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jueves, marzo 28, 2024

HISTORIA HUMANA | Ni el Mitch pudo vencer los sueños del capitalino Gerson Argueta

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Es arquero del Real de Minas de la primera división del fútbol hondureño; hasta junio de este año su ficha pertenecía al Club Olimpia Deportivo, pero detrás de eso, Gerson Argueta Dubón, tuvo que pasar por situaciones muy complicadas que lo impulsaron a conseguir sus sueños y ayudar a sus padres.

Nació el 10 de marzo de 1991 (29 años) en el Hospital Escuela de Tegucigalpa. Es el cuarto de cinco hermanos: Carlos Adolfo (asesinado hace varios años en un asalto), Juan Manuel, Karen Ninosca y Óscar Reyniel.

Desde muy pequeño, Gerson supo que su gran amor sería la «redonda de gajos». Sin embargo, el sueño de ser jugador estuvo lleno de obstáculos, los cuales logró superar con la ayuda de dos personas muy importantes en su vida: sus padres.

Óscar Armando Argueta y Vilma de la Paz Dubón son los padres de Gerson. Desde muy pequeño, recuerda el guardameta, sus progenitores le enseñaron principios y valores que lo ayudaron, inclusive, a no caer en las maras y pandillas.

El Mitch les arrebató todo 

El 26 de octubre de 1998, los medios de comunicación locales confirmaban la entrada del Huracán Mitch a Honduras. El fenómeno natural se robó la vida de muchos connacionales. Gerson recuerda el día en que su madre lo tomó en brazos, medio dormido y lo llevó hasta la orilla del bulevar Fuerzas Armadas.

«A nosotros nos afectó el Huracán Mitch. Nosotros perdimos todo. Me acuerdo que una noche, yo estaba dormido hasta con los tacos puestos, porque mi papá me acababa de comprar unos tacos. Me acuerdo que yo estaba durmiendo con la pelota al lado y medio dormido comencé a escuchar los gritos y la desesperación de la gente. Gritaban que había que irnos porque el río ya estaba entrando a la casa, que ya se había crecido. El agua nos daba a los tobillos, vivíamos bastante cerca, como a unos mil metros».

Gerson Argueta
Llegar al primer equipo de Olimpia no es nada fácil, además, tener que competir con Noel Valladares o Donis Escober no es una prueba para cualquiera.

Gerson pasó su infancia, o parte de ella, en la colonia Betania. Su casa, ubicada a unos metros del campo, famoso de ese lugar, fue tapado por el Río Choluteca. A su paso destruyó casas y todo lo que se encontró, como el hogar donde hasta aquel momento vivía el arquero minero.

«Mis papás trataron de sacar lo más accesible, pero no te daba chance porque la situación si estaba complicada. Todo fue de noche. No daba tiempo de elegir qué sacar, había que traer lo que se podía. Cuando ya estamos en la calle del bulevar de las Fuerzas Armadas mi mamá me dijo que me iba a ir a donde una tía y allí estuve dos o tres semanas», contó.

Don Óscar y doña Vilma alquilaban un cuarto a los padres de Roger Rojas, delantero del Club Deportes Tolima de Colombia, reveló el ‘1’ del conjunto danlidense. Con el delantero, exolimpia, pasaron muchos momentos en su infancia llenándose de polvo en el campo de dicha colonia.

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Gerson Argueta y su familia pasaron de un albergue a otro

Tanto su familia como otro tanto, fueron beneficiados con una ayuda de España que consiguió en aquel momento la Cruz Roja Hondureña. El trato era que todo aquel que deseara una vivienda, debía trabajar por unas 45 semanas en el proyecto y después le entregaban la casa. Así nació la colonia Ciudad España, ubicada en el Valle de Amarateca, Francisco Morazán.

«Cuando pasó lo del Mitch nos albergaron en el INFOP. Fue mi primera casa después del desastre. Estuvimos cerca de un año y después nos pasamos a un albergue que se llamaba Trébol Uno que estaba donde ahora queda el Metromall. Después, cruzando la calle, donde hay unas canchitas de fútbol, hicieron otro albergue que se llamaba Trébol Dos. Ahí pasamos como dos años. Después vino una ayuda de España, por medio de la Cruz Roja, y por eso la colonia se llama Ciudad España», recordó.

Gerson Argueta
Argueta previo a un entrenamiento con los guardametas de la UPNFM cuando aún estaban en Liga de Ascenso.

