TEGUCIGALPA, HONDURAS. «Solo se muere cuando se olvida», reza una frase que resuena en los sepelios al decirle adiós a un ser querido para que goce del descanso eterno y ese deseo se refuerza entre los hondureños cada dos de noviembre para revivir en sus corazones la memoria de sus familiares.
Es así como cientos de hondureños acuden a los campos santos con coronas, arreglos florales, ramos y otras ofrendas para recordar y honrar a sus seres queridos que se han adelantado. Más allá de una simple tradición, se convierte en un momento para reconectarse con los que han partido.
El día de los muertos o fieles difuntos, es una tradición que se originó desde hace muchos años, la solemnidad tiene sus raíces en la herencia indígena y española, sin embargo la historia marca un episodio desde antes de la era cristiana.
Además, cada 1 de noviembre se recuerda a aquellos bebés y niños que partieron a la morada celestial y recibe el nombre de «Día de Todos los Santos», debido a que la tradición marca que los pequeños mueren sin pecado y con el corazón puro.
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Tradiciones
Honduras es un país que se marca por múltiples por las traiciones y costumbres, y en su mayoría se arrastran de generación en generación. Para estos días especiales y que son el momento de rendir homenaje a los que han partido, las familias realizan algunas actividades.
Entre algunas que se pueden mencionar están:
- Visita a los cementerios, para llevar a las tumbas coronas u ofrendas florales. En este caso, puede ser a familiares, amigos u otros que han partido.
- En algunos casos, llevan alimentos y bebidas que eran las favoritas del difunto.
- Llevar música, como mariachis para honrar la memoria y gustos del fallecido.
- Limpiar el área donde esta sepultado el familiar.
- Orar y colocar velas sobre las tumbas.
- En las parroquias se celebran misas y en las intenciones se leen los nombres de los fallecidos.
En las afueras de los cementerios, muchas personas se apuestan para vender coronas elaboradas de manera natural o plásticas, también arreglos florales, y adornos.
En algunas comunidades el sur del país se homenajea a los muertos con música de banda o «churrumchunchun», una tradición de más de 130 años que ha logrado trascender entre generaciones.
Los días 1 y 2 de noviembre, los habitantes se reúnen en los cementerios para recordar a sus difuntos, conversando, comiendo, cantando y colocando coronas de ciprés en sus tumbas.
Importantica para los católicos
El sacerdote, Luis Betancourt, detalló a Diario Tiempo que la fecha es muy importante para los católicos, «porque conmemoramos a nuestros seres queridos que partieron y oramos por ellos. Nosotros sabemos que los difuntos ya no pueden pedirle a Dios arrepentimiento por ellos mismos, pero con su misericordia nos ha dado la gracia de que nosotros los vivos podamos orar por ellos».
Asimismo, el religioso y párroco de la parroquia Inmaculada Concepción de Tatumbla, contó que más allá de las ofrendas que se lleven a los campos santos, la intención más grande del día es orar por el alma de los fieles.
“La fiesta se origina en el libro de Macabeos, donde se relata que, tras una batalla, se encontraron ídolos bajo la túnica de los muertos, lo que llevó a Judas Macabeo a pedir oración por ellos. Esta tradición destaca la importancia de creer en la resurrección de los difuntos” explicó el sacerdote.
En ese sentido, el padre Luis reiteró que el 2 de noviembre no es solo una fecha para recordar a los seres queridos que ya han partido, sino que es un día para pedir a Dios por su perdón.
El espíritu de estas tradiciones en los diferentes rincones del país, inspiran a muchos a viajar a sus comunidades natales para revitalizar en sus corazones el recuerdo de aquellos que han partido como un homenaje lleno de amor y gratitud que trasciende generaciones.