Redacción. La conmovedora historia de Ángel Gabriel Castro ha resonado en las redes sociales de Honduras, pues dejó atrás una prometedora carrera en el fútbol profesional para seguir otro llamado: el sacerdocio.
Ángel Gabriel debutó en la Liga Nacional con el Club Deportivo Olimpia y, gracias a su buen desempeño, llegó a la Selección Nacional de Honduras. No obstante, el destino le tenía preparado consagrar su vida a Dios.
A pesar de los logros que alcanzaba en el deporte, el hondureño decidió ponerle un alto e ingresar al Seminario Mayor Nuestra Señora de Suyapa, donde cursó estudios en filosofía y teología orientados a las ciencias religiosas.
La vida de Ángel Gabriel se vio marcada por la religión. Durante su paso por los equipos, siempre se encomendaba a la Santísima Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Lea además: “Black Walmart” llega con rebajas de hasta 35% y beneficios para sus clientes

Su llamado vocacional
En una entrevista con Suyapa Medios, el ahora seminarista Ángel Gabriel contó cómo fue el proceso que vivió al entrar al seminario, puesto que la idea no le parecía a su papá ni a su mamá, además de que no había estabilidad económica. A pesar de ello, continuó porque quería cumplir el llamado de su corazón.
Al religioso le tocó luchar solo, pues también dejó de lado un contrato con el equipo de fútbol y no contaba con el apoyo de su familia. Pero con el tiempo comprendieron que se trataba de un anhelo espiritual y lo acompañaron en su caminar.

Ángel Gabriel contó que sintió el llamado de Dios desde que tenía 17 años, justo en medio de un mundial de fútbol profesional.
«Yo le dije al Señor: ‘voy a jugar este mundial y luego haré el año de discernimiento’. Pero mi sorpresa fue que, al terminar el mundial, me contrata el Olimpia, una oferta con mejor salario y un equipo de primera, por lo que le pedí un ratito más al Señor. Luego viene la Sub-20 y vuelvo a hacer lo mismo; fue en Egipto en 2009, pero le prometí al Señor que iba a iniciar el proceso».
Ingreso al seminario
Tras varios años de espera, cumpliendo con el fútbol profesional, el hondureño ingresó al seminario en 2019, con poco conocimiento sobre la iglesia, pero con enormes ganas de servir a Dios. Su último partido lo jugó en diciembre de 2018, a los 28 años.
Ahora lleva el séptimo año de formación religiosa, en el tercero de teología, es decir, que está a un paso de convertirse en sacerdote, evidenciando que su pasión por el fútbol y su llamado vocacional lo han convertido en un hombre admirable y de bien.




