Honduras. Seis meses después de la muerte de Erika Bandy, esposa del narcotráficante Magdaleno Meza, salió a la luz una entrevista que compareció ante el medio estadounidense Insight Crime, en la cual reveló las conexiones que su esposo tenía con el expresidente hondureño Juan Orlando Hernández y su hermano Antonio «Tony» Hernández.
A solo tres días para que inicie el juicio del exmandatario hondureño por narcotráfico, acusado de tres delitos en Estados Unidos, Insight Crime publicó la entrevista que le brindó Erika Bandy. Una semana antes de que se reuniera con el medio, el 26 de octubre de 2019, miembros de una estructura criminal habían asesinado a su esposo, Nery Orlando López, en una prisión de máxima seguridad de El Pozo, en Santa Bárbara.
La hondureña no se limitó al decir que su pareja mantuvo relaciones por años con los hermanos Hernández. Incluso, manifestó: «En su último mensaje (Magdaleno) me dijo que él sabía que lo iban a matar, y que si él perdía la vida, me suplicaba que dijera todo lo que supiera públicamente para salvar mi vida. Que no me callara». «Estaba arrepentido de haber guardado silencio», expresó Bandy «con una mirada temerosa, pero decidida», asegura Insight Crime.
El inicio
Vestida con una blusa negra, un cárdigan azul claro y grandes aretes dorados en sus orejas, Bandy relató en la entrevista de 2019 cómo conoció a López. Una década antes, en 2009, la pareja tuvo un encuentro casual mientras visitaban un bufete de abogados. Por aquel entonces, López vendía automóviles usados.
Para 2012, López se había convertido en un traficante a gran escala, según una declaración jurada de la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) para su extradición. Ese mismo año, conoció a Hernández y a su hermano, Juan Antonio «Tony» Hernández, por primera vez cuando estaban haciendo campaña, dijo Bandy. Juan Orlando estaba impulsando su campaña para ganar la candidatura del Partido Nacional a la presidencia, y Tony aspiraba a un escaño en el Congreso.
Los fiscales estadounidenses acusan a Juan Orlando de aceptar millones de dólares de traficantes durante la campaña a cambio de protección frente a las fuerzas de seguridad, lo que le impulsó a la victoria en noviembre de 2013. Bandy no dijo si ella y su marido también hicieron contribuciones ilícitas a la campaña, pero Tony Hernández se convirtió en una figura habitual en sus vidas.
Se veían en actos de campaña, incluyendo una cena para el Partido Nacional celebrada en casa de Alexander Ardón, otro narcotraficante y político del Partido Nacional, dijo Bandy. Ardón se convertiría más tarde en testigo estrella del caso, tras entregarse a la DEA en marzo de 2019, y se espera que testifique contra Juan Orlando Hernández.
«Gran amistad»
Badt contó que Tony Hernández también los visitó en su rancho. “Le pregunté (a López): ‘¿quién va a venir?’”, recordó Erika. “’Un amigo de la campaña’, me contestó, sin revelar su nombre. Luego llegó un helicóptero. Pensé que tenía algo que ver con mujeres. (Tony Hernández) se bajó con un sombrero blanco».
“Había ofrecido a mi esposo lanzarse como alcalde o diputado”, dijo Bandy.
Lugareños que vivían cerca de uno de los ranchos de López y Bandy en el departamento de Santa Bárbara, a lo largo de la montañosa frontera con Guatemala, declararon haber visto a Tony Hernández con López en al menos dos ocasiones, según un funcionario de las fuerzas de seguridad y otra fuente que habló bajo condición de anonimato.
En 2015, la relación con los hermanos Hernández continuaba, según Bandy. Tony le regaló a López un caballo de paso fino, apreciado por su trote único. Cuando López cumplió 36 años, recibió un mensaje de que alguien quería enviarle un regalo y envió a un empleado a recogerlo. El empleado regresó con un reloj Rolex «Presidential» de oro de US$20.000 de Juan Orlando. «Él quería saber dónde estábamos nosotros», dijo Bandy, reflexionando sobre el motivo del regalo.
Captura
El 6 de junio de 2018 –dos días después de que López cumpliera 36 años–, él y Bandy conducían una camioneta Toyota Hilux blindada por una carretera que conduce a su rancho en Santa Bárbara, cuando se encontraron con un puesto de control.
Siguiendo una pista, los oficiales de seguridad habían montado el control sólo para López y Bandy. Lograron atraparlos junto a tres de sus trabajadores que les seguían en una camioneta Volkswagen Amarok. Pero no se trataba de la UEI, que había investigado a la pareja durante años y que normalmente lleva a cabo detenciones de objetivos de la DEA. Fue la Policía Militar, una unidad controvertida creada por Hernández.
