México. Un emotivo reencuentro se vivió recientemente en el aeropuerto de San Pedro Sula, luego de que tres niñas hondureñas, de 7, 8 y 11 años, retornaran al país tras haber pasado siete años bajo el resguardo institucional en Puebla, México.
El proceso de repatriación fue posible gracias a un esfuerzo conjunto entre las autoridades hondureñas y mexicanas, quienes garantizaron la identificación, documentación y traslado seguro de las menores hasta su ciudad natal.
El cónsul de Honduras en México, Héctor Amador, y el comisionado del Registro Nacional de las Personas (RNP), Óscar Rivera, encabezaron las gestiones necesarias para inscribir a las pequeñas como hondureñas y asegurarles su derecho a la identidad. Por parte de México, el procurador del menor en Puebla y autoridades migratorias facilitaron los trámites legales, boletos aéreos y demás recursos que hicieron posible este regreso.
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Durante el tiempo que permanecieron en custodia del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) en México, las niñas recibieron protección y atención integral. Sin embargo, la razón de su permanencia en ese país tiene un trasfondo doloroso: fueron puestas bajo cuidado del DIF luego de que su padrastro fuera detenido por el asesinato de su hermanito menor, hecho que llevó a su madre a abandonarlas definitivamente.
La coordinación binacional entre Honduras y México permitió finalmente que las menores pudieran volver a su tierra y reencontrarse con sus abuelos. A partir de ahora ellos estarán a cargo de su cuidado y crianza.
Este retorno marca un nuevo inicio para las tres niñas, quienes, tras años de incertidumbre y adversidad, tendrán la oportunidad de crecer en un entorno familiar que les ofrezca amor, estabilidad y esperanza. Al mismo tiempo, el caso refleja la importancia de la cooperación internacional en la protección de la niñez migrante y en situación de vulnerabilidad.

