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jueves, mayo 2, 2024

John Biehl fuera de foco

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Víctor Manuel Ramos

John Biehl, el facilitador del diálogo entre el gobierno y la oposición, nombrado por la OEA, se ha salido por la tangente. Fiel a sus viejas amistades de aula, entre las que se cuenta el expresidente Callejas, ha optado por dar un espaldarazo al gobierno y descalificar a la oposición que se moviliza en las calles, con la exigencia de que se permita una Comisión Internacional Contra la Corrupción y la Impunidad, con el respaldo de la ONU.

Sus declaraciones son realmente reveladoras y lo sitúan, sin mayores dudas, en el lado del ring en donde están quienes son cuestionados por la mayoría de los hondureños, los bullangueros y los silenciosos, por la enorme corrupción que han patrocinado, causa que ha conducido al país a la miseria, a la pobreza, a la indignidad, a la iniquidad.

A John Biehl no le cabe en la cabeza el que los indignados –los bullangueros y los silenciosos– tienen la verdad en sus manos. No comprende que los hondureños estamos cansados de golpes de Estado, de asuntos oscuros en el manejo del Estado, de ausencia total de políticas que beneficien a las mayorías. ¿Quién no conoce, por ejemplo, a los verdaderos responsables del atraco del Instituto Hondureño de Seguridad Social? ¿Quién no sabe que los fondos de los atracos a varias instituciones del Estado fueron utilizados para financiar la campaña presidencial del Partido Nacional que se hizo del poder tras unas elecciones fraudulentas? ¿Quién no ha visto, en las pantallas de la televisión, los cheques que señalan con nombres y apellidos a altos personeros del gobierno como receptores de los fondos robados al pueblo?

John Biehl se ha planteado como tarea la salvación de la democracia hondureña, pero tal propósito se da contra un muro de evidencias de que en Honduras nunca hemos tenido democracia, que este país ha estado permanentemente secuestrado por una camarilla que ha utilizado el control del poder, obtenido mediante artimañas electoreras, para expoliar al pueblo y no para hacerle partícipe de un sistema que pregona que es del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Hemos tenido una democracia de mentirijillas.

En lo que coincido con John Biehl es que los grandes problemas de Honduras son la pobreza, la falta de trabajo (causa de las migraciones temerarias), inseguridad nacional, el tráfico de drogas con implicaciones en las altas esferas gubernamentales, una justicia parcializada que muerde solo a los pobres. Y, de eso, señor Biehl, ¿quiénes son los responsables? No, no los que estamos en las calles elevando la protesta, los que exigimos un cambio total en la conducción del Estado, los que no queremos más impunidad, sino un régimen empecinado en resolver los grandes problemas de los hondureños abatidos, por ahora, en la pobreza y la miseria. Los guatemaltecos nos acaban de dar una lección. Muchos opinan que lo que pasa en Guatemala no tiene nada que ver con la situación hondureña. Falso.

Igual falta es en Guatemala robar al fisco como en Honduras. Si en Guatemala los salteadores del Estado están en la cárcel, porqué no puede ser posible eso aquí. Y en eso debemos ser intransigentes. No podemos aceptar soluciones a medias, no podemos permitir que los corruptos se conviertan nuevamente en los que salgan impolutos y continúen en el ejercicio de la corrupción.

La verdad es absoluta, don John. No puede haber verdades a medias. Se es o no se es. Las acusaciones de la indignación son la verdad absoluta, le guste o no al gobierno o a Ud. don John. Y el que el parlamento, surgido del fraude y con una mayoría ajustada mediante la corrupción misma, haya desestimado a la CICIH no quiere decir que el pueblo no tenga derecho a tener sus exigencias y a hacer viable lo que realmente desea: una Comisión Internacional contra la Corrupción y la Impunidad. Tras eso vendrá una nueva ley electoral justa que asegure transparencia electoral, un nuevo sistema de justicia, el encarcelamiento de quienes se han apoderado de lo que es del pueblo y una nueva constitución.

Don John, los problemas de Honduras no son de ahora, lo sabemos. Ya Julio Escoto nos ha dicho que la indignación en este terruño tiene 500 años, porque la vida de nuestro país ha transcurrido por un camino de indignidad, sometimiento, muerte, hambre, despojo, descultura y miseria para la mayoría del pueblo. Lo
que pasa don John, es que ha llegado el momento en que el pueblo despertó y quiere darle vuelta a las estructuras corruptas del Estado. Quiere dignidad, quiere justicia, quiere que se respeten sus derechos y que se hagan efectivos. Y eso solo es posible si empezamos por hacer justicia contra los corruptos. Lo demás vendrá por añadidura.
No se equivoque don John.

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