TEGUCIGALPA, HONDURAS. Durante la homilía de este domingo desde la Basílica de Suyapa en Tegucigalpa, el cardenal Oscar Andrés Rodríguez realizó una reflexión respecto a la lectura bíblica de la parábola de Jesús del Buen Samaritano y llamó a preguntarnos: ¿Somos buenos samaritanos? ¿Ayudamos a los heridos que tenemos cerca?
De acuerdo con el religioso, los heridos no solo son los familiares o los amigos sino hasta los niños en situación de calle o aquel hombre que está postrado en estado grave de salud.
En la misa, el representante de la Iglesia católica también cuestionó el papel de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), organismo que según dijo se fundó con el espíritu del buen samaritano.
«No basta con conocer la voluntad de Dios de manera teórica, hay que ponerla en práctica, llevarla a la vida», comenzó diciendo el arzobispo de Tegucigalpa.
Seguidamente, explicó que la parábola interpreta la realidad de millones de personas y describe la vida humana, la realidad de nuestro mundo actual.
«Muchas veces nosotros tenemos a disposición pretextos para sustraernos al compromiso del amor verdadero, el que se traduce en acción. El buen samaritano siente compasión, todo empieza con la mirada, lo primero que aparece en la parábola es que lo vio y el hecho de verlo le hizo sentir compasión. Cuántas veces no vemos el sufrimiento de tantas personas que necesitarían prójimos, ver con el corazón abierto a todas las desgracias del mundo».
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El buen samaritano debe acercarse
En ese sentido, el líder religioso contextualizó: «Lo que estamos viendo desde febrero de este año, esa guerra injusta, tan irracional, solo se ve y se piensa que la solución es meterle armas para que sigan las muertes. Esas no son soluciones, ahí tenemos ese país que está siendo destruido, los buenos samaritanos ¿dónde están? La ONU se fundó con el espíritu del buen samaritano y qué se hace, cómo se hace, como simplemente se busca quedar bien y se acabó, no nos metemos en líos, es difícil la situación del mundo», acentuó.
Asimismo, señaló que el buen samaritano se acerca, pero para acercarse tiene que bajarse de su posición soberbia.
«El amor es siempre humildad, el amor se baja así como Jesús en el lavatorio de pies ante sus discípulos. El amor anula la distancia, se despoja de sí mismo, nadie puede amar si no se despoja del personaje, de la indiferencia y de las actitudes de superioridad», aseguró.
También destacó que quien ame y haga el bien al prójimo será el merecedor de la vida eterna.
«Tenemos que ayudar al que está caído, al que está herido por la vida, el que tiene hambre, el que es víctima de la injusticia y el que ha sido despojado de sus derechos de persona y vive sin horizonte de vida», aseveró en su mensaje el cardenal Rodríguez.
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