REDACCIÓN. La inteligencia artificial (IA) se está convirtiendo en una herramienta cada vez más importante en el campo de la psicología, con el potencial de mejorar la detección y el tratamiento de problemas de salud mental en etapas tempranas. Sin embargo, su uso también plantea importantes dilemas éticos que deben abordarse cuidadosamente.
En 1972, un psiquiatra de Stanford llamado Kenneth Colby creó Parry, un programa que intentaba simular el lenguaje de una persona con esquizofrenia paranoide, para capacitar a los estudiantes antes de que atendieran a pacientes reales. Asimismo, poder familiarizarlos con el lenguaje y la forma de pensar de estos pacientes.
El éxito de Parry en simular la esquizofrenia paranoide fue tal que incluso fue capaz de «aprobar» la prueba de Turing. Este es un test diseñado por el matemático Alan Turing para evaluar si una máquina puede exhibir un comportamiento inteligente indistinguible del de un ser humano.
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Ahora, los investigadores de la Universidad de Oxford están explorando cómo la IA podría usarse para predecir problemas de salud mental en un futuro cercano. «Hablar con jóvenes puede ayudarnos a entender sus perspectivas. También, avanzar para brindar un servicio informativo, útil y productivo», explica Ella Arensman, profesora de Neurociencia y Sociedad.
Jessica Lorimer, asistente de investigación del Departamento de Psiquiatría, explica que un método que están usando se llama fenotipado digital. Este utiliza la IA para recolectar y analizar datos de dispositivos móviles, como la actividad física o la ubicación, con el objetivo de predecir problemas de salud mental.
“Debemos asegurarnos de que estas tecnologías respeten la dignidad y la autonomía de los pacientes. Sólo así podremos aprovechar al máximo los beneficios de la IA”, Dr. Sagar Parikh.