Redacción. Cada 7 de abril, el mundo conmemora el Día Mundial de la Salud, una fecha que no solo invita a reflexionar sobre el estado actual de la medicina, sino también a cuestionar cómo los sistemas sanitarios responden —o fallan— frente a los desafíos del siglo XXI.
Lejos de reducirse a una efeméride simbólica, esta jornada representa un llamado urgente a gobiernos, instituciones y sociedades para replantear las políticas públicas y reconocer que la salud es un derecho humano fundamental, no un privilegio reservado para unos pocos.
Un origen marcado por la reconstrucción y la esperanza
Fue en 1948, en medio del proceso de reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial, cuando las naciones decidieron crear un organismo que velara por la salud global: la Organización Mundial de la Salud (OMS). Su fundación, un 7 de abril, marcó el inicio de un esfuerzo internacional sin precedentes para garantizar el bienestar de las personas sin importar su lugar de nacimiento.
Desde entonces, cada año, la OMS elige un tema prioritario que orienta la agenda sanitaria mundial. En 2025, el lema es: “Comienzos saludables, futuros esperanzadores”, centrado en la salud materna y neonatal, con el objetivo de garantizar que madres y recién nacidos reciban atención oportuna, equitativa y de calidad.
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Una mirada amplia e inclusiva sobre la salud
La OMS insiste en que la salud no es solo la ausencia de enfermedad. Implica también equilibrio emocional, acceso a servicios, prevención, alimentación adecuada, condiciones de vida dignas y justicia social. La verdadera salud está profundamente entrelazada con el entorno, la educación, el agua potable, la seguridad y la información confiable.
Por eso, esta jornada no solo promueve recomendaciones clínicas, sino que plantea una conversación más profunda: ¿cuán preparados están nuestros sistemas de salud para atender a todos? ¿Qué tanto influyen la pobreza, el racismo o el género en la atención médica que recibe una persona?
A pesar de los avances científicos y tecnológicos, millones de personas siguen sin acceso a atención médica básica. Las barreras geográficas, económicas o culturales impiden que comunidades enteras reciban diagnóstico, tratamiento o prevención a tiempo.
Desde zonas rurales en África hasta barrios marginales en América Latina, la brecha entre quienes pueden pagar atención privada y quienes dependen de sistemas colapsados sigue creciendo. Este 7 de abril, se recuerda que la salud no debe depender del lugar donde uno nace, vive o trabaja.
Educación, participación y políticas públicas: claves para el cambio
La OMS subraya que los gobiernos tienen un papel decisivo. Diseñar ciudades más saludables, invertir en salud mental, regular alimentos ultraprocesados y combatir la desinformación médica son acciones que requieren voluntad política sostenida.
Del lado ciudadano, la educación en salud cobra un rol esencial. Personas informadas y empoderadas pueden adoptar estilos de vida saludables, exigir mejores servicios y prevenir enfermedades antes de que se conviertan en emergencias.
Un llamado a la acción
Conmemorar el Día Mundial de la Salud es, sobre todo, una invitación a la acción colectiva, a entender que nuestro bienestar individual está conectado con el de los demás, y que la salud no es un asunto técnico, sino político y social.
En 2025, el enfoque en la salud materna y neonatal nos recuerda que el futuro se construye desde el nacimiento, y que garantizar un buen comienzo es apostar por sociedades más justas, humanas y sostenibles.
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