Redacción. Ana Luiza de Oliveira Neves, una joven brasileña de 17 años, murió tras consumir un pastel envenenado que le fue enviado a su casa por su supuesta mejor amiga y, aunque en un inicio se pensó que se trataba de un hecho aislado, las investigaciones revelaron que Ana fue en realidad la segunda víctima de la joven.
Los hechos ocurrieron en São Paulo, Brasil, cuando Ana recibió un paquete anónimo acompañado de una tarjeta que decía: “Un mimo para la chica más linda que vi jamás”. Aunque con dudas sobre quién había enviado el detalle, la joven aceptó el regalo, lo compartió en su grupo de amigos y lo comió con emoción. Horas más tarde, comenzó a sentirse mal y, tras varios intentos médicos por estabilizarla, falleció por un paro cardiorrespiratorio el 1 de junio.
No fue la única
Durante las investigaciones, la policía descubrió que la autora del envenenamiento fue una de las amigas más cercanas de Ana, también de 17 años. La joven confesó haber comprado el pastel, haberlo envenenado con óxido de arsénico adquirido por internet y haber contratado a un repartidor para que lo entregara de forma anónima. Sin embargo, lo más perturbador fue su admisión de que no era la primera vez que lo hacía.
Semanas antes, la misma joven ya había intentado envenenar a otra amiga con el mismo método. Esa primera víctima resultó intoxicada, pero logró sobrevivir. En ambos casos, la agresora alegó que sus acciones las motivaron los “celos”, al sentir que sus amigas le habían “quitado” la atención de ciertos chicos que le gustaban.
Aunque afirmó que “no quería matarlas” y que pensaba que Ana “se recuperaría”, sus actos muestran un patrón de conducta peligrosa. Tras la tragedia, expresó sentirse “avergonzada y llena de remordimiento”, pero las consecuencias ya eran irreversibles.
Lo más estremecedor es que, tras entregar el pastel, la joven se quedó en casa de Ana, la acompañó mientras se sentía mal, fue testigo de su recaída y estuvo presente incluso después de su muerte, según denunció el padre de la víctima.
“Estuvo ahí durante todo el proceso. La vio enfermarse, la llevamos al hospital, y al día siguiente la vio caer en el baño. Luego de que mi hija murió, me saludó y me abrazó como si nada”, relató el padre de Ana.