34.5 C
San Pedro Sula
viernes, abril 19, 2024

Honduras: Ni los fallecidos «descansan en paz» en crisis por Covid-19

Debes leer

CORTÉS, HONDURAS. Sin lugar a dudas, la muerte de un familiar no es algo fácil de sobrellevar. Cuesta aceptar que físicamente esa persona ya no está con nosotros, aunque los recuerdos de sus vivencias permanecen por siempre en la memoria.

Cuando un ser querido se nos va, la mayoría creemos que lo mínimo que podemos hacer para honrarlo, es despedirlo de una manera digna, porque él o ella se lo merece, y es en ese momento, que organizamos lo que se conoce como ‘velatorio’.

Esta tradición que se realiza en todos los países del mundo es muy antigua, pero el propósito con el que inició era muy distinto. Con el avance de las Ciencias Médicas, ahora es fácil determinar cuando una persona está muerta o no, pero muchos años atrás no era así.

Antiguamente, sucedía que a alguien podían darlo por fallecido, pero en realidad solo tenía catalepsia, que es un estado de muerte aparente, del que se puede despertar en cualquier momento.

Es así como antes los muertos ‘resucitaban’ ante el asombro de todos, incluso justo antes de que los sepultaran. Por esa razón es que iniciaron los tradicionales ‘velatorios’ de 24 horas, pues era la única manera de corroborar el deceso de cualquiera.

Pero actualmente, lo más probable es que el difunto no vaya a despertar y que ni siquiera se entere de lo que pasa a su alrededor, pero al menos sirve de consuelo para quienes lo lloran.

La costumbre establece que durante la noche se debe entregar comida a los presentes, café para soportar el desvelo y refrescos azucarados. En las zonas rurales, hasta permiten jugar cartas.

Finalmente, al occiso lo entierran en un lugar previamente escogido, ya sea por el difunto cuando estuvo en vida, o por sus familiares. Antes de este acto, y según sus creencias, se celebra una misa de cuerpo presente.

Es lo tradicional y lo que todas las familias en Honduras hacen. Pero, ahora, déjeme hacerle una pregunta: ¿Cómo se sentiría usted si no pudiese despedir a sus seres queridos como tradicionalmente ocurre?

El hecho de no poder vestir al fallecido antes de meterlo al féretro, no tener la oportunidad de acercarse al ataúd para mirarlo o hacerle un ‘velatorio’ por unas horas antes de enterrarlo, hace que decirle adiós a alguien sea todavía más desgarrador.

Lo anteriormente dicho es duro por sí solo, pero ahora imagínese cuánto más difícil es, si se le suma, querer sepultar pronto a su pariente… ¡y no poder!, ya sea porque alguien o algunos temerosos se lo impiden o porque en Medicina Forense tardaron más de 15 horas para entregarle el cuerpo de su ser querido, metido en tres bolsas plásticas fumigadas con químicos y dentro de un cajón hermético que no podrá abrir. Pues, bueno… exactamente eso es lo que ocurrió con los primeros 15 fallecidos por Covid-19 en Honduras.

Y es que la falta de un protocolo que estableciera qué hacer con los restos de las fallecidos a causa del coronavirus, o la implementación de este sin que se consensuara, provocó que algunos hondureños víctimas de la enfermedad no pudieran ‘descansar en paz’ pronto.


Médicos advirtieron necesidad de un protocolo

Dr. Carlos Umaña.

Profesionales de la Medicina en Honduras, como Carlos Umaña y Henry Andino Velásquez, dijeron en varias ocasiones que se debía tener establecido cuál era el protocolo a seguir y darlo a conocer.

Doctor Carlos Umaña: «Necesitamos un protocolo»

«Yo seguí un caso de Villanueva que estuvo más de 16 horas en salir de la morgue. Necesitamos un protocolo. La familia también sufre«, aseveró Umaña días atrás a HRN.

Dr. Henry Andino.

Doctor Henry Andino: «Hay que agilizar el proceso»

Por su parte, «Nos hace falta una ley para que este proceso sea más rápido. Hoy día, si nosotros vamos a incinerar un cuerpo, necesitamos muchos permisos y dictámenes», señaló Henry Andino Velásquez, también a la casa radial HRN.


Y sí, ellos tenían razón, pues a lo largo de una semana, en Honduras ocurrieron varios incidentes a la hora de trasladar y sepultar a las víctimas del Covid-19, provocados por la estigmatización, prejuicios, desinformación y miedo de las personas hacia la enfermedad, y que a lo mejor pudieron nunca suceder si el protocolo se hubiese establecido con anticipación.

HUYERON POR TEMOR

Estas situaciones caóticas se dieron con más frecuencia a partir del segundo y tercer caso de muerte por Covid-19, que fueron dos hombres originarios de Villanueva, Cortés.

