REDACCIÓN. Irán envió un mensaje escrito a la administración Biden el 14 de octubre, asegurando que no planea atentar contra Donald Trump, tras una advertencia de Estados Unidos que calificó cualquier ataque como «acto de guerra».
La tensión se originó tras el asesinato de Qassem Soleimani en 2020 por un dron estadounidense, un hecho que provocó amenazas de venganza de Teherán.
La amenaza de venganza ha estado en debate desde entonces, extendiéndose también a exfuncionarios de la administración Trump como Mike Pompeo, Brian Hook y John Bolton, quienes permanecen bajo protección especial por amenazas de represalia.
Contexto político
El mensaje iraní surgió mientras Trump desarrolló su campaña para su retorno a la Casa Blanca. La administración Biden, consciente de los riesgos, reforzó la seguridad del expresidente tras acusaciones recientes contra un ciudadano paquistaní vinculado con Irán, señalado de conspirar para asesinarlo.
Aunque Irán niega las acusaciones de complots, el contexto sigue siendo delicado. Las tensiones se incrementaron con los recientes ataques israelíes contra posiciones iraníes tras un ataque con misiles de Teherán. Ali Vaez, analista del grupo Crisis Group, describió las acciones iraníes como contradictorias. “Es como extender una mano para llegar a un acuerdo mientras sostiene una espada en la otra”, expresó.
A pesar de estas garantías, expertos señalan que restablecer el diálogo con Irán sigue estando complicado. Richard Nephew, exmiembro del equipo negociador de Biden, afirmó que alcanzar un acuerdo nuclear será difícil debido al avance del programa nuclear iraní. Además de las tensiones acumuladas.
La situación pone en evidencia los retos diplomáticos en las relaciones entre Estados Unidos e Irán, donde las tensiones políticas, amenazas y esfuerzos por mantener la estabilidad internacional convergen en un escenario de incertidumbre.