«Yo perdí tres años de escuela y solo alcancé a llegar hasta sexto grado. En ese lapso yo le fui perdiendo interés al estudio y fue el fútbol que me ayudó a salir para adelante», añadió.

Era el fútbol o ser delincuente 

Crecer en un barrio de escasos recursos no es fácil. Hay mucha tentación y, así como lo relata Gerson Argueta, existen muchas tentaciones para conseguirse el dinero muy fácil.

«Yo vivía en una zona de guerra porque esos eran lugares controlados por la 18. Vos mirabas muertes a cada rato, jóvenes tirados en las esquinas. En esos lugares mandaban ellos (pandilleros), no la policía», aseguró.

Pero «mis padres fueron fundamentales. Dios me prestó a buenos padres. Ellos me manejaban ‘a mecate corto’, si miraban que uno medio se quería desviar pues te quebraban un palo de escoba en la espalda, pero eso se los agradezco con todo el corazón», remarcó.

«Siempre hay quien te invita, que te dice cómo hacer dinero fácil, poder intimidar a las demás personas y tener poder sobre ellos. Siempre hay gente así. Lo que pasa es que yo fui temeroso en esa parte. Yo miraba siempre corretear cuando la policía llegaba, entonces yo decía: ‘de qué me sirve tener dinero y respeto o intimidar a la gente y después andar corriendo cuando vea a un policía’. Si me tentaron, pero no me pareció», rememoró.

Agradecimiento al fútbol 

Los deportes dejan de ser tal cosa cuando se convierten en una opción de salida. Ya sea el fútbol o cualquier otra actividad deportiva, puede cambiarle la vida a todo aquel que se atreva a someterse a las exigencias y a la disciplina que estos requieren.

Gerson Argueta es una prueba de ello. No logró seguir estudiando, pero sus padres le inculcaron grandes valores. Tuvo múltiples opciones de convertirse en pandillero y no lo hizo.

«Tengo amigos que debido a la delincuencia y porque escogieron ese mal camino, ya están muertos y otro tanto, pues están presos», mencionó Argueta.

Y aceptó que: «El fútbol me ayudó a no entrar en ese mundo. La pelota era incansable. El fútbol me ayudó a no caer en los malos pasos».

Llegar a primera y ayudarle a sus padres 

Gerson Argueta extendió una frase que a cualquier hijo que recibió el apoyo incondicional de sus padres comprendería. «Nunca voy a poder pagar todo lo que mis padres hicieron por mí».

El portero capitalino recuerda que su padre, quien falleció en 2019 a causa del cáncer, fue un trabajador incansable. «Mi papá era albañil y siempre tuvimos sustento. Gracias a Dios él siempre tuvo trabajo y así llevar el sustento a la casa».

Con ese ejemplo fue que Gerson creció. Con un padre trabajador que siempre salía a la calle buscando regresar con el sustento para sus hijos. Sin embargo, don Óscar apoyó a su hijo sin escatimar esfuerzos. «Él me dijo que me enfocara en el fútbol. Me compró mis tacos y todos mi implementos siempre».

Mientras que la madre, doña Vilma, también estuvo pendiente de las atajadas y ‘voladas’ de su hijo, desde que éste empezó en las canchas de tierra. «Gracias a Dios y gracias a ellos, yo pude cumplir mi sueño de jugar en primera división«.

«Todo tiene un sacrificio y el de ellos es inmenso. Nunca voy a poder pagarles eso. Pero Dios fue bueno y me dio la oportunidad de poder ayudarles desde que estoy en primera».

El bus de El Carrizal 

Gerson vive en Ciudad España, a una hora en bus de Tegucigalpa. Unos 30-45 minutos en vehículo. Es por esto que los entrenamientos, cuando llegó a aquel equipo de Liga Mayor que dirigía el mundialista Juan Cruz Murillo, eran una aventura diaria para el arquero.

«Llegar a primera división no fue fácil. Recuerdo que llegar al entreno era una travesía. Salía a las 2:00 de la tarde y tomaba un bus que me dejaba en El Carrizal. Yo no conocía muy bien, era un niño, y me dejaba lejos. Entonces tenía que caminar más de la cuenta para poder llegar al entreno», contó.

