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martes 2 diciembre 2025

A cinco años de Eta, El Tablón continúa siendo una promesa sin consenso

Redacción. Cinco años después de que los huracanes Eta e Iota devastaran el Valle de Sula, el recuerdo de aquellas inundaciones sigue vivo entre las comunidades que perdieron todo.

En 2020, las lluvias torrenciales provocaron el desbordamiento de los ríos Ulúa y Chamelecón, anegando viviendas, cultivos y carreteras. Cientos de familias debieron ser evacuadas y, para muchas de ellas, la promesa de una solución estructural quedó representada en un solo nombre: El Tablón.

La represa El Tablón fue planteada como un proyecto estratégico tanto para el control de inundaciones, como para la generación hidroeléctrica. En aquel momento, el gobierno anunció que esta obra sería una prioridad dentro del plan de reconstrucción nacional. Sin embargo, cinco años después, el proyecto sigue sin comenzar y las comunidades afectadas aún esperan resultados concretos.

Maqueta que muestra el proyecto. Imagen publicada por la Secretaria de Planificación Estratégica el 17 de noviembre de 2024.

Un proyecto con historia

Aunque cobró relevancia tras los huracanes de 2020, El Tablón no es una idea nueva. Según recuerda Miguel Aguilar, presidente del Sindicato de Trabajadores de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (STENEE), el proyecto se viene discutiendo desde hace al menos cuatro décadas.

“Este proyecto se viene hablando desde hace 40 años y en la zona donde se planteó originalmente, por muchos años la gente no hizo trabajos agrícolas porque se decía que ahí se construiría la represa”, explicó Aguilar.

De acuerdo con los estudios técnicos primarios, el punto más adecuado para su construcción es un cañón natural que permitiría aprovechar el desnivel del terreno y garantizar una mayor capacidad de generación eléctrica, además de un mejor control de las aguas en época de lluvias.

Vista aérea del sitio de presa. Imagen: BCIE.

“La represa El Tablón es una instalación que el país requiere para el control de inundaciones y para generar energía aprovechando la riqueza hidroeléctrica de la zona”, sostuvo Aguilar, quien agregó que los estudios estimaban una generación superior a los 32 megavatios.

Resistencia de la población

El proyecto enfrentó un cambio del sitio original de construcción. La nueva ubicación, 13 kilómetros aguas abajo, en la comunidad de Los Limones, Quimistán (Santa Bárbara), desató resistencia entre los pobladores.

“Lamentablemente fue cambiada de sitio y eso causó un malestar legítimo en la población”, expresó Aguilar. “Consideramos que El Tablón debe hablarse de un complejo aguas arriba, quedando la instalación tal y como dicen los estudios primarios en el punto original”.

La razón del cambio, según fuentes oficiales, fue reducir el impacto social, ya que en el sitio anterior se afectarían unas 900 familias, mientras que en el nuevo serían alrededor de 400. Sin embargo, el terreno de Los Limones es altamente productivo, lo que ha generado oposición entre agricultores y pequeños propietarios.

Protestas en Quimistán, Santa Bárbara, en contra del proyecto.

“La zona modificada es altamente productiva, y allí está la resistencia legítima de la población porque son tierras de trabajo”, subrayó el dirigente sindical. “Por eso es importante que el gobierno y la ENEE lleguen a un acuerdo con los pobladores para que la inversión se haga en el punto original”.

Avances detenidos

En septiembre pasado, la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) anunció que las obras iniciarían en octubre de 2025, tras conseguir un financiamiento inicial para la primera etapa. Sin embargo, Aguilar señala que el avance sigue estancado debido a la falta de consenso con las comunidades.

“La ENEE dijo que iniciaría en octubre porque había un financiamiento, pero mientras no se pongan de acuerdo con los pobladores esto va a estar parado”, advirtió.

Miguel Aguilar, dirigente de STENEE. Foto: STENEE.

De acuerdo con el sindicalista, la prioridad debe ser retomar el plan técnico original, ya que ese diseño garantizaba tanto el aprovechamiento energético como el propósito principal de proteger al Valle de Sula de las inundaciones que cada año amenazan con repetirse.

Una obra esperada

Tras el desastre de Eta e Iota, los pobladores de La Lima y Choloma exigieron una solución estructural, cansados de diques improvisados o evacuaciones.

Los expertos coinciden en que una represa multipropósito podría evitar que el Valle de Sula vuelva a inundarse con la misma magnitud de 2020. Además, permitiría regular el caudal del río Ulúa, garantizar agua para riego y generar energía limpia, reduciendo la dependencia de fuentes térmicas.

Pero el tiempo sigue corriendo. En pleno mes de noviembre —cuando históricamente se presentan tormentas y huracanes—, los pobladores vuelven a mirar al cielo con temor y a los proyectos estatales con desconfianza.

Vista aérea de la inundación provocada por Eta en el bulevar que conecta a La Lima con El Progreso, Yoro, y San Pedro Sula | AFP

Miguel Aguilar insiste en que la clave para avanzar está en el diálogo. “Es importante que se le dé el espacio a la ENEE para llegar a un acuerdo con los pobladores sobre las zonas indicadas en los estudios primarios”, reiteró.

Mientras tanto, los técnicos de la ENEE mantienen que el proyecto continúa en fase de actualización de estudios y evaluación ambiental.

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