrenamiento.
“Ahorita me quiero enfocar en prepararme bien para los Juegos Olímpicos y ganar todo. No quiero perder ninguno, empezando desde los Juegos Centroamericanos, Juegos Panamericanos y así llegar a los Juegos Olímpicos ganándolos todos. Dios primero se me va a dar”, expresó con seguridad.
Un hombre hogareño y de familia
Fuera de su vida como deportistas, Kevin se considera un hombre hogareño y de familia. Actualmente, tiene una pareja y un hijo de 3 años, quien asegura son su principal soporte.
“La familia son las personas que siempre están, son el soporte de uno y son lo que uno necesita luego de estar mucho tiempo fuera y regresar a ellos es lo mejor del mundo”, comentó.
De igual manera, comentó que cuando no se encuentra entrenando le encanta estar en su querida Tela, donde se relaja tras una temporada de alto rendimiento.
Asimismo, señaló que como pasatiempo disfruta estar en casa, disfrutar de su familiar, escuchar música y ver películas.
Finalmente, el atleta catracho envió un mensaje a quienes sueñan en convertirse en grandes atletas. Les sugirió mantenerse enfocados y no dejar «que nadie les diga que no pueden».
Dato: El deportista hondureño es el segundo de cinco hermanos, y padre de un niño de tres años.
Frase: «La familia son las personas que siempre están, son el soporte de uno».