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jueves, junio 19, 2025

El impacto de la violencia en la salud mental de los sampedranos

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Redacción. Las recientes olas de violencia en San Pedro Sula, que incluyen masacres, homicidios, asesinatos de conductores, asaltos, tiroteos contra guardias de seguridad y casos de violación, han generado una profunda preocupación en la comunidad.

Diario Tiempo conversó con la psicóloga Iveth Cano para entender cómo estos eventos afectan la salud mental de los sampedranos. Explicó que la percepción constante de inseguridad impacta de forma significativa y múltiple el bienestar psicológico de la población, afectando los ámbitos emocional, cognitivo, conductual y social.

«Se observa un aumento en la ansiedad y el estrés crónico«, explicó Cano, quien añadió que «la inseguridad mantiene a las personas en una constante respuesta de alerta en el sistema nervioso, lo que incrementa la ansiedad incluso cuando no hay una amenaza directa. Esto puede derivar en problemas físicos como insomnio, hipertensión y trastornos cardiovasculares».

La psicóloga señaló que la inseguridad también altera las rutinas diarias. Muchos sampedranos evitan salir de noche, acudir a ciertos lugares o interactuar con desconocidos para prevenir situaciones de peligro. En casos aislados, esto puede conducir al aislamiento social y a la desconfianza, afectando la integración comunitaria.

La violencia es extrema: algunas personas fueron asesinadas con una crueldad que llegó a incluir hasta 35 disparos.

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«La inseguridad no sólo influye en cómo la gente se comporta, sino también en cómo piensa, siente y se relaciona. Representa una manifestación emocional colectiva que puede afectar negativamente la estabilidad mental y social, incluso cuando la amenaza no es concreta», indicó Cano.

Impacto en niños y adolescentes

El impacto en la salud mental de los niños y adolescentes que crecen en San Pedro Sula es inmenso. La exposición diaria a la violencia, ya sea en el hogar, la escuela o la comunidad, puede desencadenar trastornos psicológicos que afectan su desarrollo emocional, cognitivo y social.

Estos efectos se manifiestan en ansiedad, depresión, trastornos del sueño y desensibilización, lo que puede llevar a la normalización de la violencia o a conductas agresivas por la exposición directa.

Resiliencia 

A pesar del contexto desafiante, la psicóloga Cano observó mecanismos de resiliencia y afrontamiento positivo en la población sampedrana.

«Existen programas socioeducativos y recreativos que ofrecen a niños y jóvenes alternativas que los alejan de la violencia, fomentando un sentido de pertenencia y propósito», mencionó Cano. Además, destacó las capacitaciones en resolución de problemas impartidas por entidades como la corporación municipal.

Diversas instituciones, como el Teléfono de la Esperanza y Ciudad Mujer, implementan terapias cognitivo-conductuales y técnicas de manejo del estrés, frecuentemente con la participación de estudiantes de psicología de universidades que desarrollan proyectos en empresas e instituciones.

Muchos casos no se han resuelto y siguen en investigación.

El papel crucial del psicólogo 

Los psicólogos juegan un papel vital en la sociedad, abarcando niveles educativo, comunitario, preventivo, clínico y organizacional. Pero su rol más importante es restaurar y fortalecer la salud mental, tanto individual como colectiva.

Eso incluye atención terapéutica, prevención y fortalecimiento de la resiliencia, trabajo comunitario, intervención psicosocial y técnicas para manejar el estrés y la ansiedad.

Acceso a servicios de salud mental 

Aunque San Pedro Sula cuenta con varios centros que ofrecen servicios de salud mental, persisten los sesgos en torno al bienestar emocional, así como una falta de conciencia general y un fuerte estigma hacia la atención psicológica. La especialista propone varias mejoras:

  • Integrar la salud mental en el sistema de salud pública: capacitar al personal de atención primaria en primeros auxilios psicológicos y detección temprana de síntomas como ansiedad y depresión.
  • Campañas de sensibilización comunitaria: educar a la población para romper el estigma, promoviendo el autocuidado emocional y mental.
  • Programas de bienestar emocional en las escuelas: implementar los programas en todos los niveles educativos.
  • Formar redes comunitarias de apoyo psicosocial: expandir programas existentes como «empoderar» que ofrecen acompañamiento básico en barrios vulnerables, creando espacios seguros para la expresión emocional.
  • Políticas de apoyo a la salud mental: esencial para un cambio significativo.

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