Ya todo estaba listo para realizar de manera sencilla los dos entierros en el cementerio municipal. La fecha, 30 de marzo de 2020. Solo acompañaban algunos familiares, autoridades de SINAGER, que vigilaron todo el proceso y también elementos Policía Militar (PM), para resguardar. Un ambiente inusual para tratarse de un acto fúnebre. No tuvieron una despedida con flores, oraciones, misa o serenata.

Pero resultó que los encargados de ejecutar el sepelio sintieron miedo, y ni siquiera llegaron al camposanto. Entonces, apresurados, los dolientes tuvieron que buscar a otras personas que aceptaran realizaran el acto fúnebre.

Los dos carros fúnebres que trasladaron los cadáveres hacia el cementerio. La fotografía fue tomada durante el día, pero el sepelio se realizó hasta en la noche.
POBLADORES SE OPONEN A SEPELIO

Otro caso de estigmatización ocurrió el 2 de abril en la colonia Los Laureles. Unos pocos familiares, desconsolados por la muerte de su pariente, se dirigían hacia al cementerio ubicado en ese sector de la Rivera Hernández a sepultarlo. Pero unos pobladores se opusieron a esto y bloquearon la entrada al mismo. Dijeron que «no queremos a ningún» fallecido por Covid-19 enterrado en ese lugar.

Los ciudadanos pusieron alambres y troncos, haciendo una barricada, para no dejar que el carro fúnebre que transportaba el féretro llegara hasta su destino. En consecuencia, el cuerpo del occiso debió regresar a la morgue del Hospital Leonardo Martínez, en donde había muerto. Esto causó todavía más tristeza entre los dolientes, pues el dolor se extendió por más tiempo.

Pobladores en cementerio de Los Laureles, sector Rivera Hernández.
DIRECTOR DE CEMENTERIO EXIGE CREMACIÓN

Pero esta situación no solo la atravesaron los familiares de los occisos que fueron menos mediáticos, sino incluso los de la doctora Denise Murillo, la primera médica en morir a causa del Covid-19, que sufrieron varias horas de angustia hasta que lograron sepultarla.

La galena falleció el pasado 31 de marzo a las 6:30 de la tarde, pero según denunció su hija, el director del cementerio Jardines del Recuerdo se opuso a que la enterraran en ese lugar, pese a que tenía tres espacios comprados.

«No hay ley u ordenanza que nos exija cremarla, pero el gerente de esta empresa insiste en que, o la cremamos o nos la llevamos a otro lado», escribió la joven abogada en sus redes sociales.

Y pues, bueno, como lo dijo su hija, así ocurrió, tuvieron que llevársela a otra parte, pero mientras lo hacían, como si la discusión anterior no hubiese sido suficientemente desagradable, al día siguiente, camino a Tegucigalpa, se toparon con otro problema.

Esto ocurrió el jueves 2 de marzo, ya habían pasado dos días desde que la galena murió y sus restos todavía estaban sobre la tierra. Cuando el carro fúnebre en el que el ataúd llegó a Villanueva, un retén no lo dejó su avanzar, pues, supuestamente, faltaban procesos correspondientes para transportar a fallecidos por Covid-19.

Fue así como los restos de la doctora regresaron a la morgue del Leonardo Martínez, para luego dirigirse de nuevo con destino a la capital de Honduras en horas del mediodía. Familiares la sepultaron a eso de las 4:30 de la tarde.

Covid.
Foto de la galena Denise Roxana Murillo Martínez.

SINAGER establece protocolo

Pero como en Honduras no somos de prevenir, sino de actuar cuando los problemas nos están agobiando, el Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (SINAGER) se demoró seis días en decretar un protocolo sobre el manejo de cadáveres durante la crisis sanitaria. Específicamente lo hizo el 3 de abril, y la primera víctima del Covid-19 en Honduras murió el 26 de marzo.

SINAGER estableció, 15 fallecidos y varios incidentes después, que a las víctimas de Covid-19 no se les haría autopsia y deberían ser sepultados inmediatamente. Además, durante el traslado del difunto, desde el lugar de su muerte al cementerio, elementos de seguridad del Estado se encargarían de custodiar el féretro.

Al entierro solo pueden asistir sus familiares más cercanos. Todos deberán usar medidas de bioseguridad y su distancia al ataúd debe ser como mínimo de dos metros. Personal de SINAGER y de la secretaría de Salud vigilarán este proceso para que se desarrolle como está establecido.

Entre tanto, ya pasaron 26 días desde que el coronavirus llegó a nuestro país. Al principio, tan solo eran dos casos, nada de qué preocuparse ¿no?, pero ya casi son 298 en total, de los cuales 270 continúan activos, 22 sucumbieron ante el Covid-19 y tan solo seis lograron vencerlo. La tasa de mortalidad más alta de América la tiene este país: 8%.


Nota para nuestros lectores:

Suscríbete gratis a más información sobre el COVID-19 en nuestro WhatsApp haciendo clic en el enlace: bit.ly/whatsapptiempo

Estás a un paso de recibir nuestro PDF Gratis

Última Hora

Hoy en Cronómetro

error: Contenido Protegido