Redacción. Ir al baño «por si acaso» es una costumbre común, sobre todo inculcada desde la infancia. Sin embargo, los expertos advierten que vaciar la vejiga antes de sentir la necesidad real puede alterar su funcionamiento natural y, a largo plazo, afectar la salud urinaria.
Este hábito, conocido por los urólogos como micción proactiva o de conveniencia, consiste en orinar de forma anticipada, generalmente antes de salir de casa, antes de acostarse o cuando hay un baño disponible. Si bien hacerlo ocasionalmente no supone un gran problema, repetirlo varias veces al día sí podría causar consecuencias.
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¿Qué pasa cuando orinas sin necesidad?
La vejiga funciona como un sistema de almacenamiento con una capacidad promedio de hasta 500 mililitros en mujeres y 700 mililitros en hombres. Normalmente, el impulso de orinar aparece cuando se ha acumulado entre 150 y 250 mililitros. Al orinar antes de ese punto de llenado, se interrumpe el proceso de comunicación entre la vejiga y el cerebro.
Con el tiempo, esta interrupción puede llevar a que la vejiga envíe señales de urgencia demasiado pronto, lo cual reduce su capacidad funcional. Según la epidemióloga Siobhan Sutcliffe, esto puede contribuir al desarrollo de condiciones como la vejiga hiperactiva, caracterizada por una necesidad frecuente y urgente de orinar.
Orinar sin necesidad también puede llevarte a esforzarte innecesariamente, lo que afecta al suelo pélvico, un grupo muscular que sostiene la vejiga y otros órganos. Si estos músculos se debilitan, puede haber más riesgo de pérdidas de orina e incontinencia. La psicóloga y especialista en geriatría Kathryn Burgio advierte que este esfuerzo innecesario genera tensión adicional que, con el tiempo, pasa factura.
¿Qué se puede hacer para romper el hábito?
La buena noticia es que el cerebro puede reaprender a trabajar en sintonía con la vejiga. Técnicas como la respiración profunda, la distracción mental o las autoafirmaciones (“yo tengo el control”) pueden ayudar a manejar los impulsos prematuros. Algunos estudios también apuntan a que la atención plena (mindfulness) puede ser eficaz para reducir la urgencia urinaria.
Además, se recomiendan cambios en el estilo de vida como:
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Terapia del suelo pélvico: trabajar con un fisioterapeuta especializado puede ayudar a fortalecer los músculos que controlan la vejiga.
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Revisión de la dieta líquida: reducir el consumo de cafeína, alcohol, bebidas ácidas o con edulcorantes artificiales puede minimizar la irritación de la vejiga.
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Evaluación médica completa: problemas como la diabetes o la apnea del sueño pueden provocar micciones frecuentes, y un diagnóstico oportuno puede marcar la diferencia.
¿Se puede revertir el daño?
Sí. La doctora Ariana Smith, profesora de urología, señala que en la mayoría de los casos es posible reeducar a la vejiga y romper el ciclo de señales alteradas entre esta y el cerebro. «Las vejigas sanas son resistentes», asegura.
En resumen, orinar «por si acaso» de forma ocasional no es perjudicial, pero convertirlo en hábito puede alterar el funcionamiento natural de la vejiga. Escuchar al cuerpo y responder únicamente cuando surja la necesidad real es clave para mantener una salud urinaria óptima.
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