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viernes 19 diciembre 2025

Agustín Pacheco: el hondureño que soñó con volar y dejó su voz en Coldplay

Redacción. Agustín López Pacheco, originario del barrio San Antonio en Siguatepeque, departamento de Comayagua, pasó de ser un hombre con un sueño aparentemente imposible a convertirse en un símbolo internacional de perseverancia, creatividad y esperanza.

Nacido el 5 de mayo de 1938 en la comunidad de Río Bonito, Siguatepeque, Agustín Pacheco enfrentó desde niño las secuelas de la poliomielitis, lo que le dificultó moverse libremente y le obligó a depender de una silla de ruedas en sus últimos años.

A pesar de sus limitaciones físicas y de no contar con recursos económicos ni formación universitaria formal, siempre sostuvo una convicción clara: quería volar. Y no solo metafóricamente. Desde pequeño comenzó a soñar con construir su propio helicóptero.

Instalado en una humilde casa‑taller en el barrio San Antonio, el hondureño recolectó chatarra, tubos, tornillos y piezas metálicas de desecho. Con su ingenio autodidacta, comenzó a diseñar y ensamblar lo que él llamaba su “helicóptero”.

Aunque nunca logró concretar un vuelo sostenido, sí construyó varios prototipos e incluso logró que uno de ellos se elevara mínimamente.

Agustín Pacheco junto a los integrantes de Coldplay. Foto: Próspera Hn.

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De Honduras al mundo

La historia de don Agustín permaneció durante muchos años en el ámbito local, siendo conocida por vecinos y por quienes pasaban por su casa. Pero con el tiempo llamó la atención de un documentalista estadounidense, que registró su vida, su taller y su sueño.

Fue así que la banda británica Coldplay descubrió la entrevista en la cual Agustín Pacheco decía: “Hombre, mire… para toda la gente ha sido motivo de burla, porque todo el mundo piensa que es una cosa imposible, que es cuestión de locos”.

En su álbum Everyday Life (2019), en la canción “When I Need a Friend”, Coldplay incluyó un fragmento de su voz. De esta manera, su mensaje de esperanza y persistencia llegó a millones de personas en todo el mundo.

Aunque nunca fue capaz de ver su helicóptero surcar realmente los cielos, Agustín Pacheco dejó un legado que va mucho más allá de cualquier máquina voladora.

Su vida es un testimonio de que los sueños pueden comenzar en los lugares más humildes y con los recursos más limitados —y aun así alcanzar resonancia global. Según medios locales, el hondureño falleció en 2017, a los 75 años de edad.

Tras su muerte, su proyecto, en apariencia abandonado y oxidado, permanece como una reliquia simbólica en su barrio natal, siendo motivo de orgullo para los lugareños.

Recientemente, el helicóptero inacabado que construyó ha sido rescatado y exhibido en la “Zona Próspera”, en Roatán, Islas de la Bahía. Se exhibe como símbolo de que incluso los sueños considerados imposibles pueden volar.

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