Redacción. Miles de peregrinos, provenientes de todos los rincones del país e incluso del extranjero, se han congregado para celebrar la festividad de la Virgen de Suyapa, ‘Patrona de Honduras’.
La Basílica de Suyapa, ubicada en Tegucigalpa, se encuentra de fiesta, y el ambiente está inundado de fe y devoción. Los peregrinos llegan conmovidos, muchos de ellos con lágrimas en los ojos y esperanza en el corazón.
Algunos cumplen promesas caminando de rodillas, otros portan velas encendidas, y la mayoría eleva sus oraciones en un susurro de fe, confiando en los milagros de ‘La Virgencita‘, como cariñosamente la llaman sus devotos. «La ‘Virgencita’ nunca nos falla, siempre está con nosotros», expresaron los feligreses con profunda emoción.
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Misas, repiques de campanas y cánticos
Las misas -celebradas cada hora- se convierten en un canto de alabanza y gratitud. El repique de las campanas, el aroma del incienso y los cánticos que se entonan al unísono crean una atmósfera de recogimiento y espiritualidad.
El santuario se transforma en un refugio de paz y esperanza, donde los hondureños hallan consuelo y fortaleza. La Virgen de Suyapa es mucho más que una imagen; es un símbolo de fe, amor y protección para todos los hondureños. Su fiesta patronal refleja la profunda devoción que le profesan sus fieles.
Durante todo el año, los peregrinos visitan la basílica para venerar a la ‘Morenita’, pero es en su fiesta patronal cuando la devoción se hace más palpable. La ciudad se llena de color, música y también de fervor religioso. Los peregrinos comparten alimentos, experiencias y testimonios de fe, creando un ambiente de comunidad y hermandad.
La festividad de la Virgen de Suyapa es una tradición profundamente arraigada en la cultura hondureña, transmitida de generación en generación. Es una celebración que refuerza la fe y la esperanza de un pueblo que encuentra en su patrona un motivo de unión y devoción.