Al ser detenido, López intentó sobornar a los soldados, pero se negaron. En ese momento la pareja se dio cuenta de que estaban en graves problemas. “Él estaba llorando antes de bajar del coche”, recordó Bandy. «Me dijo: ‘me van a matar’”.
Más autoridades llegaron al lugar. Registraron a los detenidos y luego los trasladaron junto con sus vehículos a una base militar cercana. A López le encontraron un carnet de identidad con su nombre falso, Magdaleno Meza, más de US$7.000 en efectivo y cinco relojes Rolex. Bandy llevaba joyas en su bolso. Pero fingieron que apenas se conocían y, por un momento, parecía que los oficiales no encontrarían suficiente para detenerlos.
Libros que implican a los hermanos
Bandy explicó que los agentes antidroga cortaron una trampilla bajo el asiento trasero del Volkswagen, revelando casi US$200.000 en efectivo, granadas y once libros de contabilidad. Descubrieron que un interruptor en el Toyota se conectaba a otro en el Volkswagen y, al activarse, se abría un compartimento del salpicadero, donde escondían armas.
Cuando los agentes llevaron las pruebas a su despacho, revisaron los libros de contabilidad y descubrieron algo mucho más importante. «En ese momento el caso de Tony Hernández era muy conocido en Honduras, así que al verificar o revisar los libros de contabilidad, encontré el nombre de Tony Hernández», declararía más tarde uno de los agentes ante el tribunal.
Otro detalle les llamó la atención. En varias entradas figuraban pagos a una persona identificada como JOH, las iniciales y el alias del entonces presidente Juan Orlando Hernández.
Bandy y López fueron puestos tras las rejas, este último como Magdaleno Meza. Una semana después, cuando tuvieron una presentación ante tribunales en la que se esperaba que la fiscalía presentara pruebas, los libros contables brillaron por su ausencia. Pasaron trece días entre la revisión de los libros de contabilidad y su registro en un armario de pruebas.
Un abogado de Tony Hernández utilizó ese vacío en los registros para poner en duda la veracidad de los libros de contabilidad, sugiriendo que podrían haber sido manipulados para implicar a su cliente. Sin embargo, los abogados de Bandy y López sugirieron que hubo un intento de encubrimiento a favor de los hermanos Hernández desde dentro de la Procuraduría General de la República.
Sin levantar sospechas
En noviembre de 2018, agentes de la DEA arrestaron a Tony Hernández por cargos de narcotráfico en el Aeropuerto Internacional de Miami. En la acusación no se mencionaban los libros de contabilidad de drogas ni los vínculos de Tony con Bandy y López. Pero unas semanas más tarde, el Ministerio Público de Honduras reveló la conexión tras incautar algunos de los bienes de Tony, afirmando que había pruebas que vinculaban a Tony con la detención de la pareja y que había sido interrogado en relación con el caso.
En prisión, López recibió varias visitas en nombre de los hermanos, primero de otro hermano Hernández, Amílcar Hernández, un militar retirado. «Amílcar le dijo que no hablara con nadie más», declaró Bandy a InSight Crime. «Mi esposo dijo: ‘Está bien, me quedaré callado, sácame de aquí’».
Pero López empezó a sospechar a medida que pasaban los meses y seguía tras las rejas. Luego recibió visitas de un abogado y de un investigador privado que trabajaba para la defensa de Tony. «Fíjate que ahorita vino un investigador privado de parte de TH desde EE. UU. de parte del abogado que quería que le dijera todo lo que sabía sobre TH», dijo López en otro mensaje de voz enviado a uno de sus abogados, refiriéndose a Tony Hernández por sus iniciales. «Y le digo, ‘¿por qué te voy a decir todo si no me beneficia en nada?’».
El abogado también visitó a Bandy e intentó sacarle información, pero ella no estaba interesada en hablar de detalles, sino en hacer una advertencia. «Le dije que mi esposo me había contado todo. Lo sé todo. Si mi esposo no dice la verdad, lo haré yo. Si ustedes matan a Magdaleno, yo tengo toda la información», dijo.
La muerte
Aunque López quería cooperar con la DEA, estaba atrapado en una prisión en Honduras porque las autoridades estadounidenses no habían enviado una solicitud de extradición antes de su detención. Aunque había sido acusado por Estados Unidos dos años antes, ahora tenía que cumplir primero su proceso legal en su país. La laguna en el tratado de extradición podía aprovecharse para mantener a los traficantes en Honduras y evitar que cooperaran con los fiscales estadounidenses.
