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viernes, abril 19, 2024

HISTORIA HUMANA | Esdras Laínez: «Quiero formar mi propio salón de baile»

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HONDURAS. Muchos hondureños -y miles de personas alrededor del mundo- le dieron play al video del militar que se movía al ritmo del tra, tra, en TikTok. Su separación del Ejército por dejar a un lado el fusil y bailar con soltura lo convirtió en el tema del momento.

El apoyo que recibió Esdras Laínez, de sólo 20 años y originario de la aldea Santa Cruz de Soroguara, fue multitudinario; para muestra un botón, dice el dicho, y es que el propio compositor de la canción que danzó, Don Chezina, le llamó para darle palabras de aliento.

El joven que soñó desde chico servir a su país en el Ejército, lo logró, pero ya dejó atrás esa etapa. Lo que piensa llevar consigo toda la vida es su pasión por el baile. En una plática con Diario TIEMPO Digital, el exsoldado externó, entre otras cosas, cuáles son sus sueños a futuro.

Un Laínez bastante serio y de pocas risas, también nos contó qué solía hacer previo a que se invistió con el uniforme de camuflaje y las botas. Como en el presente, y como lo dio a conocer su madre, él siempre buscó la manera de sustentar su familia. Antes, lo hacía muy apegado, literalmente, a la tierra que lo vio nacer.

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El baile, su acompañante de vida

Cerca del tramo carretero que conduce al norte del país cinco estrellas, próximo a la zona limítrofe entre Francisco Morazán y Comayagua, dejó sus primeras huellas. Precisamente fue, como anticipábamos, en la aldea de Santa Cruz de Soroguara.

«Mi infancia fue muy bonita porque jugué bastante en la escuela, y también bailaba, es algo que desde chiquito me gustó», relató Laínez.

En ese sentido, desveló que la música playera se acopló a él desde que tenía cuatro años. No se resistió a lo que provocaban en él esas piezas, siempre se liberó con sus singulares movimientos. Pero, solo le gustan ese tipo de canciones. No lo pongan a bailar otra cosa, porque, quizá, dejará ir uno que otro machucón.

«Sólo me gusta el playero. Las canciones de ese género son las que me han deleitado porque me dan un sentido de ritmo y me relajan», expresó.

Cuando estuvo en la escuela, participó de grupos coreográficos. Se sinceró diciendo que usualmente ganaba los concursos, pero nunca se imaginó que bailaría hasta en televisión.

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Es más, reveló a TIEMPO que todavía tiene asignaturas pendientes con el playero, amor de su vida desde pequeño. No planea colgar las zapatillas de baile pronto, por el contrario, quiere esparcir su pasión a otras personas.

«Tengo el plan de formar mi propio salón de baile. Ese deseo sale de mi corazón, me apasiona el baile y que otras personas bailen y sientan esa pasión por la música y la forma de moverse», dio a conocer con notable entusiasmo.

Además de su pretensión de crear ese centro dedicado al baile, contó que le gustaría aprender un par de oficios, la mécanica y la pintura.

Laínez
Esdras Laínez, de 20 años, abraza a su madre. Su progenitora lo denomina «el sustento de la familia».

Un hombre de familia

La intención nunca es romper corazones, pero uno de los objetivos del periodismo es informar. Aunque le provoque sentimientos ver al «famoso» bailarín, Esdras tiene pareja y un hijo. No tiene espacio en su cariño más romántico para nadie más.

Sin embargo, el amor que prevalece ante todo en Laínez es el que tiene por su primer núcleo, es decir, sus padres y hermanos. Cuando se le notificó su baja de la milicia, su madre lamentó la situación, pues dijo que él es el sustento de la casa.

Su madre, comentó: «Me hace sentir orgulloso. Le he dado un apoyo y me he sentido afortunada».

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Dedicó dos años a la vida militar y con sus ingresos en las Fuerzas Armadas (FF.AA.) sostenía su familia. Sobre esa etapa, asegura que aprendió «muchas cosas, que nunca hubiese visto afuera», pero quedó en el pasado. Se conoció que un político lo empleó y, por ahora, se desempeña repartiendo bolsas solidarias.

De una forma u otra, siempre buscó cómo agenciarse un sueldo para que no le falte lo necesario a sus seres más queridos. No culminó el bachillerato, pero eso no impidió que, desde antes de convertirse en militar, fuera un bastión del hogar Laínez-Berríos.

Todos conocen su estadía como soldado y su pasión por el baile, pero pocos saben de la otra faceta en la que incursionó. Cada gota de sudor que dejó y, a su vez, un esfuerzo desmesurado, permitió que los alimentos siempre estuvieran presentes en su mesa.

«Desde pequeño, cuando me salí de la escuela, me dediqué a trabajar en la agricultura. El dinero que ganaba se lo daba a mi madre para comprar comida. Aprendí a sembrar tomates, chiles, repollo, culantro, apio y perejil, muchas verduras», relató.

Sus quehaceres en la agricultura los llevó a cabo junto a su abuelo materno, Marco Berríos, quien tiene 86 años.

Además, listó otros conocimientos que sumó en su tiempo dedicado al campo. «Aprendí a sembrar una plantación, qué llevan los cultivos, además de cómo tratar y fumigar una planta enferma», dijo.

Laínez
En su nuevo trabajo, Laínez se dedica a repartir alimentos a personas necesitadas. Lo contrató un diputado.

«El mañana no se sabe»

En la plática, Laínez fue enfático que lo que más le gusta de la vida es vivir de la mano de su familia y las personas que ama. Se considera una persona rebosante de gozo, y procura que los demás tengan ánimos para hacer lo que anhelan.

«Soy una persona responsable, alegre y motivadora. Me gusta impulsar a la gente a que, si algo les gusta, se dediquen a ello y cumplan sus sueños», describió.

De igual forma, narró lo que le gusta hacer cuando no está trabajando. Aunque no es un hombre de muchos pasatiempos y tampoco le gustan los deportes, se entretiene con actividades cotidianas.

«En mis tiempos libres, paso con mi familia. Salgo a caminar y hago bastante física», dijo.

Algo que tal vez describe a Esdras es cómo cerró su participación en la entrevista. Externó que tiene un lema para actuar día a día: «Vive la vida hoy, porque el mañana no se sabe».

En ese sentido, dijo que se arrepiente del video que cambió por completo su ambiente porque no quería irse de la milicia, pero enfatizó que «lo hecho, hecho está. La vida es hoy, y mañana no es».


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