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martes, abril 23, 2024

Hondureños a españoles: «no aprecian lo afortunados que son al poder estudiar»

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Cinco jóvenes hondureños viajaron a España cuando fueron elegidos para participar en un curso de la Universidad de Málaga. En su recorrido por diferentes centros de estudios explicaron a los estudiantes españoles que son afortunados al poder estudiar, pues en Honduras, solamente el 1 % de los ciudadanos llegan a ser universitarios.

Lesly Medina, Kenia Andino, Dilcia López, Pablo López y Dagoberto García resultaron elegidos para el primer convenio de colaboración entre la Diputación Provincial, la Universidad de Málaga y la ONG Asociación Colaboración y Esfuerzo (ACOES).

Durante su tiempo en España, los hondureños observaron las diferencias entre las oportunidades de estudio en Honduras y el país europeo. En ese sentido, en cada institución que visitaban daban a conocer la realidad de su nación.

Lesly Medina de 25 años, estudiante de Psicología y originaria de Tegucigalpa, contó sobre las dificultades que atravesó para cursar su carrera. «Yo pude estudiar, pero mis padres no podían comprarme todos los libros que necesitaba a principios de curso. Tenían que comprármelos poco a poco».

Medina dijo que con el salario de Lps. 8,300 de su padre sostenían a una familia de cinco personas. «En Honduras tenemos escuelas públicas y la enseñanza es obligatoria hasta 9º grado, pero estudiar conlleva una serie de gastos obligatorios como uniforme o material que muchas familias no pueden asumir. A menudo tienen que elegir a qué hijos van a destinar esos recursos para darles estudios; otros, sobre todo en las zonas rurales, tienen que ponerse a trabajar», añadió la capitalina.

Asimismo, Dilcia López habló sobre la dificultad para acceder al estudio que tienen los niños y jóvenes hondureños en zonas rurales. Con 25 años, la estudiante de Pedagogía y originaria de Morazán, Yoro, comentó que ella desde joven tuvo que trabajar.

«Íbamos a la escuela, pero nunca hemos tenido vacaciones porque los meses que no había clase íbamos a trabajar», expresó. López ayudaba económicamente a sus padres y se incorporaba al corte de café. Ella es la primera de su familia que llega a la universidad.

La yoreña también evidenció que en zonas rurales se debe recorrer grandes distancias para llegar a centros de estudios. Muchas de esas calles no están pavimentadas y cuando las lluvias azotan al país, las comunidades quedan incomunicadas. Con esfuerzo y poniendo su vida en riesgo, los interesados en aprender, cruzan los puentes con cuerdas.

Kenia Andino hizo hincapié en que la economía de las familias hondureñas es tan difícil que a veces no ajustan ni siquiera para los alimentos básicos. En ese momento, la educación pasa a segundo plano y no hay capacidad de costearla.

«Las familias no compran leche porque es demasiado cara. Así que si no pueden adquirir lo más básico, pagar la educación resulta imposible», manifestó la originaria de Tegucigalpa. Con 32 años está cursando su maestría en Cooperación y es graduada de Economía.

Educación y calidad de vida en España

«Aquí los jóvenes solo estudian. Allí tenemos que trabajar en cadenas de comida rápida para poder permitírnoslo», agregó Andino. Los cinco hondureños expresaron que no entienden por qué los estudiantes españoles no valoran las oportunidades.

Por lo cual, en sus visitas les han hecho saber que en otros países la educación es un privilegio y ellos deben aprovecharla. Los catrachos también expresaron que los jóvenes españoles son inmaduros y hasta irresponsables.

«Yo vivía con mis seis hermanos y mis padres en una misma habitación y el salario de mi padre como manitas no llegaba a los 150 euros (Lps. 4,200). Por eso, cuando me brindaron la oportunidad de estudiar sentía que no podía fallarles», dijo Pablo López; quien tiene 28 años, es originario de Tegucigalpa y estudia Administración de Empresas.

Dilcia concluyó diciendo que el consumismo y materialismo se apodera de los españoles. Cambian su guardarropa con la temporada, y en Honduras, «llevamos la ropa hasta que tiene agujeros. Es una forma de vida totalmente distinta».

Experiencias positivas en España

«Es sorprendente la seguridad que disfrutan aquí. El hecho de ir por la calle con un móvil en la mano es algo impensable en Honduras», dijo Dagoberto García.

El joven de 22 años, originario de El Paraíso y estudiante de Administración y Gestión de la Educación, expresó que se sintió acogido en Málaga. «Es cierto que es un cambio de mentalidad muy grande porque allí pensamos en subsistir, en el día a día. Aquí se da por hecho que, salvo excepciones, todos los jóvenes van a llegar a la universidad», expresó.

Finalmente, las tres hondureñas destacaron la libertad de las mujeres en España. Aseguraron que en su nación, las féminas, desde cortas edades se casan y tienen hijos. En el otro lado del mundo, los papeles son diferentes.

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