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miércoles, enero 8, 2025

Honduras, refugio de esperanza para sacerdotes desterrados de Nicaragua

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Redacción. En octubre de 2023, tres sacerdotes nicaragüenses, víctimas de la represión del régimen de Daniel Ortega, encontraron en Honduras un nuevo hogar y una oportunidad para continuar su labor pastoral.

A Jaime Montecinos, Fernando Calero y José Miguel Figueroa los acogieron comunidades hondureñas que, con fe y solidaridad, les tendieron la mano tras su destierro.

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Una nueva misión en tierras hondureñas

Jaime Montecinos, quien pasó cinco meses encarcelado en Nicaragua, ahora lidera la parroquia San Isidro Labrador en Güinope, un municipio en el oriente de Honduras. Su detención el 23 de mayo de 2023 en Matagalpa desató una ola de indignación entre los feligreses, quienes, aunque con discreción, exigieron su liberación. Tras su destierro, junto a otros 11 sacerdotes, a Montecinos lo enviaron inicialmente a Roma, antes de establecerse en Honduras.

Jaime Montecinos
Jaime Montecinos.

Por su parte, Fernando Calero, arrestado el 28 de diciembre de 2023 mientras realizaba labores pastorales en Rancho Grande, Matagalpa, ahora es vicario de la parroquia Santa María de Suyapa en Danlí. Su detención causó consternación en su comunidad, donde servía en la parroquia Nuestra Señora de Fátima.

Fernando Calero
Fernando Calero.

José Miguel Figueroa, quien fue párroco de la iglesia Nuestra Señora de los Desamparados en Chinandega, asumió recientemente como párroco de San Lucas Evangelista en San Antonio de Flores. Su ceremonia de investidura, realizada el 4 de enero de 2025, estuvo presidida por el obispo José Antonio Canales, una figura clave en la acogida de estos sacerdotes.

José Miguel Figueroa
José Miguel Figueroa.

Persecución religiosa en Nicaragua

El destierro de Montecinos, Calero y Figueroa no es un caso aislado. Entre 2023 y 2024, un total de 154 religiosos fueron forzados a abandonar Nicaragua, acusados de conspirar contra el Estado por el régimen de Ortega y Murillo. Muchos de ellos formaban parte de una oposición eclesiástica que, aunque pacífica, se mantenía firme ante la represión.

La llegada de los sacerdotes a Honduras la han visto como un acto de resistencia y esperanza. “La iglesia no abandona a sus pastores, y Honduras es tierra de hospitalidad”, declaró Canales durante la investidura del padre Figueroa.

Las comunidades de Güinope, Danlí y San Antonio de Flores no solo ven en estos sacerdotes líderes espirituales, sino también símbolos de perseverancia frente a la injusticia. Con esta bienvenida, según autoridades, Honduras refuerza su reputación como un país solidario y un refugio para quienes buscan continuar su misión en libertad.

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