Ocho días después de haber declarado culpable a Tony Hernández por narcotráfico, López estaba en un pasillo hablando con el director de la prisión cuando un guardia enmascarado abrió una puerta lateral. De ella salieron miembros de la pandilla MS13, que de inmediato dispararon contra López y luego mutilaron su cuerpo. Un vídeo del horrible acto apareció en las redes sociales con asombrosa rapidez.
La entrevista
Un par de semanas después del asesinato de López, Bandy estaba sentada en la prisión de mujeres, con las uñas pintadas de negro repiqueteando sobre la mesa, mientras gatos y perros se arrastraban y los guardias observaban desde cerca. «Fue totalmente descarado lo que hicieron», lamentaba.
«(López) me dijo que el presidente de este país lo iba a matar por sus vínculos con su hermano, y tenemos las pruebas», dijo Bandy.
Bandy dijo que el nombre Tony que aparece en numerosas entradas de los libros de drogas corresponde al exdiputado, Tony Hernández, y que las iniciales JOH corresponden al expresidente Juan Orlando Hernández. Pero los libros contables no eran la única prueba.
Poco después de la entrevista, un abogado de Bandy mostró a InSight Crime dos fotos. La primera era una foto de Hernández fuera de una casa que, según Bandy, era de ellos. La segunda era una foto de un aparente kilogramo de cocaína estampado con las iniciales TH.
Durante el juicio de Tony Hernández, los fiscales presentaron una foto obtenida mediante una interceptación de un aparente kilogramo de cocaína con el mismo sello TH. Tres testigos declararon que se trataba de un sello utilizado por el exlegislador en representación de sus iniciales. Además de la foto presentada en el juicio, la única similar que existe en el dominio público es de una incautación en Costa Rica en 2016.
La foto del ladrillo de cocaína, combinada con los libros de contabilidad y los testimonios de López y Bandy, habría sido condenatoria para Tony o Juan Orlando Hernández. Pero Bandy y otras personas cercanas a la pareja dijeron que aún había más pruebas, incluidas más fotos y más libros de contabilidad.
Vida en el exterior
Pocas semanas después de la entrevista, un abogado que había trabajado para la pareja fue asesinado en una cafetería. Luego, el director de la prisión, Pedro Ildefonso Armas, quien había estado hablando con López cuando le dispararon, fue asesinado en un hecho que tenía todas las características del crimen organizado.
Los asesinatos aterraron a Bandy, quien mantuvo su silencio. Salió de la cárcel en 2022 gracias a una reforma del Código Penal que endureció los cargos por blanqueo de capitales. Pero no era realmente libre. Cada mes tenía que comparecer ante el tribunal como parte de su libertad condicional y tenía prohibido salir del país. El miedo consumía su vida y cambiaba constantemente de teléfono y de domicilio.
Personas cercanas a la mujer en varias oportunidades la animaron a buscar un acuerdo con las autoridades estadounidenses para salvar su vida y, a principios de 2023, la DEA intentó ponerse en contacto con ella para tratar de conseguir su cooperación, según explicaron sus abogados a InSight Crime. Si hubiera accedido a testificar contra Hernández, podría haber cerrado el caso para la acusación.
Pero ella se negó. «Usted no conoce los tentáculos de esta gente», dijo Bandy a un abogado, explicando su miedo a las represalias de los Hernández. Estaba preocupada por sus hijos y no había ninguna acusación que la presionara, como en el caso de su marido.
Bandy quería salir de Honduras y esperaba con impaciencia el final de su libertad condicional para poder viajar. Pero para ello necesitaba dinero, y desde que salió de la cárcel había estado cobrando viejas deudas.
Su fin
El 22 de junio de 2023, Bandy aparcó en una panadería en un todoterreno Toyota Prado blindado, según las imágenes de las cámaras de seguridad. Cuando sus guardaespaldas llegaron en una camioneta, ella salió, pero rápidamente volvió al interior cuando llegó otra camioneta, en la que iban hombres fuertemente armados con chalecos antibalas.
Primero aseguraron la calle, obligando a los guardaespaldas a arrodillarse. Luego entraron en la panadería. Bandy, con un vestido de verano y sandalias, se escondió detrás del mostrador. Se puso la mano delante de la cara como diciendo: «No disparen».
Entonces la alcanzaron detrás del mostrador. No eran policías de verdad, sino un sofisticado grupo de asesinos disfrazados. Bandy agarró a una espectadora e intentó utilizarla como escudo humano. Un hombre le hizo un gesto para que se apartara de la mujer. Cuando Bandy se negó, el hombre disparó por encima de su hombro y, después de que ella cayera al suelo, le disparó en la cabeza, seguidas de otras dos balas para estar seguro.
Al día siguiente, sus abogados recibieron la notificación de que su libertad condicional había terminado.