A la altura del kilómetro 7 de la carretera que va de Tegucigalpa a Olancho, una calle se convierte en la delgada frontera entre dos mundos. De un lado, en el crematorio, familias enteras luchan por sobrevivir a diario entre la basura. Del otro, manos que construyen esperanza, que busca un futuro digno para los niños hondureños.
En el centro de esta historia está Jeony Ordóñez, un ingeniero eléctrico y teólogo que, desde hace más de 20 años, se ha convertido en un faro de cambio para quienes viven entre la basura.
Un día del 2001, el pastor evangélico fue a tirar la basura junto a su hija de cinco años, quien siempre observaba a los niños jugando en medio de los desperdicios. Llegó al crematorio, y la menor se bajó a jugar con uno de los niños. Fue ahí que se dio cuenta de que esas personas necesitan una mano amiga.
Tras ello, el pastor comenzó el proyecto bajo el nombre Amor, Fe y Esperanza (AFE), que hoy alberga a más de 150 niños, desde recién nacidos hasta jóvenes que están cursando su secundaria y universidad. Además, apoyan a sus familiares dándoles vidas dignas y un techo donde vivir.
«Mi oración, desde ese día hasta hoy, es que si yo no voy a sentir lo mismo cuando vaya al basurero, no debería seguir. No es lástima, sino compasión, para hacer y producir cambios», dijo en conversación con este medio de comunicación.
¿Cómo funciona?
AFE está establecido frente al crematorio y cuenta con una cancha de fútbol, un comedor donde los niños pueden ingerir los tres tiempos de comida, salones de clases, habitaciones y un destacado equipo de profesionales comprometidos con atenciones varias.
El proyecto social únicamente está destinado para los niños del crematorio, por lo que, durante el año, el pastor y los voluntarios realizan visitas al basurero para entregar ayudas y conocer a los nuevos niños que se han integrado a trabajar. De esta manera, constatan que los niños matriculados sean del crematorio y en realidad necesiten de la educación.
«Por muchos años, yo pensaba en sacar a la gente del basurero. Comenzamos a enseñar sobre otros oficios, pero regresaban al basurero. Cuando investigué, me di cuenta de que es una forma de sobrevivir. Ya tenemos más de 20 años y siguen llegando niños casi cada día», manifestó Ordóñez. A la vez, señaló que cambiaron de metodología, buscando dignificar su labor, creando microempresas y buscando aliados en el exterior.
Además de eso, AFE ha construido más de 500 viviendas para los padres de los menores de edad. Sin embargo, para que estos puedan acceder a este beneficio deben cumplir dos condiciones. Una es que los hijos deben concluir los estudios hasta secundaria y, si es posible, la universidad. La segunda es que deben realizar un pago simbólico mensual, que se les regresa en enseres domésticos.
Bajo el lema «No más niños en el basurero», Jeony Ordóñez está buscando que el proyecto se expanda a unos siete países de Latinoamérica en los próximos cinco años.
El corazón de AFE
El equipo de prensa de Diario TIEMPO realizó un recorrido por las instalaciones y, cuando llegamos, en una de las oficinas había una pequeña reunión de los maestros y psicólogos, planificando el año académico 2025.
Los colaboradores, que laboran ad honorem, expresaron que tienen el compromiso de cambiar el futuro de los niños del crematorio y de enseñarles que pueden soñar más allá de trabajar recolectando basura y sobrevivir a diario. Y es que algunos de los niños trabajan desde las 6:00 de la tarde hasta las 6:00 de la mañana, y luego asisten a clases en AFE.
Además, en compañía del pastor Ordóñez, nos adentramos al crematorio para conocer la realidad diaria de las familias y estudiantes. Al momento de ingresar, se pueden observar personas buscando entre una montaña de basura, mientras los camiones entran unos tras otros. Al ver el vehículo del religioso, se acercaron niños, adolescentes y adultos, unos contando sus problemas familiares y personales, y otros pidiendo ayuda.
Mientras el vehículo se detuvo en la cima de la montaña de basura, las aves de rapiña buscaban alimentos en los desperdicios, mientras los niños trabajaban y comían en medio de todo.
«Ya no queremos ir un año y sacar 50 nuevos niños. Quisiéramos llegar un año y que ya no tengamos matrícula», dijo Ordóñez al ver la crítica situación que viven los infantes.
Las personas que quieran apadrinar a un niño deben presentarse a las instalaciones de AFE para conocer cómo podrían realizarlo. Por otra parte, quienes quieran hacer una donación pueden comunicarse al 8814-2225.
Dato: Alrededor de 150 niños, que trabajan a diario en el crematorio, están en AFE, desde niños de guardería hasta adolescentes.
Frase: «Hemos pensado en dignificar la labor que hacen, por eso hemos construido casas y creado microempresas».