Los entrenamientos de aquel Olimpia de Liga Mayor finalizaban cerca de las 6:00 de la tarde. «Ahora, lo duro era la vuelta. Yo sabía que el último bus salía a las 7:00 de la noche. Y estaban allá por Plaza la Norteña. Entonces, a veces ni me cambiaba la ropa que estaba llena de tierra, solo me ponía los tenis. Salía corriendo y agarrar un bus de El Carrizal».

Y siguió: «Te voy a contar, no creas que alcanzaba el bus y me iba sentado. Yo me iba en la grada extra que tiene el bus y agarrado de los retrovisores. Otras veces me tocó irme afuera del bus, en la gradita que está en la puerta de atrás, pero debía hacerlo porque no tenía dónde quedarme en Tegucigalpa».

Su actual equipo es el Real de Minas de la primera división de Honduras.

«Aún cuando mi papá estaba pues tuve la oportunidad de, no de devolverles todo lo que ellos hicieron por mí porque eso creo que nunca se los podré devolver, pero sí cuando llegué a primera tuve la oportunidad de ayudarles económicamente. De darles todo lo necesario, también les ayudo a pagar los servicios públicos, con la comida y otras cosas, bueno ahora solo a mamá porque mi papá ya no está. A mí me pagan y yo ya tengo todo lo que le voy a dar», acotó.

Noel y Donis 

Gerson Argueta tuvo el privilegio de prepararse y entrenar a diario con dos de los mejores arqueros del fútbol nacional: Noel Valladares y Donis Escober.

La disciplina, la entrega, el esfuerzo siempre a tope y la mantener la humildad, fueron algunos de los consejos que los porteros mundialistas le brindaron al capitalino.

«Ellos siempre me dijeron que la humildad ante todo, es la base del éxito. Si sos arrogante y soberbio, pues ellos mismos te hacían a un lado y eso pasa en la vida. Ellos te regañaban y tenías dos opciones, o aprendías o te hacían a un lado, porque lo único que importaba era trabajar y trabajar, era a todo o nada. No podías dejar nada, entonces eso lo aplico en la vida y todo lo pongo en práctica. Yo con ambos tengo una muy buena relación. La amistad de los porteros es otro rollo, no se compara con la de los jugadores de cancha».

Entrenando al lado de Noel Valladares, Donis Escober, Edrick Menjívar, entre otros.

Gerson Argueta pudo debutar en primera división cuando Olimpia lo cedió por un torneo al Deportes Savio, entonces en primera división. Debutó en el Clausura 2011-2012 en un partido en el Estadio Morazán ante Marathón. Luego, tuvo un paso por los Lobos de la UPNFM cuando aún se encontraban en el Ascenso y antes de la pandemia, jugaba su segundo torneo con el Real de Minas, siempre cedido por el club melenudo.

«Jugar en primera división era un reto y lo conseguí, no fue fácil porque recuerdo que vendí agua en un semáforo o franelas para carros. Pero siempre sabía cuál era mi objetivo y le doy gracias a Dios porque pude cumplir mis sueños y sobre todo, ayudarles a mis padres».

Un luchador incansable 

La pandemia del Covid-19 trastocó los planes de todo el mundo. Tiró abajo los proyectos y las empresas de muchas personas. No obstante y probablemente, esos luchadores superarán esta adversidad y lograrán sobreponerse.

Para un futbolista esto no es cosa menor. Gerson Argueta actualmente es comerciante y vende bananos en algún mercado de la capital. Un amigo le planteó la opción, y con la herencia de un padre trabajador, el guardameta se quitó los guantes de arquero y se puso los de carga.

«Con las ventas pues estamos pasándola en este tiempo de la pandemia. Yo desde marzo que no recibo un salario porque los equipos no te pagan si no entrenas», explicó.

El portero de momento vende bananos en el Comayagüela para lograr obtener un ingreso.

«Ojalá que la situación mejore, que la Liga Nacional se reactive. Es duro trabajar por aparte, ganarse esos 350 lempiras diarios no es fácil, imaginate que salís desde las 2:00 de la tarde de tu casa y volves al día siguiente tipo 9:00 de la mañana y sin dormir. Mi amigo trae 500 cajas de banano y pues hay que venderlas. Pero si la situación en el país no mejora, pues habrá que tomar otras decisiones», subrayó.

Gerson es padre de una niña de 9 años, Marleny Ninosca, la procreó junto a su pareja, Karen Suyapa Raudales. Y lo más importante que le quiere heredar a su pequeña, es el trabajo y esfuerzo diario, la educación que le dieron sus padres y la humildad que lo caracteriza.


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