Redacción. La inesperada muerte de Orinson Amaya, presidente del Club Deportivo Marathón, ha conmocionado al fútbol hondureño, pero su familia ha sido la más afectada; su padre especialmente vivió momentos de profunda angustia y casi se desvanece cuando sacaron el cuerpo de la clínica privada en San Pedro Sula.
Orinson Amaya, de 52 años, falleció debido a un infarto mientras se encontraba al frente de los proyectos y actividades del Marathón, club que dirigía desde 2015.
Durante su gestión, impulsó mejoras en el estadio Yankel Rosenthal, fortaleció la sede del club y lideró al equipo hacia un título de Liga en 2018.

Su pasión por el club sampedrano era evidente y su relación con la familia cercana, particularmente con su padre, estaba marcada por afecto y respeto mutuo.
El impacto del fallecimiento no se limita al ámbito deportivo. Testigos señalan que el padre de Orinson vivió un dolor profundo al despedirse de su hijo, reflejando la magnitud de la pérdida que puede sentir un progenitor.

Como dice el dicho popular, “los hijos no deberían enterrar a los padres”, señalando que la tristeza de un padre al perder un hijo es incomparable.
Le puede interesar: Fallece Orinson Amaya, presidente del Marathón
Su partida deja un vacío imborrable
Mario Berríos, exfutbolista y actual directivo del Marathón, expresó su conmoción y admiración por Amaya: “Era un líder apasionado, meticuloso y comprometido con todo lo que hacía. Su legado permanecerá como guía para futuras generaciones”.
Además, destacó el vínculo emocional que el presidente tenía con el club, afirmando que para él, el Marathón era como un hijo.

La noticia de su partida ha generado un sentimiento de luto en toda la comunidad deportiva. Entre los seguidores del club, quienes reconocen la dedicación y el amor que Amaya siempre mostró, se siente especialmente esta pérdida.
El legado de Orinson Amaya, construido sobre compromiso, pasión y entrega al Marathón, permanecerá vivo. Sin embargo, el vacío dejado en el corazón de su padre será imposible de llenar.



